Cambio de época
Las últimas décadas han sido un progresivo proceso de desenmascaramiento producido por la cultura occidental, que ha reducido el cristianismo a una forma vacía, inútil para la vida. El fracaso de las narrativas modernas ha puesto de manifiesto el límite del método deductivo, incapaz de captar la realidad. Durante siglos la cultura occidental ha pretendido orientar la realidad a partir de esquemas conceptuales predefinidos.
La profunda crisis climática que asola el planeta, la constante crisis económica derivada del modelo neoliberal que aumenta día a día la brecha entre unos pocos ricos y una multitud de pobres, la crisis de las democracias marcadas por un impresionante avance de los alineamientos políticos de extrema derecha, son algunos síntomas de un colapso definitivo de la propuesta moderna, de la posibilidad de controlar la evolución de la historia a partir de ideas predefinidas.
En este camino la Iglesia tiene sus responsabilidades y, por eso, la crisis global la está afectando profundamente. Cada vez que se ha vuelto rígida al atrincherarse en la defensa de principios absolutos, ha perdido la posibilidad de escuchar la realidad y percibir la voz del Verbo Encarnado. Poco a poco se ha desmoronado y desmoronado el castillo exterior de certezas preestablecidas, que no pudo resistir el impacto de la realidad, que puso de relieve el fracaso de un método, de una manera de habitar la realidad. Proceso de desenmascaramiento que tiene una doble dirección. Por un lado revela el fracaso de una idea; por el otro indica un camino. Por este motivo la fase de transición que estamos viviendo es sumamente delicada. Sólo si somos conscientes del cambio que se está produciendo podremos tener el valor de cambiar de rumbo.
Occidente también ha vivido la era de la hermenéutica, que ha debilitado progresivamente la fuerza de la verdad metafísica. Ésta es una interpretación importante, necesaria para captar la dirección que está tomando la cultura occidental. La hermenéutica ha sustituido a la metafísica: éste es uno de los resultados, en mi opinión positivos, del cambio en curso. Los rígidos sistemas desarrollados en la era moderna han mostrado la gran limitación de rigidizar la verdad, mostrando sólo un aspecto de la misma, que emerge de la definición. La verdad manifestada por el Misterio es por naturaleza múltiple, polifacética,…, poliédrica. La definición del Misterio puede tener un aspecto pedagógico, pero no puede tener la presunción de contar todo el Misterio.
Si esta perspectiva es válida en general, cobra aún más significado cuando está en juego la Verdad del Misterio manifestado por Jesucristo, el Verbo que se hizo carne, vino a vivir entre nosotros, caminando con nosotros. En esta perspectiva, no se puede olvidar la historicidad del acontecimiento, para no correr el riesgo, como de hecho ocurrió en el pasado con el pensamiento metafísico, de reducir el acontecimiento de la Encarnación a un concepto abstracto. La revelación del Misterio en Jesucristo requiere un esfuerzo hermenéutico constante, porque la verdad, en adelante, antes de ser un concepto abstracto, es una persona viva que camina con nosotros, que debe ser aceptada tal como es y como se manifiesta y no atrapados en rígidas cubiertas conceptuales. Este es precisamente uno de los aspectos más positivos del actual contexto posmoderno: la posibilidad de pensar la verdad en su contexto histórico y no aprehenderla como una idea abstracta. Todo esto tiene consecuencias inmediatas en la comunidad, consecuencias que analizaremos en la tercera parte.
¿Qué deja la desaparición del cristiandad? Un vacío. Quizás, sobre todo, la percepción de un tiempo perdido en cosas sin sentido, especialmente por parte de quienes creían en él, es decir, de aquellos que creían que la forma cristiana era portadora de lo divino, de algo, por tanto, absoluto, eterno. Sin embargo, podemos decir tranquilamente que fue una gran mistificación, un enorme abuso de poder, una gran manipulación del Misterio. Llevamos siglos identificando el Misterio revelado en Jesucristo, con esa estructura sagrada y religiosa que Jesús vino a socavar. Como nos muestran algunos estudios de patrística y de historia de la liturgia, en algunas décadas hemos arreglado las cosas, hemos reordenado lo que Jesús había de-construido. Fue un proceso implementado por Jesús para demostrar la gran manipulación llevada a cabo por los hombres del culto en Israel: identificar el Misterio con lo sagrado, la religión con la fe, las tradiciones humanas con la Palabra de Dios,…, ha producido una religión material dominada por una casta sacerdotal que ha reducido la religión a pura formalidad ritual, impidiendo así que el pueblo de Dios experimente el Rostro del Misterio manifestado en Jesús.
Mirando hacia atrás podemos decir que, el gran crítico del cristianismo, Friedrich Nietzsche, no era precisamente para ser desechado. Ya lo había dicho todo, o casi. Había percibido profundamente el fin de la era cristiana y vislumbrado la nueva, en la que los hombres tendrían que aprender a vivir sin depender de Dios, es decir, el dios inventado por los hombres, el dios analgésico, el refugio contra las durezas de la vida… Comprendió que el dios construido a lo largo de los siglos por Occidente ahora estaba muerto. Nietzsche percibió toda la tragedia de este anuncio, también porque era consciente del desastre que la estructura religiosa había causado en las almas de generaciones enteras. Siglos de pietismo religioso han dejado su huella: ésta era la preocupación de Nietzsche. Siglos de evasión de la realidad han manifestado una infidelidad a la tierra, por citar nuevamente a Nietzsche, que tuvo como consecuencia inmediata la creación de una religión incapaz de comunicarse con el mundo. El desmantelamiento de las fuertes estructuras de la modernidad permite a las generaciones actuales salir del templo para saborear la vida y construir caminos en los que sea visible la lealtad a la tierra, el respeto a las otras culturas, la creación de espacios para que cada uno pueda expresar su diversidad sin preclusiones ni prejuicios.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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