A vueltas con los conceptos de diferencia y fecundidad: una reflexión sobre la homosexualidad
El principal argumento que la doctrina de la Iglesia católica suele oponer al amor homosexual que también quiere expresarse en gestos corporales es la ausencia de diferencia de sexo, de la que se deriva, por otra parte, la ausencia de fecundidad procreativa; no es posible engendrar. La diferencia y la fecundidad son esenciales para el amor.
Aquí incluso podemos remontarnos a Dios mismo. El Dios que Jesús reveló es un Dios en el que hay diferentes personas y una comunión fecunda entre ellas. Todo amor que quiera estar en sintonía con este Dios no puede carecer de diferencia y fecundidad.
Ahora bien, la pregunta puede ser ésta: ¿es válida la idea de que entre dos personas del mismo sexo no existe diferencia sexual, no existe fecundidad, o podemos superarla de alguna manera? Mi hipótesis teológica iba precisamente en esta línea.
Yo considero que incluso la diferencia sexual también puede reconocerse entre personas del mismo sexo, sobre todo a nivel físico, que es el que parece más similar. La similitud física no excluye toda diferencia. Ya a nivel biológico, entre dos cuerpos masculinos o entre dos cuerpos femeninos hay diferencias precisamente en cuanto al sexo, a los caracteres sexuales secundarios: el tamaño, la forma, la postura, etc.
Todos distinguimos bien entre personas del mismo sexo. Luego, a nivel psicológico, tenemos modalidades cognitivas, afectivas, tipos de carácter y estructuras del inconsciente aún más marcadamente diferentes. También a nivel sociocultural, las personas provienen de diferentes núcleos familiares, de diferentes grupos sociales, de diferentes historias parentales. Todo esto hace que, incluso cuando me encuentro con una persona de mi mismo sexo, pueda reconocer una alteridad, una diferencia sexual.
Sin embargo, el elemento más decisivo se encuentra a nivel propiamente antropológico. La persona debe ser pensada como una unidad de espíritu y cuerpo. Si es así, cada uno de nosotros es una persona única.
La teología más tradicional sostiene que el alma-espíritu es insuflado por Dios en la persona que recibe la vida física de sus padres. Este dato de la tradición recuerda que cada uno de nosotros es único, que nadie es idéntico a otra persona desde el punto de vista espiritual.
Pero si entre el espíritu y el cuerpo hay unidad, entonces significa que también en el cuerpo se refleja esta unicidad, esta singularidad. Aquí estaría la razón antropológica que permite decir que también entre personas del mismo sexo se reconoce una diferencia sexual.
En cuanto a la fecundidad, es cierto que entre personas del mismo sexo, creo que este es el dato más evidente e incontrovertible, no hay fecundidad procreativa, no puede nacer un hijo. Entre dos personas de sexo diferente, sí, puede ocurrir accidentalmente que sean estériles, pero no estructuralmente como en el caso de dos personas del mismo sexo.
Sin embargo, la fecundidad, antes que procreativa, antes que generar un hijo, es ante todo, por ejemplo, fecundidad espiritual. Cuando dos personas se dan vida mutuamente son fecundas; el otro vive del amor que recibe, del cuidado, de la atención. Luego incluso se puede reconocer una fecundidad relacional. Cuando dos personas entran en comunión, comparten la vida, no solo la intercambian, sino que nace algo nuevo. Esa pareja que surge de ese amor es una novedad.
Incluso se puede decir que también se reconoce una fecundidad social. Cuando dos personas entran en comunión, contribuyen a la sociedad, entran en relación con los demás enriquecidos por su unión recíproca. Por ejemplo, ser acogido en una casa por dos personas que comparten la vida no es lo mismo que ser acogido por dos individuos distintos.
Sobre la base de estas razones, me parece que también es posible reconocer en una relación homosexual aspectos de diferencia y fecundidad, por lo que si es cierto que en una relación homosexual no están presentes todas las potencialidades de diferencia y fecundidad - me pregunto en qué relación están presentes todas esas potencialidades -, me permito decir que también están presentes y, por lo tanto, que el amor homosexual en ese sentido es un amor posible.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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