domingo, 16 de marzo de 2025

Confesiones sinodales.

Confesiones sinodales 

Sí estoy esperanzado por el clima que se ha creado en el Sínodo y el itinerario sinodal que se ha propuesto para la Iglesia. La dinámica y el método seguidos permiten relatar sinceramente historias, narraciones,…, y expresar deseos y sueños. Partimos de experiencias y no de principios. Se trata de un método inductivo que funciona y tiene un valor particular también por su significado teológico, además de metodológico. De hecho, nos lleva a leer las prácticas y experiencias como habitadas por la obra del Espíritu. 

Escuchando y conociendo mucho, me voy dando cuenta del esfuerzo que supone abandonar las propias posiciones y creencias. 

Algunos obispos no quieren renunciar al deseo de relevancia donde se cuela la tentación de reconquistar “territorios perdidos”, pero también a un cierto modo de entender el primado petrino, y también episcopal, que a menudo esconde una pereza a la hora de gestionar con sabiduría y competencia las situaciones relativas a las Iglesias particulares, sin necesidad de recurrir cada vez a Roma, y hacerlo de una manera sinodal en y con todo el Pueblo de Dios. 

Hay quien no está dispuesto a renunciar a sus inercias y prerrogativas. A las personas religiosas nos suele resultar difícil renunciar a cierta autonomía exagerada que a menudo corre el riesgo de generar una Iglesia paralela, como ocurre con ciertos movimientos y ciertas nuevas comunidades eclesiales. No se puede tener todo sin renunciar a nada. Esto es imposible y mina la “profecía” del Sínodo y de la sinodalidad en sus raíces, pero también el futuro de la Iglesia. 

¿Por qué, de hecho, hemos cargado tanto a la Iglesia? ¿Cómo podríamos llegar al punto que nos deja sin aliento? ¿Cómo es que nuestras Iglesias (no la Iglesia) se han convertido en la tumba de la fe (al menos en Europa, que es donde mejor conozco)? 

Intuyo una sola respuesta. El Señor abandonó lo que le era más querido, el “tesoro celoso” de su divinidad, para vivir entre nosotros y no asustarnos. Él lo dio todo por nosotros, hasta su último aliento, realizando y reconciliando así todo. 

De esta manera nos mostró que éste es el único camino para ser libres, correr como la novia del Cantar de los Cantares en busca de su novio. Pero ¿cómo podremos correr, gritar el Evangelio a todo pulmón si estamos tan agobiados y nos cuesta movernos? ¿Somos acaso rehenes de una cierta obesidad hecha de autosuficiencia y narcisismo? 

Por eso creo que la sinodalidad nos ayudará a vaciarnos de tantas pretensiones de poder, de tantas estructuras que pesan nuestra vida. La sinodalidad es una diaconía que permite a cada uno hacer su trabajo, desempeñar su ministerio, como permitió a los apóstoles predicar la Palabra y a otros servir a los pobres y a las viudas. 

En mi corazón, por tanto, llevo a casa muchas preguntas, muchas más de las que tenía antes de iniciar este proceso, pero siento que son preguntas capaces de trazar un camino e indicar una dirección, la del discernimiento en el Espíritu, que es una condición permanente de la Iglesia. 

Quisiera cerrar mi reflexión con una cita de Rainer Maria Rilke: “Sé paciente con todo lo que no está resuelto en tu corazón y trata de amar las preguntas, que son como habitaciones cerradas y libros escritos en un idioma extranjero. No busques ahora respuestas que no te pueden ser dadas, porque no podrías vivir con ellas. Y lo importante es vivirlo todo. Vive las preguntas ahora. Tal vez se te conceda, sin que te des cuenta, vivir hasta el día lejano en que tendrás la respuesta”. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Carta de Raquel: no quiero ser consolada.

Carta de Raquel: no quiero ser consolada   « Se oye una voz en Ramá, un lamento y un llanto amargo: Raquel llora por sus hijos y no quiere s...