lunes, 27 de enero de 2025

Día de las Memorias.

Día de las Memorias 

Estaría bien recordar todas las masacres 

24 de enero de 2025 - El 27 de enero de 1945, las tropas rusas del 60º Ejército llegaron las primeras a Auschwitz -la ciudad polaca de Oświęcim-, descubrieron el campo de concentración nazi y liberaron a sus supervivientes. Por tanto, en la aclamada película «La vida es bella», se comete un error histórico al introducir tanques estadounidenses. Fueron los rusos quienes liberaron Auschwitz. 

Hoy, sin embargo, más que un Día de la Memoria, deberíamos celebrar un DÍA DE LAS MEMORIAS, un momento de reflexión transversal y universal que recuerde todos los genocidios y masacres con los que el hombre ha ensuciado el concepto de humanidad y su propia historia. Empezando por el primer genocidio real de los tiempos modernos, el perpetrado contra los armenios a principios del siglo XX. 

También hubo un genocidio en los últimos años, en 1994, cuando alrededor de 1.000.000 de personas fueron brutalmente masacradas en Ruanda. ¿Y cómo no recordar los igualmente recientes perpetrados en Srebreniza durante la terrible guerra de los Balcanes? ¿Y cómo no recordar la represión de los rohinyás y las masacres étnicas en África? 

Así pues, hagamos un esfuerzo por recordar. No sólo murieron judíos en este mundo. Hubo el genocidio de los nativos americanos (se calcula que más de 100.000.000 de muertos), el ya mencionado genocidio ruandés (1.000.000 de muertos), las masacres de Foibe (se calcula que 2.500 muertos y 7.500 desaparecidos), la masacre del pueblo armenio (1.000.000 - 1.500.000 muertos), el holodomor ucraniano (se calcula que 10.000.000 muertos), el genocidio camboyano a manos de los jemeres rojos (2.000.000 de muertos), la inolvidable masacre de Srebrenica (estimación de 10.000 muertos), las masacres de Darfur y Biafra (2.500.000 muertos), la masacre de Timor Oriental, los desaparecidos argentinos, la persecución en el Tíbet y de los uigures. 

Ha habido (¡y sigue habiendo!) un genocidio silencioso y sistemático del pueblo palestino. La guerra de Gaza también ha sido calificada de genocidio por el Tribunal Internacional de La Haya. Levantó su voz contra Israel un país que conoce bien el apartheid: Sudáfrica. 

¿Holocausto o Shoah? Ni lo uno ni lo otro. Fue Genocidio. 

Es necesario utilizar bien las palabras. “Holocausto”, término utilizado durante muchos años para indicar la tragedia del antisemitismo, es en realidad un término aborrecido por los judíos, que asocian la palabra holocausto con «sacrificio» (la Biblia nos habla de muchos holocaustos dirigidos a Adonai desde la época de los patriarcas). Y, por tanto, aplicar el término al exterminio nazi es impropio: ¿acaso que los judíos fueron o se ofrecieron a sí mismos como sacrificio? Por supuesto que no. 

Pero incluso el término “Shoah” no es del todo apropiado: significa “destrucción” pero la raíz semánticamente no contiene el concepto de destrucción a manos del hombre. Incluso el “tsunami” es shoah para un judío que conoce la diferencia con la persecución sufrida en Europa cuando el exterminio vino a manos del hombre. Por eso Israel está tan unido a Dios. Porque no fue Dios quien lo quiso, sino el hombre. 

Por ello, el término más correcto fue “'genocidio”', acuñado en 1944 por el jurista Raphael Lemkin, nacido en el seno de una familia de judíos polacos, que se interesó por el genocidio armenio y propuso a la Sociedad de Naciones prohibir lo que denominó “'barbarie”' (el exterminio de un grupo étnico) y “'vandalismo”' (la destrucción de la cultura de un grupo étnico). Acuñó el término “genocidio”, que deriva del griego genos (familia, tribu o raza) combinado con el sufijo latino “'cidio”' (matar). La primera publicación en la que apareció el neologismo fue “'Axis Rule in Occupied Europe: Laws of Occupation - Analysis of Government - Proposals for Redress”', publicada en 1944. 

Desde entonces, el término genocidio indica la destrucción metódica de un grupo nacional, étnico, racial o religioso. 

La teología judía se ha esforzado en los últimos años por intentar dar una respuesta y permitirnos seguir hablando de Dios, a pesar de Auschwitz, un crimen que sigue estando totalmente atribuido a la perversión humana. 

Los 6 millones de judíos exterminados en los campos de Auschwitz, Treblinka, Mathausen, Bergen Belsen, Buchenwald, por citar sólo los más grandes, son historia, la peor página de la historia humana. Pero no menos escandaloso es el genocidio que está llevando a cabo Israel contra el Pueblo Palestino. Doblemente escandaloso porque lo perpetra un pueblo que ha vivido en carne propia la persecución. Verdaderamente inexplicable. 

Para quienes se aventuren en las páginas de Hanna Arendt, Anna Franck, Elie Wiesel por citar a algunos de los autores más conocidos, existe la posibilidad de comprender cómo el judío vivió la tragedia de la aniquilación. Pero detrás de los líderes y jerarcas había un pueblo que obedecía las leyes injustas en Alemania. Un rebaño ciego que había apagado su corazón. 

Para resolver el problema «judío», se plantearon incluso utilizar una isla: Madagascar. Optaron por la destrucción masiva, más barata y eficaz. 

Tener Memoria no sólo significa recordar. Tener Memoria significa recordar para atesorar la experiencia. 

En el Día de la Memoria o, mejor aún en el Día de las Memorias, deseamos que la hipocresía desaparezca, que la retórica de las palabras caiga al suelo, que las mentes obunibilizadas por verdades de conveniencia vean por fin, comprendan por fin. Que por fin tomen conciencia. 

Tener memoria significa no tergiversar la historia y reconocer (con no poca amargura) que los hombres no aprendemos nada de la historia. Cuando se trata de prevaricar, todos somos iguales. Hagamos memoria, recordemos,..., mientras vivimos el presente y caminamos hacia el futuro... pero mirando la realidad a la cara. 

Logrando, si es posible, tomar conciencia.

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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