Elogio de la lentitud incluso como resistencia a la aceleración
Donde no nos encontramos, sucede que podemos encontrarnos. Y el encuentro se produce gracias a la atención y a la capacidad de ser lentos, para captar necesidades y expectativas.
Son los hombres y las mujeres los que hacen de un espacio, de un sitio, un lugar. Un lugar de vida. Un lugar tejido y diseñado por el tiempo y los caminos, y por los cuidados y las atenciones. A menudo, los «maestros constructores de lugares», incluso en espacios y sitios improbables, fríos o desolados, son los niños, las niñas y los ancianos.
Antonio, que vive en la tristeza de un barrio frío, inhóspito y grande de las afueras de la grande ciudad desde que se jubiló pasea con su vecina Ana por las aceras, se detiene en los parques y en las marquesinas, y saluda amablemente a algunas de las caras duras y preocupadas, que se asemejan a bloques de pisos desolados: y, cuenta Antonio, sucede que algunos se despiertan, sonríen. Y hablan de una espera, de un suspiro; del deseo de buenos encuentros.
El contagio hace que, desde hace algún tiempo, las mesas del parque descuidado y una de las marquesinas se hayan convertido en lugares y momentos de encuentro regalados a uno mismo y a los demás. También de intercambios, de consejos, de promesas.
Ese espacio, un barrio popular heterogéneo, periferia de «periferias existenciales», abarrotado y a la vez desértico, desde hace tiempo está surcado como por las rutas de caravanas de personas y grupos que se dirigen hacia un oasis en forma de marquesina o de parche que ahora están un poco más cuidados. Y los tiempos de la vida se entrecruzan en tramas, y los lugares reciben nombres.
La vida busca vida e intenta encontrar flores incluso en la roca: y los líquenes no son menos hermosos que las rosas de mayo. Si todo esto es posible, entonces se puede romper la frialdad, la extrañeza, la funcionalidad de los «no lugares» (estaciones, centros comerciales...) y cierta dureza sorda de las instituciones y los servicios. Los encuentros y las narraciones pueden afianzarse, apoyarse o anidar en las grietas y en los bordes, incluso allí.
Es necesario hacer espacio y dar reconocimiento a tiempos diferentes, a diferentes ritmos, velocidades. No tenerlo todo homologado en el único tiempo de la aceleración, la innovación, la acumulación, el consumo, las sensaciones... de la disposición ilimitada. La Gran Ilusión destructiva, cegadora.
Tiempos diferentes, menos acelerados y más suspendidos, tiempos de reconocimiento y concentración, tiempos compartidos y de cultivo y búsqueda. Tiempos menos eficientes y productivos, y tiempos de florecimiento entre nosotros y de nosotros mismos entre el deseo de resonancias y la necesidad de disponibilidad: se puede trazar un camino, un comienzo de caminos en la vida común.
Porque en la vida común, junto a la producción, la experimentación, la iniciativa y el consumo, también hay espacio para el florecimiento. Porque en todo ello hay espacio para el florecimiento.
Florecer es un poco lento, solo se abre espacio en una danza entre tiempos diferentes. Es la lentitud la que permite dedicarse, escuchar, dar tiempo. Tanto lo que nace como lo que gime necesita dedicación: un poco lenta, fiel, paciente. La paciencia, decía un amigo sabio, es el largo aliento de la pasión.
Para darse cuenta, para acercarse, se necesita atención. La atención es experiencia, es postura del corazón y de la mente, y requiere lentitud, apertura, capacidad de recibir. Permanecer suspendidos y un poco indecisos ofrece el fruto de palabras mejor elegidas, de gestos mesurados y amables, de pensamientos más ricos y profundos.
Si bajas (no solo de Jerusalén a Jericó) demasiado rápido, con la mente demasiado llena de plazos y fechas límite que apremian, de intereses y ocasiones urgentes, aunque veas (necesidad y herida, o tramo desolado) no captas ni sientes. Y no cruzas la distancia, no sientes ni creas proximidad. Se necesita lentitud, hay que detenerse.
Para encontrar y dejarte encontrar, para captar y dejarte
acoger, hay que vivir un poco atrasado. El anciano profesor quería decir que no
hay que entender a los alumnos demasiado pronto, sino poco a poco. Así se
conecta y se reconoce, y se deja encontrar junto a ellos, lentamente. A veces,
con los juicios los fijamos, no los hacemos florecer.
La lentitud no es precisamente detenerse, a veces es el movimiento de un sentir y un pensar que se escucha alrededor de las personas, los momentos, las situaciones. Alrededor, sin tomar, sin atravesar, pero un poco distante, para reflexionar y escuchar. También los silencios y los gemidos; también los estremecimientos y los impulsos contenidos.
Como ocurre entre personas de diferentes generaciones, como entre extranjeros, como entre quien cuida y quien es cuidado.
Nos damos cuenta de nosotros mismos y de lo que nos mueve por dentro; nos esforzamos por corresponder con atención a las expectativas de los demás. La expectativa de que se haga el bien y no el mal, de la que habla Simone Weil en La persona y lo sagrado. Entonces, incluso elegir y posicionarse, hacerse presente, será una conciencia madurada en los encuentros.
Sin una cierta lentitud, se corre el riesgo de no captar la expectativa sobre uno mismo, hacia uno mismo. Y uno se pierde en los objetivos, en los éxitos y en los logros. Sin lentitud no hay viaje, no hay camino de vida, solo quedan etapas y metas, usos y medios. La existencia es encuentro, verdad y descubrimiento.
Las aceleraciones provocan indiferencia, los remolinos difuminan las formas y los colores. La indiferencia es (también) juicio y justificación rápida: el valor propio de las personas (y las cosas, y las situaciones, y las pruebas) se da, en cambio, en las experiencias de lentitud.
Entonces se aprecia no solo el valor que le damos al movernos, concentrados y rápidos, hacia objetivos, conquistas, alturas, roles y méritos. También se aprecia el encuentro y el regalo, el reconocimiento y las cosas bien hechas de modo artesanal y paciente... con la medida de la lentitud.
Te aconsejo la lectura de un libro “Elogio de la
lentitud” de Carl Honoré. Aquí te dejo un vídeo de 5 minutos que te
presenta el porque de ese libro y de esta recomendación: https://www.youtube.com/watch?v=zek8K7lESM4
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF



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