El arte de la escucha del silencio
En el frenesí de nuestra vida cotidiana, donde el ruido y las distracciones parecen estar a la orden del día, hay un compañero silencioso que a menudo pasamos por alto: el silencio.
¿Alguna vez te has tomado un descanso para escucharlo?
Esta dimensión, a menudo subestimada, está viva y pulsante: el silencio es una cosa viva.
Pero ¿qué significa escuchar el silencio?
“No todos los silencios son iguales” y esta afirmación es tan cierta en nuestra vida diaria como en el lugar de trabajo. El silencio no es simplemente la ausencia de sonidos, sino más bien una invitación, una oportunidad de sumergirse en algo profundo y envolvente, donde todo lo necesario ya ha sido dicho. Es un espacio donde el ruido del mundo exterior se disuelve, permitiendo que nuestra mente encuentre claridad y serenidad.
En el caos de su oficina o sala de conferencias, el silencio puede parecer un lujo inalcanzable.
Sin embargo, ¿alguna vez has pensado que el silencio está dentro de ti y puede ser un antídoto contra el ruido, tanto externo como interno?
El silencio, además, es un poderoso aliado de nuestra productividad y creatividad. De hecho, es en los momentos de tranquilidad interior cuando estamos más concentrados y las mejores ideas tienen espacio para germinar, libres de distracciones y condicionamientos.
Intentemos analizar las pausas de silencio que nos permitimos en nuestros días, tomando consciencia de nuestros hábitos y tratando de cultivar nuevas intenciones. Ya sea para completar una presentación importante, resolver un problema complejo, liberar tensión emocional o calmar una molesta voz interior, tomar un momento de silencio, simplemente respirar, puede marcar la diferencia, porque crea espacio en el cuerpo y en la mente.
Pero el silencio no es sólo un respiro del desbordamiento de nuestras vidas, un respiro del frenesí cotidiano, es también una oportunidad para escuchar con atención y curiosidad aquello que nos habita: pensamientos, sensaciones, emociones, deseos, necesidades. Una manera de descubrirnos y redescubrirnos, acogiéndonos con amabilidad y compasión, haciendo espacio para todo lo que reside o pasa por lo más profundo de nosotros.
Es precisamente en estos momentos de calma y de escucha que podemos redescubrir la conexión con los demás, con la naturaleza, con la comunidad.
En el lugar de trabajo, podemos integrar el silencio en nuestra rutina diaria en unos sencillos momentos:
1.- Podemos empezar el día con unos minutos de meditación silenciosa, centrándonos en las sensaciones de nuestra respiración y en nada más, para establecer un mayor centrado. Este momento de tranquilidad nos permite prepararnos para el día que comienza, haciendo espacio en nuestro cuerpo y mente, dejando de lado las distracciones externas y permitiendo que emerjan nuestras intenciones más auténticas.
2.- Durante las reuniones o interacciones con quienes trabajan con nosotros, podemos practicar la escucha activa en silencio, dedicando toda nuestra atención a la persona que habla, sin interrumpirla y sin pensar de antemano en nuestra respuesta. Dejemos a un lado nuestras preocupaciones y pensamientos, concentrándonos en lo que la otra persona nos está comunicando. Esto no sólo nos ayuda a comprender mejor el punto de vista de cada uno, sino que fomenta un entorno de confianza y respeto mutuo.
3.- Podemos tomar pausas reflexivas a lo largo del día para analizar en silencio nuestras interacciones con los demás. Preguntémonos cómo podemos estar más presentes y empáticos con la familia, los amigos, los compañeros y los conciudadanos, cómo podemos contribuir a crear un entorno más sano, más respetuoso y colaborativo.
Incluso cuando el frenesí parece apoderarse de nosotros, siempre es posible crear espacios de silencio, momentos de tranquilidad interior que nos ayuden a reconectar con nosotros mismos y con los demás, permitiéndonos afrontar los retos diarios con mayor calma y claridad mental.
La práctica del mindfulness es un excelente entrenamiento diario en el silencio y la escucha, que no sólo potencia nuestro bienestar individual, sino que también tiene un impacto positivo en nuestras relaciones, en la cultura corporativa, en la comunidad social.
El silencio no es un escape del mundo, sino más bien un retorno a nosotros mismos, una manera de integrar la conciencia y la presencia en nuestro trabajo y vida diaria. En una época en la que estamos constantemente bombardeados por estímulos externos, encontrar momentos de silencio puede ser revolucionario.
Así que, la próxima vez que te encuentres inmerso en el caos, recuerda la importancia del silencio, un compañero inesperado, dispuesto a ofrecerte claridad, inspiración y serenidad. Abrázalo y deja que te guíe hacia una nueva conciencia.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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