martes, 15 de abril de 2025

La nueva Iglesia por construir.

La nueva Iglesia por construir 

Las cifras de adultos recién bautizados y de recién confirmados en Francia son una sorpresa. Este año serán más de 10.000 los adultos que recibirán el bautismo en Francia, exactamente 10.384. Esto supone un aumento del 45 % con respecto a las cifras, ya sorprendentemente altas, del año pasado. Los observadores franceses hablan de una «explosión». 

De hecho, hasta 2022 el número de adultos franceses bautizados se situaba de forma estable en torno a los 4.000. En 2023 aumentaron un 28 %, en 2024 un 31 %. Ahora, precisamente, estamos en el 45 %. Otros datos hacen que el fenómeno sea aún más interesante. El 42 % de los 10 384 catecúmenos adultos son jóvenes -de 18 a 25 años- y, por primera vez, superan a los neobautizados de entre 26 y 40 años, que son el 39 %. También aumentan las confirmaciones de adultos, es decir, de personas que, nacidas en familias de tradición cristiana, fueron bautizadas, pero luego abandonaron la práctica cristiana por las más diversas razones. En 2024 fueron 9.400, el doble que en 2022. Las cifras de 2025 aún no están disponibles. Pero es previsible que, también para estas personas las cifras estén aumentando. 

Una tendencia similar se observa también entre los adolescentes -de 11 a 17 años-. Este año, 7.400 han recibido el bautismo, un 33 % más que en 2024. 

El fenómeno es tan sorprendente que las Diócesis de Île de France -Pontoise, Créteil, Versalles, Saint-Denis, Meaux, Évry, Nanterre- han decidido convocar un «Concilio provincial» -es decir, un «Concilio» que decide en el ámbito provincial- para establecer itinerarios de acogida y acompañamiento para los nuevos cristianos. 

Es de suponer que muchas y diferentes serán las lecturas e interpretaciones de las razones y de los límites de la inesperada «explosión». Lo que está sucediendo, y que recibirá su sello en los bautismos del próximo Sábado Santo está sorprendiendo a todos, hasta seguramente empezando por los católicos franceses. 

Francia es, de los países de tradición católica, el más descristianizado. Además, también en Francia, sobre todo en Francia, se han producido muchos casos de pedofilia. Hace unos días incluso se informaba del caso del Colegio Notre-Dame de Bétharram, donde se habían producido abusos sexuales en los últimos años, a partir de los años 60 del siglo pasado. El actual primer ministro, François Bayrou, hizo estudiar a algunos de sus seis hijos en ese centro y fue interrogado al respecto.

Sin embargo, a pesar de la descristianización y la pedofilia, Francia parece estar volviendo a ser la «fille ainée de l'Église», la hija primogénita de la Iglesia, al menos en este sorprendente fenómeno de recuperación. 

Es evidente que los pocos miles de nuevos cristianos de los últimos tiempos son pocos en comparación con los casi 70 millones de habitantes. Pero también es evidente que la consistencia de la Iglesia ya no debe evaluarse en relación con el número total de la población. Ya no existirá una «nación totalmente católica» (y tal vez nunca la hubo, según muchos comentaristas..., ni siquiera en el glorioso Medioevo). No es, por tanto, el número de habitantes de un país, sino el número de creyentes, su pertenencia, la calidad de su adhesión, su presencia como minoría significativa en una mayoría que cree en otra cosa o no cree. 

Porque, dicho entre paréntesis, nunca ha existido un pueblo completamente cristiano, ni siquiera en épocas en las que se soñaba con la societas cristiana. La historia, erre que erre, nos ha convencido a algunos - creo que no a todos tampoco en las esferas episcopales de la institución por ejemplo en nuestro país - de que la Iglesia nunca volverá a coincidir con la sociedad y también nos hemos convencido de que es bueno que sea así. 

No hace falta decir que lo que ocurre en Francia interesa a la Iglesia en su conjunto. Incluso, podríamos preguntarnos si no se está perfilando la figura de una Iglesia después de la Iglesia, de una nueva Iglesia minoritaria, mucho menos numerosa que la Iglesia en crisis, pero fruto de una elección positiva de quienes entran en ella. 

Sí, una noticia realmente interesante. Por muchas razones. Los nuevos cristianos vuelven a la Iglesia, pero no están particularmente interesados en la institución-Iglesia. Vuelven incluso cuando la Iglesia está en crisis, a pesar de los escándalos y el abandono. Lo que dice mucho sobre la naturaleza misma de la Iglesia que está ahí para anunciar la «Buena Nueva». Es su razón de ser. Quien se siente muy atraído por el mensaje cristiano —y un adulto que se bautiza ciertamente lo está— se fija en esa razón de ser y no en el resto. 

Y, a lo mejor hasta cabe una pregunta adicional y posterior. ¿No sería mejor invertir energías en preparar positivamente esta nueva Iglesia, pequeña y minoritaria, en lugar de gastarlas en conservar la «vieja» Iglesia que está desapareciendo lentamente? Incluso ¿no será mejor que muera, al fin y al cabo, una Iglesia-institución tan pesada como anacrónica? 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF


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