lunes, 8 de septiembre de 2025

Buscamos al hombre para encontrar a Dios - Mateo 2, 1-12 -.

Buscamos al hombre para encontrar a Dios - Mateo 2, 1-12 -

En Navidad es Dios quien busca al hombre. En la Epifanía, es el hombre quien busca a Dios.

 

Y todo es un germinar de signos: como signo, María tiene un ángel, José un sueño, los pastores un Niño en el pesebre, a los Magos les basta una estrella, a nosotros nos bastan los Magos. Incluso Herodes tiene el signo: unos viajeros que llegan de Oriente, cuna de la luz, en busca de otro rey.

 

Porque siempre hay una señal, para todos, también hoy. A menudo se trata de pequeñas señales, sutiles; más a menudo aún se trata de personas que son epifanías de bondad, encarnaciones vivientes del Evangelio, que tienen ojos y palabras como estrellas. El hombre es la estrella: «recorre al hombre y encontrarás a Dios» - San Agustín -. Porque Dios no es el Dios de los libros, sino de la carne en la que descendió.

 

¿Cómo podemos convertirnos también nosotros en lectores de signos, y no en escribas bajo un cielo vacío?

 

I. El primer paso lo indica Isaías: «¡Levanta la cabeza y mira!». La vida es éxtasis, salir de uno mismo, mirar hacia arriba; salir del pequeño perímetro de la sangre hacia la gran órbita de las estrellas, de las mil rejas tras las que se encierra y se engaña el Narciso que hay en mí, hacia el Otro. Abrir las ventanas de la casa a los grandes vientos.

 

II. Ponerse en camino tras una estrella que camina. Para encontrar a Jesús hay que ir, investigar, desplegar las velas, viajar con la inteligencia y con el corazón. Buscar es ya un poco encontrar, pero encontrar a Jesús significa seguir buscándolo. «Yendo de principio en principio, hacia principios siempre nuevos» - San Gregorio de Nisa -. Pero yendo juntos, como los Magos: pequeña comunidad, soledad ya vencida; como ellos, fijando al mismo tiempo la mirada en los abismos del cielo y en los ojos de las criaturas.


 

III. No temer los errores. Se necesita la infinita paciencia de volver a empezar y de interrogar de nuevo la Palabra y la estrella, no como lo hace un escriba, sino como lo hace un niño. ¿Cómo mira un niño? Con una mirada sencilla y afectuosa.

 

IV. Adorar y dar. El regalo más preciado que los Reyes Magos pueden ofrecer es su propio viaje, de casi dos años de duración; el regalo más grande es su largo deseo. Dios desea que tengamos deseo de él.

 

«Por otro camino regresaron a su país». También el regreso a casa es un camino nuevo, porque el encuentro te ha hecho nuevo. Solo es verdadero buscador de Dios quien tropieza con una estrella, intercambia incienso, mirra y oro con un corazón risueño de niño y, al intentar caminos nuevos, se pierde en el polvo mágico del desierto.


 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La paz como profecía, no como estrategia.

La paz como profecía, no como estrategia Hablar de paz hoy en día puede parecer un acto ingenuo. Sobre todo cuando nos enfrentamos a conflic...