miércoles, 16 de abril de 2025

La vida florece en todas sus formas.

La vida florece en todas sus formas 

Si alguien me ama, guardará mi palabra. Amar en el Evangelio no es la emoción que enternece, la pasión que devora, el impulso que traspasa los límites. Amar siempre se traduce en un verbo: dar, «no hay amor más grande que dar la vida» (Jn 15,13). 

Se trata de dar tiempo y corazón a Dios y hacerle espacio. Entonces podrás guardar su Palabra, podrás conservarla con cuidado, para que no se pierda ni una sola sílaba, como un enamorado con las palabras de su amada; podrás seguirla con la confianza de un niño hacia su madre o su padre. 

Guardará mi palabra, y nosotros hemos entendido mal: guardará mis mandamientos. Y en cambio no, la Palabra es mucho más que una orden o una ley: sana, ilumina, da alas, conforta, salva, crea. La Palabra siembra vida en los campos de la vida, apremia, sabe a pan, sopla fuerte en las velas de tu velero. 

La palabra culminante de Jesús es: «Amarás». Custodiarás, seguirás el amor. Que es la casa de Dios, el cielo donde habita, por eso vendremos y moraremos en él. Si uno ama, genera Evangelio. Si amas, también tú, como María, te conviertes en madre de Cristo, le das carne e historia, tú «llevas a Dios en ti» -San Basilio Magno-. 

Hoy, otras dos palabras de Jesús que debemos acoger en nosotros: una es promesa, vendrá el Espíritu Santo; la otra es realidad: os doy mi paz. 

Vendrá el Espíritu, os enseñará, os recordará en el corazón todo lo que os he dicho. Recordará en el corazón los gestos y las palabras de Jesús, cuando pasaba y curaba la vida, y decía palabras cuyo fondo no se veía. 

Pero no basta, el Espíritu abre un espacio de conquistas y descubrimientos: os enseñará nuevas sílabas divinas y palabras nunca dichas antes. Será la memoria encendida de lo que sucedió en aquellos días irrepetibles y, al mismo tiempo, será la genialidad, para respuestas libres e inéditas, para hoy y para mañana. 

Y, además: Os dejo la paz, os doy mi paz. No es un deseo, sino un anuncio, al presente: la paz «está» ya aquí, está dada, ahora estáis en paz con Dios, con los hombres, con vosotros mismos. Desciende la paz, llueve la paz sobre los corazones y sobre los días. 

Basta de dominar el miedo: el dragón de la violencia no vencerá. Es la paz. Milagro continuamente traicionado, continuamente rehecho, pero del que no se nos permite cansarnos. La paz que no se compra ni se vende, don y conquista paciente, como la del artesano con su arte. 

No como lo da el mundo, yo os lo doy... el mundo busca la paz como un equilibrio de miedos o como la victoria del más fuerte; no se preocupa por los derechos del otro, sino por cómo arrebatarle otro pedazo de su derecho. Shalom, en cambio, significa plenitud: el Reino de Dios vendrá con el florecimiento de la vida en todas sus formas. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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