domingo, 21 de diciembre de 2025

Te Deum: Una hora de reflexión al final del año

Te Deum: Una hora de reflexión al final del año

Todo año, y cada día, comienza con el deseo: el inmenso deseo de Dios de derramar su vida en todo lo que existe. Como una chispa de luz que poco a poco crece para iluminar la oscuridad. 

Sí, así comienza el año, y también cada día: en un beso, un beso entre la tierra inanimada y el aliento divino que infunde vida. 

De este beso nace el deseo del hombre en respuesta al de Dios. Deseo de volver a sentir ese beso, deseo de un sentido que dé razón a las cosas, de un esplendor que ilumine cada paso del camino. 

Tantas veces ocurre la tragedia. El enemigo, aquel que pervierte el deseo, aparta nuestra mirada de la fuente del agua. En lugar de esperar el don de la vida de ese beso divino, pretendemos dárnosla a nosotros mismos, intentando hacer nuestro lo que Dios quiere darnos. 

Así, el encuentro entre el dar infinito y el recibir infinito tantas veces se ve dificultado y nuestro deseo se transforma en nostalgia, en un llanto secreto que permanece oculto en el fondo de todas las cosas. 

Párate y escucha… https://www.youtube.com/watch?v=4QeDOT2Fqb0 

¡Pero Dios sigue insistiendo, llamando, procurando nuestra amistad! Como un amante obstinado, nos sigue buscando con toda la fuerza de su amor infinito. 

Abraham, Isaac, Jacob... y luego la esclavitud en Egipto, el éxodo a través del desierto, el esplendor del reino de David, la angustia del exilio, la nueva esclavitud... son los apasionantes capítulos de una infinita historia de amor a la que respondemos con nostalgia... 

El grito de hambre, de sed y de deseo que durante milenios permanece en nuestro corazón: «Señor, Tú eres mi Dios, por ti madrugo. Mi alma está sedienta de ti, mi carne tiene ansia de Ti, como tierra reseca, agosta, sin agua». 

Párate y escucha… https://www.youtube.com/watch?v=RLsQ-_jnxeQ 

Jesús es mi alegría,

el consuelo y la savia de mi corazón.

Jesús aleja todo sufrimiento.

Él es la fuerza de mi vida,

el deleite y el sol de mis ojos,

el tesoro y la alegría de mi alma.

Por eso no dejo que Jesús

se aleje de mi corazón y de mi rostro. 

Jesús sigue siendo mi alegría, la savia y el consuelo de mi corazón, Jesús pone fin a todo sufrimiento, es la fuerza de mi vida: sol y deseo de mis ojos, delicia y tesoro de mi alma. Por eso no te dejo, Jesús, lejos de mi corazón y de mi mirada. 

Y María, es la primera sílaba de la respuesta de Dios a nuestro deseo. Ella es la cuna de la vida, el lienzo sobre el que el artista genial traza su obra maestra, el silencio que da espacio a la Palabra, la tierra en la que ha brotado el cielo, el tabernáculo para aquel a quien los cielos no pueden contener. 

Los creyentes de todos los tiempos invocan a la Madre, casi pendientes de sus labios, para disipar la espera y gritar su sí, en un instante suspendido que por un momento concentra todo el deseo de la Creación en un solo punto: la Anunciación. 

Párate y escucha… https://www.youtube.com/watch?v=URYYuxE5270 

Ave María Gratia plena, Dominus tecum, Ave María

Benedicta tu, benedicta tu in mulieribus

et benedictus fructus ventris tui Jesu

Sancta Maria ora, ora pro nobis Sancta Maria,

ora, ora pro nobis. Amen. 

Un niño nos ha nacido… No podemos prescindir de Ti, Señor, porque Tú eres nuestro todo, nuestro presente y nuestro futuro, Tú eres la desembocadura que da sentido al río, el placer que calma la espera, el vino que sacia toda sed. 

Tú eres la esperanza, Tú eres la espera, Tú eres el perpetuo reflujo del amor, Tú eres la recompensa a todo amor, Tú, solo Tú. 

Aunque sea de noche,

sabré dónde está la fuente de la que brota

esa fuente pura y luminosa que nos conduce a la fe. 

Su esplendor nunca se oscurece

y es fuente de toda luz,

sus corrientes riegan los cielos

y con esta agua se sacia todo ser viviente. 

Esta fuente eterna yace oculta

y llama a toda criatura,

mi corazón anhela la fuente

que en el pan de vida contemplo. 

¿Por qué me creaste, Señor? ¿Por qué quisiste que naciera? ¿Que viviera esta vida? ¿Por qué? Lo sé, en lo más profundo de mi corazón lo sé: me creaste porque me quisiste y me quisiste porque me amabas, me creaste porque te complacía amarme, me creaste para tu placer, porque tu placer es amarme. 

Cada hoy es el día feliz, el único día verdaderamente feliz, en el que comienza mi salvación. Cada día es el día en que me enseñas a vivir agradecido y a caminar confiado. 

Párate y escucha… https://www.youtube.com/watch?v=olQrCfkvbGw 

Oh, día feliz cuando Jesús lavó

mis pecados.

Él me enseñó a ver, luchar y rezar,

Oh, día feliz. 

Señor, así es: en Navidad comienza tu camino en el mundo y nuestro camino en el cielo, te abres paso en nuestro misterio —misterio de contradicciones y claroscuros— para que podamos abrirnos paso en el misterio del cielo —misterio de luz, alegría y vida—. Te hiciste hombre para que pudiéramos convertirnos en Dios. 

Has abierto el canal del amor y, desde ese día, el Espíritu Santo sube y baja incansablemente la escalera de los corazones, entrando y saliendo y difundiendo por todas partes tu perfume. 

Desde que naciste todo ha cambiado y el mundo se ha revolucionado: la venganza se ve desarmada por el perdón, el miedo se rinde ante la confianza. Ya nadie tiene miedo, hoy nadie tiene miedo, porque Dios se ha hecho niño y nadie tiene miedo de un niño. Y nosotros queremos ser niños contigo, y como Tú, Señor, para que nadie tenga más miedo. 

Danos, Señor, no querer asustar a nadie. Danos ser una Iglesia que no da miedo. Nunca más, Señor, nunca más. No queremos dar miedo nunca más. 

Y así, el Todopoderoso, Aquel que no necesita nada, se nos presenta pobre y necesitado de todo. Este Dios ha elegido necesitarnos, para que podamos acercarnos a Él sin miedo. El Infinito ha elegido necesitarnos para que seamos elevados a la dignidad de sus colaboradores. 

Podría haber prescindido de ello, pero ha elegido necesitar de nosotros para hacernos partícipes de su alegría. Ha elegido confiar en nosotros para demostrarnos su confianza. 

Contemplando a este niño-Dios comprendemos cuán vana es nuestra búsqueda por ser autosuficientes y fuertes, porque la verdadera suficiencia y fuerza están en otra parte, ciertamente no se basan en lo que es fuerte y suficiente a los ojos del mundo, porque todo el poder y la majestad de Dios está en un pequeño niño: es nada, es un ser indefenso, pero al mismo tiempo es el Rey de reyes y el Señor de señores. 

Él, el Todopoderoso, ha elegido ser impotente por amor, Él, el Fuerte, ha elegido ser indefenso para que yo no me sintiera más amenazado por Él. Ha querido nacer desarmado y vivir desarmado, despojado de todo signo exterior para que no nos sintamos jamás obligados por la fuerza a creer en Él. 

¡Vamos, sí, vamos a amar al amor indefenso! 

Párate y escucha… https://www.youtube.com/watch?v=T9wCgYdBoYY 

Venid, fieles, alegres y triunfantes

venid, venid a Belén.

Mirad: ¡ha nacido el rey de los ángeles! 

Venid, adoremos.

Venid, adoremos al Señor. 

Abandonado el rebaño, humildemente hacia la cuna,

los pastores, sintiéndose llamados, se acercan.

También nosotros, jubilosos, apresurémonos. 

El esplendor eterno del Padre Divino

veremos escondido bajo un velo de carne:

El Dios niño envuelto en pañales. 

El verbo adorar proviene del latín: dirijo mi rostro hacia... Y adorar es precisamente esto: fijar la mirada en el fuego inagotable del amor, pero también dejarse mirar por Él, dejarse penetrar por la mirada de Jesús. 

Es la mirada sobre el joven rico, que Lucas describe pudorosamente con dos verbos: «mirándolo intensamente, lo amó», es la misma mirada que el Dios niño dirige a los pastores y a los magos, que parece irradiar luz, la luz de una nueva aurora, el amanecer de la Gracia redentora. 

Párate y escucha… https://www.youtube.com/watch?v=4EH2nfdChGg 

Noche silenciosa, noche santa.

Todo está tranquilo y resplandece

alrededor de la virgen madre y el niño,

el santo pequeño tan tierno y dulce.

Duerme en la paz celestial,

duerme en la paz celestial.

Noche silenciosa, noche santa.

Estrella maravillosa, tráenos la luz.

Déjanos cantar con los ángeles.

Aleluya a nuestro Rey.

Cristo, el salvador, está aquí.

Cristo, el salvador, está aquí

Noche silenciosa, noche santa.

El hijo de Dios es pura luz de amor.

Los rayos irradian de su santo rostro.

Es el amanecer de la Gracia redentora.

Jesús, en tu nacimiento, Jesús, en tu nacimiento. 

El esplendor que irradia el Niño derriba la dureza del corazón y así ocurre el prodigio de la Gracia, el corazón cambia. Sí, nuestra transformación es un acontecimiento sobrenatural: «¿Puede un hombre renacer cuando es viejo?», preguntaba Nicodemo a Jesús, y la respuesta es sí: el hombre puede renacer en la adoración, si se deja traspasar por la mirada del Dios niño, del Dios indefenso, del Dios pobre por amor. Solo la adoración puede transformar el corazón. 

Al final de este camino, la última palabra es paz, paz entre el cielo y la tierra, paz en el corazón del hombre, paz entre todas las potencias del inconsciente, paz, paz, paz, porque todo ha sido amado, cada división ha sido recompuesta, cada pecado ha sido perdonado. La mirada tierna del niño ha realizado el milagro imposible. El mundo entero está en paz, reconciliado en el amor. Todo ha sido transfigurado. 

Y ésta es nuestra oración de gratitud a Ti, Señor, al final de este año que concluimos... como cada día y como todo hoy.

Párate y escucha… https://youtu.be/mkzzqcuMpEs?si=uvC5mkOnD-1ZtCsL 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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