martes, 15 de abril de 2025

El arte de amar.

El arte de amar 

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. 

¿Pero se puede mandar amar? Un amor impuesto es una caricatura, frustrante para quien ama, engañoso para quien es amado. 

Amar, en la lógica del Evangelio, no es una obligación, sino una necesidad para vivir, como respirar: «Todos necesitamos muchoa amor para vivir bien» -Jacques Maritain-. 

Es un mandamiento en el sentido de fundamento del destino del mundo y de la suerte de cada uno: amaos los unos a los otros, es decir, a todos, de lo contrario la razón siempre será del más fuerte, del más violento o del más astuto. 

«Nuevo», lo declara Jesús. ¿En qué consiste la novedad de estas palabras si ya estaban recogidas en la Ley de Moisés: amarás a tu prójimo como a ti mismo? 

Surge de las palabras siguientes. Jesús no dice simplemente «amaos». No basta con amar, podría ser solo una forma de posesión y poder sobre el otro, un amor que lo toma todo y no da nada. También hay amores violentos y desesperados. Amores muy tristes e incluso destructivos. 

El Evangelio añade una palabra especial: amaos los unos a los otros. En una relación de comunión, cara a cara, de tú a tú. En reciprocidad: amor dado y recibido; dar y recibir amor es lo que pesa en la felicidad de esta vida. 

No se ama a la humanidad en general; se ama a este hombre, a este niño, a este extranjero, a este rostro. Sumergiéndose en su intimidad concreta. Se ama a las personas una a una, rostro a rostro. 

Pero la novedad evangélica no se reduce solo a esto. Jesús añade el secreto de la diferencia cristiana: como yo os he amado, así amaos los unos a los otros. 

Lo específico del cristiano no es amar, eso ya lo hacen muchos, de muchas maneras, bajo todos los cielos. Sino amar como Jesús. No tanto como Él, imposible para nosotros vivir su medida, sino como, con el estilo único de Jesús, con la revolución de la ternura combativa, con los vuelcos que ha provocado. 

Libre y creativo, hizo cosas que nadie había hecho nunca: si yo os he lavado los pies, hacedlo también vosotros, hacedlo empezando por los más cansados, los más pequeños, los últimos. Jesús ama primero, ama en la pérdida, ama sin contar. Él es el relato inédito de la ternura del Padre. 

En esto conocerán todos que sois mis discípulos: si tenéis amor los unos por los otros. No basta con ser creyentes, también debemos ser creíbles. Dios no se demuestra, se muestra. 

Cada uno debe convertirse, como Él, en un relato inédito del rostro de amor de Dios, un canal no obturado, una vena no obstruida, a través de la cual la amor, como agua que fecunda, circule en el cuerpo del mundo. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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