¿El imperio del ego o la sociedad de nosotros?
El sistema que vende y compra todo sólo podría lograr sus objetivos destruyendo a su enemigo acérrimo llamado comunidad. Pero también podemos elegir el camino que nos lleve al "nosotros" en lugar de marchitarnos pensando sólo en el "yo".
El sistema que vende y compra todo sólo podría lograr sus objetivos destruyendo a su enemigo acérrimo llamado comunidad. Todos teníamos que volvernos autónomos, lo más solos posible, separados de los demás y completamente dependientes. No es casualidad que las familias sean cada vez más pequeñas, que no se tengan hijos y que los solteros, especialmente en las grandes ciudades, representen porcentajes muy elevados de los residentes. Así, utilizando el medio de desinformación y venta por excelencia, es decir, la televisión, se ha conseguido aislarnos y convertirnos en individualistas, perfectos consumistas que ya no encuentran razón de existir más que en la relación consigo mismos y con qué puedes comprarlo. De hecho, estamos cada vez más enamorados de la palabra "yo" en detrimento de la palabra "nosotros". Somos la civilización del “selfie”, la apoteosis del narcisismo y el superyó, donde aparecer es mucho más importante que ser.
Cada uno debe realizarse, lo que también suena positivo, es una pena que casi siempre, incluso entre mil gurús y "expertos" en cambio personal, esta pseudo-autorrealización pueda fácilmente pasar por alto todo. Para tu realización no importa a quién pisoteas, qué produces, qué trabajo haces, cuánto daño causas a los demás y al medio ambiente; lo importante es que te des cuenta tú mismo, que luego en la mayoría de los casos la cuestión se reduce a cómo aumentar tu cuenta bancaria, pero sobre todo la de los gurús y expertos mencionados anteriormente...
El ego es soberano, el ego es absoluto, el ego debe destacarse por encima de todos los demás egos, el ego debe hacerse notar, el ego debe tener tantos gustos como sea posible. Un "yo" que muchas veces ya no es capaz de hacer nada con sus propias manos, que está cada vez más solo y desesperado, aunque esté conectado con miles de otros yoes perdidos. Un yo que se abandona a su suerte si no tiene suficiente dinero o acceso. Un ego que en la vejez estará trágicamente solo y quizás esto también pueda significar períodos de diez o veinte años de soledad aún más marcada, porque si todos somos yo, tan ocupados cuidando de nuestro ego, no hay más tiempo para los demás.
Por lo tanto, a diferencia del imperio del ego, necesitamos construir una sociedad de nosotros, donde los egos sean importantes pero también sean muy pocos y muy poco sin un nosotros. Un nosotros que nos permite ser verdaderamente felices, que nos permite redescubrir el significado de las relaciones con los demás no filtradas por las pantallas, que nos permite no necesariamente tener que comprar bienes y servicios porque cuando somos un nosotros podemos colaborar, intercambiar, compartir, prestar, donar, apoyar, todos aspectos que no generan dinero para quienes quieren vendernos todo pero que son indispensables para nuestra existencia, incluida nuestra existencia espiritual y como animales sociales. Un nosotros que nos preocupamos por el entorno en el que vivimos, por el trabajo que hacemos porque nos preocupamos por nuestra salud y la de los demás, por nuestro futuro y el de los demás.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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