¿Por qué a pesar de los años creemos en los Magos?
Creemos en los magos. Lo creemos firmemente, porque no podríamos vivir sin respirar el viento que desde Oriente nos trae todos los sueños de nuestra infancia.
Creemos en los magos porque una vida que no cree en los reyes, en los astrónomos o en los sabios orientales que se ponen en camino para recorrer el horizonte, creo que no vale la pena vivirla.
Creemos en los magos porque creer en esos ojos orientales es seguir recorriendo el mundo con la confianza de quien cree en las personas, en quien cree que las personas son fundamentalmente buenas y que pueden ponerse en camino incluso solo para llevar un regalo.
Creemos firmemente en los Reyes Magos porque hemos experimentado que ciertas caravanas inesperadas realmente abren nuevos escenarios para el futuro, creemos en los Reyes Magos porque esperamos que vuelvan, y si por la noche nos gusta mirar desde arriba el mundo iluminado es porque lo sentimos lleno de encuentros.
Creemos en los Reyes Magos porque necesitamos sentir que hay una parte desconocida con la que lidiar, porque si creyéramos que ya lo sabemos todo preferiríamos morir, porque nos gusta viajar y dejarnos sorprender por una vida que, cuando decide cambiar de rumbo, solo pide que se la siga.
Creemos en los Reyes Magos porque siempre creemos en quienes caminan, mientras que desconfiamos de los sedentarios.
Creemos en los Reyes Magos porque huelen las calles y no construyen muros, porque saben mirar al cielo, porque mastican polvo.
Creemos en los Reyes Magos porque hemos comprendido que, al final, la vida depende de la estrella que seguimos (porque siempre perseguimos una estrella, incluso cuando no sabemos cómo llamarla).
Creemos en los magos, necesitamos creer en los magos, porque a veces las estrellas nos parecen demasiadas y nos dan ganas de seguir solo a nosotros mismos, o de no seguir nada.
Creemos en los magos porque nos recuerdan que no todas las estrellas son iguales y que solo hay que seguir aquellas que dejan una estela luminosa tras de sí. Porque solo el camino hace que el sueño brille.
Creemos en los magos porque hemos comprendido que la estrella puede apagarse, como les sucedió a ellos, y esos no son momentos felices. Creemos que si la estrella se apagó para los sabios, sin duda también nos puede pasar a nosotros, sucederá, estamos seguros, pero saber que ellos también dieron pasos en la oscuridad, saber que avanzaron a tientas, saber que se perdieron, nos los hace simpáticos y similares, y casi nos parece que el Evangelio nos los han regalado para que no nos sintamos inadecuados.
Creemos en los magos porque nosotros también, como ellos, hemos intentado seguir estrellas cometas que nos han llevado a las fauces del enemigo. Puede suceder.
Creemos en los Reyes Magos porque queremos seguir creyendo en los adultos que se atreven a sentir «una alegría inmensa», y les da igual si parece algo infantil. Queremos creer que se puede sentir una alegría inmensa por la luz de una estrella, sin avergonzarse de decirlo, que es infantil y maravilloso, que es tierno.
Creemos en los magos porque nuestra vida solo tiene sentido cuando sentimos una gran alegría de vivir y los demás se dan cuenta y sienten que es posible.
Creemos en los magos porque son ingenuos y nos conviene creer que se puede, para formar parte de la gran caravana de la Iglesia, vivir sin astucia ni doblez.
Creemos en los magos porque caminan con ingenuidad y se encuentran y no entienden y corren el riesgo de arruinar los planes divinos confiando en las personas equivocadas, pero creemos que al final es precisamente su sencillez, la que vive en quienes aún confían en los sueños, la que los salva. Creemos que se necesita mucha humildad para envejecer mirando al cielo, y mucha fe para mantenerse sencillo.
Creemos en los magos porque creemos en su entusiasmo y en su obstinada decisión de llegar hasta el final, creemos que en la vida lo importante no es no equivocarse nunca de camino, sino encontrar a alguien que no se impaciente por los desvíos inoportunos y arriesgados. Creemos en los magos porque es bonito equivocarse de camino si no estamos solos.
Creemos en los magos porque ya no creemos en los sabios, no creemos en quienes explican la vida, creemos en quienes despliegan las velas y convierten toda la vida en un viaje.
Creemos en los magos porque ante un niño, una madre y un padre no ven solo un niño, una madre y un padre.
Creemos en los magos porque no creemos en las personas que buscan señales, sino en aquellas que, arrodillándose, convierten en señal la vida que nace.
Creemos en los magos porque adoran la vida.
Y porque traen el oro del sol del este y la arena de los desiertos, porque cuentan que los reyes son aquellos que saben ponerse en camino.
Creemos en los magos porque con el incienso traen un perfume, y solo quien es capaz de respirar fragancias invisibles puede creer que Dios está todo en ese cuerpecito de niño.
Creemos en los magos y en la mirra, porque habla de la muerte, y creemos que si no hablamos libremente de la muerte, no tenemos nada que decir sobre la vida.
Creemos en los magos porque al final regresan a su país y no se vuelve a saber nada de ellos.
Ahora somos lo suficientemente mayores para comprender que quienes no tienen el valor de salir de escena a menudo solo han sido el intérprete de un papel.
Creemos en los magos porque solo creemos en las personas que caminan.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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