Tentación del parroquialismo: la autoreferencialidad parroquial
Existe, yo creo que sigue existiendo, un modelo de parroquia como «centro de servicios religiosos», basado en el pensar y en el hacer autorreferenciales típicos del siglo pasado. Un modelo que funciona como referencia «automática», a pesar de los evidentes cambios sociales y en la propia experiencia eclesial de las últimas décadas en nuestros contextos sociales más cercanos.
Por poner un ejemplo, uno tiene la sensación de que detrás de algunas invitaciones a participar en las parroquias se esconde la necesidad de sostenibilidad de la organización parroquial: en el centro, a pesar de las apariencias, no están los destinatarios, sino la estructura, la vida y los ritmos parroquiales, más que la vida y los ritmos de las personas.
Por eso, se parte de la pregunta «¿qué necesita la parroquia?» y, en consecuencia, «¿qué se puede/se quiere hacer por ella?».
¿No sería más oportuna la pregunta «qué necesitan las personas» y, por lo tanto, «qué puede/quiere la parroquia por las personas»? Pero esta perspectiva diferente no se suele tener en cuenta o se da por sentada.
Por eso, la lógica subyacente suele ser, a veces, de tipo centrípeto, en la que la parroquia se vive y se propone como eje de referencia, como la verdadera destinataria, el punto de llegada, el foco de los intereses de las personas, el protagonista eclesial primero de la actividad pastoral en un determinado contexto social.
El modelo implícito de parroquia suele centrar su atención principalmente en su interior, privilegiando la estabilidad, la continuidad y el control. Las energías se emplean para mantener lo existente, para la autoconservación. Lo que preocupa es la buena gestión de las actividades y de los servicios ofrecidos.
El hecho de que, desde hace algún tiempo, las parroquias tradicionales hayan sido o estén siendo sustituidas por comunidades pastorales no ha cambiado las cosas, sino que, en todo caso, las ha exasperado, porque la lógica y los modelos de referencia siguen siendo los mismos.
Lo que yo llamo cierto ‘‘parroquialismo’’ suele presentar algunas tentaciones específicas y significativas, especialmente en contextos religiosos en los que tradicionalmente la parroquia se ha convertido en el centro del pensamiento y de la acción pastorales de la Iglesia.
Algunas de esas tentaciones pueden ser las siguientes:
1. Cierre mental: El ‘parroquialismo’ tiende a limitar la apertura mental y la capacidad de considerar perspectivas pastorales diferentes. Esto puede conducir a una visión limitada del mundo y a una falta de comprensión de las complejidades y diversidades pastorales. Como se suele decir, se ve el árbol y no el bosque.
2. Aislamiento intelectual: Un enfoque parroquialista puede aislar a una comunidad parroquial del diálogo con otras tradiciones eclesiales y pastorales inmediatamente cercanas. Este aislamiento puede impedir el enriquecimiento mutuo que se deriva del encuentro, del intercambio y la colaboración con ideas diferentes.
3. Falta de relevancia significativa: Las ideas y argumentos desarrollados en un contexto parroquialista pueden resultar irrelevantes o incomprensibles para quienes no comparten las mismas premisas o creencias. Esto limita el impacto y la influencia de esas ideas en un público más amplio que las ve como «distantes» o «separadas».
4. Riesgo de autorreferencialidad: El ‘parroquialismo’ conduce inevitablemente a un círculo vicioso de autorreferencialidad, en el que las ideas se reciclan continuamente y se validan solo dentro de la misma comunidad parroquial, sin una verdadera confrontación crítica con puntos de vista externos. La autorreferencialidad es un rasgo distintivo de ciertas comprensiones parroquialistas porque, aunque pertenecen a la gran galaxia eclesial, en realidad son microcosmos religiosos.
5. Resistencia al cambio: Las comunidades afectadas por el ‘parroquialismo’ son tradicionalmente reacias al cambio y a la innovación, ya que tienden a privilegiar la tradición y las creencias consolidadas frente a las nuevas ideas y enfoques pastorales.
6. Potencial intolerancia: Una actitud parroquialista puede alimentar la intolerancia hacia las diferencias eclesiales y pastorales, ya que las perspectivas externas pueden verse como amenazas en lugar de como oportunidades de enriquecimiento.
7. Limitación del crecimiento personal: Las personas que operan en un contexto parroquialista pueden perder oportunidades de crecimiento personal, también intelectual, que se derivan de la exposición a ideas y culturas diferentes.
8. Debilidad argumentativa: Los argumentos basados en premisas parroquialistas pueden ser débiles o ineficaces en un contexto de diálogo más amplio, donde dichas premisas no se comparten ni se aceptan.
En resumen, el 'parroquialismo' limita la capacidad de una comunidad eclesial de fe para interactuar de manera significativa y constructiva con el mundo exterior, con otras comunidades eclesiales no parroquiales, reduciendo así de hecho las oportunidades de aprendizaje, de crecimiento y de innovación en un contexto cultural y social que reclama otras perspectivas evangelizadoras y apuestas misioneras.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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