lunes, 14 de julio de 2025

El amor por Jesús que ofrece la vida plena.

El amor por Jesús que ofrece la vida plena 

Palabras duras y severas. Algunas queman como clavos de una crucifixión del corazón. Si alguien no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas e incluso a su propia vida, no puede... 

Una lista minuciosa de siete objetos de amor que componen la geografía del corazón, nuestro mapa de la felicidad. 

Si alguien no me ama más que a su propia vida... parecen palabras de un exaltado. Pero ¿realmente este pasaje habla de sacrificar cualquier vínculo del corazón? Creo que se trata de golpes duros que rompen la concha para encontrar la perla. 

El punto de comparación está en torno al verbo «amar», en una fórmula que para mí es maravillosa y creativa: «amar más». Las condiciones que pone Jesús contienen el «mordisco del más», su objetivo no es una disminución, sino un aumento, el corazón humano no es hijo de sustracciones, sino de sumas, no se pide sacrificar, sino añadir. 

Como si dijera: Tú sabes lo hermoso que es dar y recibir amor, lo mucho que los afectos te trabajan para hacerte un hombre realizado, una mujer feliz, pues yo puedo ofrecerte algo aún más hermoso y vital. 

Jesús se ofrece como incremento, como crecimiento de vida. Una vida intensa, plena, profundamente amada y nunca renegada. 

Quien no lleva su cruz... La cruz no hay que llevarla por amor al sufrimiento. Es sencillo cuando se ama: allí donde pones tu corazón, allí encontrarás también tus heridas. 

Con su «amar más», Jesús no pretende establecer una competencia sentimental o emocional entre Él y la constelación de afectos del discípulo. Sabe bien que de un desafío afectivo así no saldría vencedor, salvo ante unos pocos «locos de Dios». 

Para comprender en su sentido correcto el verbo amar, hay que considerar el trasfondo bíblico, confrontarse con el Dios celoso de la Alianza (Dt 6,15) que pide ser amado con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas (de manera radical, como Jesús). 

La exigencia de amar a Dios no es principalmente afectiva. A lo largo de toda la Alianza y los Profetas, significa ser fiel, no seguir a los ídolos, escuchar, obedecer, ser justo en la vida. 

Amar «con todo el corazón», con la totalidad del corazón, no significa exclusividad. Amarás a Dios con todo el corazón no significa que solo le amarás a Él. Con todo el corazón amarás también a tu madre, a tu hijo, a tu marido, a tu amigo. Sin amores a medias. 

Escucha, Israel: no tendrás otro Dios fuera de mí, y no, no tendrás otros amores fuera de mí. 

Jesús se ofrece como plenitud de amor a nuestro corazón plural, como plenitud de la polifonía de la existencia. Y puede hacerlo porque posee la clave del arte de amar hasta el fondo, hasta el extremo del don. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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