miércoles, 14 de mayo de 2025

Llaves que abren las hermosas puertas de Dios

Llaves que abren las hermosas puertas de Dios 

Jesús pregunta a los suyos, casi como si fuera una encuesta de opinión: ¿Quién dice la gente que soy yo? La opinión de la gente es bonita e incompleta:

 

¡Dicen que eres un profeta! Una criatura de fuego y luz, como Elías o Juan el Bautista; que eres la boca de Dios y la boca de los pobres.

 

Pero Jesús no es simplemente un profeta de ayer que regresa, aunque sea el más grande.

 

Hay que seguir buscando: «Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

 

En primer lugar, hay un «pero vosotros», en oposición a lo que dice la gente. No os conforméis con lo que oís decir.

 

Más que ofrecer respuestas, Jesús plantea preguntas; no da lecciones, sino que conduce con delicadeza a buscar en el interior. Y en esto se muestra como un Maestro de la existencia, que nos quiere a todos pensadores y poetas de la vida; no adoctrina a nadie, sino que estimula respuestas. Y así, fecunda nacimientos.

 

Pedro responde: Tú eres el Hijo del Dios vivo. Tú eres el Hijo, significa «Tú traes a Dios aquí, entre nosotros. Tú haces ver y tocar a Dios, al Viviente que da vida. Tú eres su rostro, su brazo, su proyecto, su boca, su corazón».

 

Yo también intento responder: Tú eres para mí amor crucificado, el único que no engaña. Tú eres amor desarmado, que no se impone, que nunca entró en los palacios de los poderosos si no fue como prisionero. Tú eres amor vencedor.

 

La Pascua es la prueba de que la violencia no es dueña de la historia ni del corazón, de que el amor es más fuerte.

 

Hoy o en un tercer día, que quizá no sea mañana, pero que sin duda llegará, porque la luz siempre es más fuerte que la oscuridad.

 

Tú eres amor indisoluble. «Nada, ni la vida ni la muerte, ni los ángeles ni los demonios, nada, ni el tiempo ni la eternidad, nada nos separará del amor» (Rom 8,38). Nada, nunca: dos palabras totales, absolutas, perfectas: nunca separados.

 

Luego, los dos símbolos: «A ti te daré las llaves; tú eres la roca». Pedro, y según la tradición sus sucesores, son roca para la Iglesia en la medida en que continúan anunciando: Cristo es el Hijo del Dios vivo.

 

Son roca para toda la humanidad si repiten sin cansarse que Dios es amor; que Cristo está vivo, tesoro vivo para toda la humanidad.

 

Ser roca, palabra de Jesús que se extiende a todos los discípulos: sobre tu piedra viva edificaré mi casa.

 

A todos se les dice: lo que ates en la tierra... los lazos que entretejerás, las personas que unirás a tu vida, las encontrarás para siempre. Lo que desates en la tierra: todos los nudos, los enredos, los bloqueos que desates, aquellos a quienes des libertad y aliento, tendrán de Dios libertad para siempre y aliento en los cielos.

 

Todos los creyentes pueden y deben ser roca y llave: roca que da apoyo y seguridad a la vida de los demás; llave que abre las hermosas puertas de Dios, las puertas de la vida intensa y generosa. 


P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Me besa con los besos de su boca!

¡Me besa con los besos de su boca!   Entre las páginas de la Biblia, el Cantar de los Cantares —atribuido a Salomón, pero de origen más com...