lunes, 3 de febrero de 2025

El humor, es decir, vivir como resucitados.

El humor, es decir, vivir como resucitados 

Es un arte aprender a vivir con seriedad y humor en las proporciones adecuadas. La vida es una cosa seria, por supuesto. ¡Quién lo negaría jamás! Y, sin embargo, maestros de todos los tiempos y de todas las tradiciones a menudo insinúan -con una sonrisa que parece ocultar mucho más de lo que expresa- al hecho de que la vida es también un juego. Y el juego también es una cosa seria, sólo hay que intentar ¡preguntar a los niños! 

Sólo una paradoja puede explicar en profundidad la naturaleza de una experiencia tan rica como la de la vida, de la que somos protagonistas y espectadores, e invitarnos a encontrar el justo equilibrio. Y los maestros de la vida resultan ser esta vez los niños que viven plenamente su juego, ya sea en el papel de los "guardianes", si están en el papel de los "ladrones", o si hacen de "médico" o "paciente", donde lo importante no es ser importante, ni estar en un bando o en otro, sino que lo importante es desempeñar su papel, interpretarlo bien, sumergiéndose en él con pasión, sin olvidar nunca que ése es sólo el papel momentáneamente, porque la verdadera identidad es otra. 

Es la misma invitación que plantean los grandes psicólogos y filósofos. Algunos de ellos ponen el énfasis, como parte del camino de crecimiento personal, en el método de la minimización y el humor. Muchas personas están acostumbradas a tomarse la vida, las situaciones, las personas, con excesivamente seriedad, tienden a tomárselo todo trágicamente. Para liberarse deberían cultivar una actitud más más suelta, más serena, más ‘impersonal’. Se trata de aprender a ver la comedia humana desde arriba, sin participar demasiado emocionalmente; a considerar la vida del mundo como una representación teatral en la que cada uno desempeña su parte. Éste debe interpretarse lo mejor posible, pero sin identificarse completamente con el personaje que uno encarna. 

Porque nuestra verdadera identidad no se encuentra en el "vestido" que llevamos, ni en la cabecera de la tarjeta de presentación, ni en el tamaño ni excelencias del curriculum vitae, porque las cosas realmente importantes de la vida, de nuestra vida personal, son algo más que eso: son afectos, emociones, talentos más o menos desarrollados, valores e ideales, sueños y esperanzas. Éstas son las cosas reales, las verdaderamente importantes de la vida, y escucharlas y respetarlas también determinan el grado de salud física y psíquica, y esto es lo que quizás ya lo sabemos, pero a menudo lo olvidamos, sufriendo exageradamente por cosas que luego son fácilmente reducibles frente a las grandes cuestiones de la existencia. 

Y es aquí donde el humor se revela a su vez como un gran maestro porque ayuda a restablecer las proporciones correctas de los diferentes aspectos de la realidad. Observando y viviendo la vida de manera amplia y elevada, uno ve que tiene lados serios, duros, dolorosos, pero también aspectos alegres, luminosos, brillantes y también aspectos cómicos, divertidos, risibles. Estos constituyen el justo contrapeso y el equilibrio de aquellos. El arte de vivir consiste en alternar adecuadamente los diferentes elementos y actitudes; y hacerlo está en nuestra mano más de lo que pensamos. 

Demasiada seriedad también denota demasiada rigidez, incapacidad para percibir el mundo en sus múltiples aspectos, en los diferentes puntos de vista, entre los que siempre habrá siempre uno que permita sonreír. Saber sonreír de uno mismo requiere una gran apertura mental y confianza en uno mismo, para no perder la propia identidad aunque por un momento uno pierda su dignidad; encontrar el matiz humorístico incluso en la tragedia requiere una gran confianza en la vida que nunca está realmente "contra nosotros" aunque los acontecimientos parezcan demostrar lo contrario, siempre existe la posibilidad de ver las cosas de otra manera, y a veces es incluso el absurdo de este intento lo que nos hace sonreír, lo que nos hace reír, y entonces la realidad se hace más soportable, aunque sólo sea por el efecto benéfico de la risa. 

El humor abre los horizontes a infinitas interpretaciones de la realidad, y entonces la realidad ya no es sólo inexorablemente aquello que nos hace sufrir y esta revelación ya es suficiente para aliviar la carga de la existencia. Entre las cualidades del hombre autorrealizado -sentido del derecho, capacidad de interconexión, lealtad, vitalidad, belleza, bondad, unicidad, verdad, independencia- Abraham Maslow, el padre de la psicología humanista, también inserta el humor y la alegría. Un mensaje para subrayar la gran importancia de estas cualidades en una persona que ha adquirido la suficiente confianza en sí misma y en la vida para dejar de sentirse en oposición y competencia con los demás, para no sentirse "amenazado" por los acontecimientos, sino para reconocer las múltiples posibilidades de interacción y colaboración que surgen a cada momento para mejorar una realidad que todos compartimos. 

Saber reír puede ser signo de grandeza, de madurez, pero hay que hacer una distinción. Hay una diferencia radical entre la comedia -en el sentido de Burla- y el humor. El primero es antagónico, agresivo, a menudo cruel; en cambio, el segundo está impregnado de indulgencia, bondad, comprensión. Consiste en ver desde arriba, en su verdadera luz y en sus justas proporciones las debilidades humanas. Y el verdadero humorista sonríe sobre todo de sí mismo. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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