Aprender la gratuidad
La traición de Judas, un gran misterio del corazón de un hombre que aceptó la llamada de Jesús pero se opuso a ella hasta tal punto que decidió entregarlo a sus enemigos. Las teorías interpretativas sobre la traición de Judas no aprovechan porque en esto tampoco ayudan los Evangelios, muy esenciales en su narración y nada interesados en resolver nuestra curiosidad.
Hay quien afirma que Judas, con su traición, ha intentado como forzar la mano de Jesús para obligarle a manifestarse como el Mesías de Dios poderoso contra el mal, victorioso contra toda injusticia. Siempre tenemos la tentación de llevar a Dios por nuestro propio camino en lugar de confiar en Él para seguir el que nos ha establecido.
Es interesante en este pasaje del Evangelio que cada uno de los discípulos, ante el anuncio de la traición de alguien de entre ellos, se pregunta y pregunta a Jesús si, por casualidad, es él mismo el traidor. Me parece que esta sinceridad de los discípulos nos ayuda más que una actitud de juicio hacia Judas.
También nosotros debemos preguntarnos hoy si no seremos nosotros los que traicionemos a nuestro Maestro y Señor. También nosotros podemos preguntarnos si, como el Siervo de Dios de Isaías, estamos dispuestos a no retroceder, a mantener el oído atento y a perseverar en la confianza en Dios incluso cuando las cosas se ponen difíciles y la oposición es violenta.
Cabe hacerse la pregunta: ¿se puede poner precio al Amor? No. Y, sin embargo, comerciamos con el amor todas esas veces que en lugar de amar sólo nos ofrecemos al mejor postor.
Lo nuestro no es amor sino conveniencia. Usamos a Dios por conveniencia, usamos a los amigos por conveniencia, usamos a la gente que nos rodea por conveniencia. Somos incapaces de amar porque a nuestro lado no vemos personas a las que amar sino personas a las que utilizar. Este es el verdadero problema de Judas, y este es el grave problema de cada uno de nosotros.
Nunca podremos convertirnos de verdad hasta que no empecemos a ser libres. Amar gratuitamente. Para estar con la gente gratuitamente. Para rezar gratuitamente. No podremos hacer Pascua hasta que no nos quitemos de la cabeza la mentalidad comercial de Judas, que pone precio incluso a Jesús, y hasta que no asumamos en cambio la mentalidad de la gratuidad que suena así: «Señor creo en Ti y te amo aunque no respondas a ninguna de mis oraciones, porque el amor que te tengo no necesita pruebas ni resultados. Simplemente te amo». Cuando alcancemos esa gratuidad, quizá también nos sintamos realizados. Pero lo seremos como personas libres y no como traidores oportunistas.
Y no hay que referirse en primer lugar a Judas, sino a cada uno de nosotros, al traidor que habita en nosotros, al oportunista cuidadosamente escondido en nuestras elecciones y formas de pensar. Judas actúa un poco como espejo de cada uno de nosotros. En él sentimos malestar por esa parte de nosotros que se le parece pero que no queremos admitir que tenemos. Cuanto más duros somos con Judas, más seguimos queriendo escondernos.
Si admitiéramos que nosotros también somos un poco así, entonces recuperaríamos toda esa piedad que nunca le reservamos, y en lugar de pensar que hizo bien en suicidarse, intentaríamos salvarle la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario