sábado, 6 de septiembre de 2025

La historia cotidiana como sacramento de historia de salvación - Mateo 2, 13-15. 19-23 -.

La historia cotidiana como sacramento de historia de salvación - Mateo 2, 13-15. 19-23 -

En Navidad contemplamos en el Evangelio según San Lucas el nacimiento de Jesús en Belén, mientras su madre María y su padre según la Ley, José, estaban de viaje debido al censo ordenado por el emperador romano (cf. Lc 2,1-14).

 

Hoy, primer Domingo después de Navidad, la Iglesia nos hace contemplar en el Evangelio según Mateo la familia de Jesús, su nacimiento en una genealogía de judíos descendientes del rey y mesías David (cf. Mt 1,1-17).

 

Cada uno de nosotros nace de una madre, es acogido por alguien, por una familia que lo alimenta y lo hace crecer, y así viene al mundo. Así fue también para Jesús.

 

Pero, ¿qué historia tenía esta familia? Era una familia cuyo padre era artesano, una familia pobre pero no miserable, pero al nacer ese hijo surgió un grave peligro para él. Un decreto de Herodes prescribía la muerte de los niños varones, porque según los magos entre ellos había nacido el Mesías de Israel (cf. Mt 2,2.16-18).

 

Entonces José fue advertido en sueños por un Ángel: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto», y, siempre en su silencio, obedeció inmediatamente y se retiró a esa tierra extranjera.

 

Fueron años de exilio, de extranjería, vividos en medio de un pueblo de lengua y cultura diferentes, donde esta familia conoció la condición del emigrante: soledad, desconfianza, dificultades para vivir...

 

Pero he aquí que, una vez pasado el peligro para Jesús por la muerte de Herodes, el Ángel volvió a decir a José en sueños: «Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel, porque han muerto los que buscaban matar al niño». Y José, siempre con prontitud, en silencio cumple la palabra del Señor.

 

Se trata, pues, de una historia muy humana que convirtió a la familia de Jesús en perseguida, migrante, extranjera, pero al mismo tiempo comprendemos cómo esta historia cotidiana y sencilla era también el cumplimiento de la promesa de Dios y recapitulaba una historia que había sido la de Abraham, la de Israel y sus hijos, la del pueblo que había entrado en alianza con el Dios vivo. De hecho, Abraham había bajado a Egipto y había vuelto de Egipto, Jacob y sus hijos habían bajado allí en busca de comida y luego habían vuelto como pueblo.

 

Es el camino del descenso y del éxodo-ascenso, el que Jesús recorre con María y José, de modo que también Él puede considerarse salvado, como proclama el creyente judío en la noche de Pascua: «En cada generación, cada uno debe considerarse a sí mismo como si él mismo hubiera salido de Egipto en esa noche».

 

Pero también podemos ver un paralelismo entre la historia de Jesús y la de Moisés, también Él amenazado de muerte por el faraón (cf. Ex 2,15), también Él huyendo a tierra extranjera, también él regresando del exilio, por orden del Señor, para cumplir su misión hacia el pueblo (cf. Ex 4,19-20).

 

Historia cotidiana, pero a los ojos de quienes tienen fe, también historia de salvación. Historia de una familia similar a tantas historias de nuestras familias: condiciones de vida difíciles, criar y hacer crecer a un hijo en condiciones precarias, cambiar de casa y de lugar donde vivir, y sin duda las dificultades de la convivencia de una pareja y un hijo...


 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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