Y sin carne yo mismo veré a Dios - Job 19, 25ss -.

Y sin carne yo mismo veré a Dios - Job 19, 25ss - 

https://www.youtube.com/watch?v=gqVRAE9xFLc

Cuando mis manos finalmente hayan aprendido a abrirse y dejarse atravesar por el Vacío, Misericordioso, finalmente sentiré tu caricia. 

Cuando mis ojos finalmente vean ese Invisible tan ingenuamente intuido, Misericordioso, amaré tu emoción por mí. 

Cuando mis labios sean finalmente besados por el Silencio, Misericordioso, bésame. 

Cuando mis mejillas sean libres para sonreír y mi mirada se acaricie por un viento que será solo tuyo, Misericordioso, besa los ojos de quienes aún no pueden ver la luz en las sombras. 

Cuando mis oídos finalmente sean libres para escuchar el sonido del Silencio, Misericordioso, solo espero reconocerlo. 

Cuando mi imaginación sea libre para ser finalmente ella misma y mi espíritu se haya deslizado definitivamente fuera de los límites de la formalidad, Misericordioso, hazme conocer la libertad del juicio y de la condena, viejas miserias humanas que no son en absoluto Tuyas. 

Cuando mi corazón deje de latir, Misericordioso, estoy seguro de que leerás entre las paredes de ese apagado corazón toda mi inagotable hambre de vida porque es lo único de lo que estoy orgulloso. 

Cuando derrame mis últimas lágrimas, Misericordioso, cuéntame todas las que he derramado en mi vida, incluso aquellas que no recuerdo, porque allí fui realmente yo mismo. Y fui verdadero y hermoso en aquellas lágrimas. Como todos los que tienen un motivo para llorar. 

Cuando mis familiares y amigos se reúnan a mi alrededor, solo espero que aprendan de Ti, Misericordioso, el arte de la misericordia. 

Cuando haya perdido todos los sentidos, Misericordioso, o finalmente seas Tú el único Sentido, te diré gracias por haberme regalado el primer aliento. 

Cuando mi alma salga definitivamente de esta ilusión y entre en la Verdad, Misericordioso, ayúdame, tierno amante, a hacer el amor con lo que habré llegado a ser, con mi Ser definitivamente nacido. 

Finalmente, cuando estemos cara a cara, cuando vea por primera vez el esplendor del Amor, estoy seguro de que sonreiremos, abrazados y llorando de alegría, finalmente habrá terminado mi espera y habrá comenzado mi Descanso. 

Aquí estoy, Padre, porque me has llamado. Te diré en un susurro. Habré llegado a la luz. Y comenzaremos a caminar camino de casa, al banquete y a la fiesta. Todos. Juntos otra vez. 

Entonces mis ojos te verán (Job 42, 5). 

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P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF