Angelus Domini
https://www.youtube.com/watch?v=gDC-g5osZWA
El Ángelus es, en esencia, el relato de la vocación de María. Se nos invita a meditar sobre su vocación y su «sí», y a descubrir también en nuestra vida cotidiana la llamada y las llamadas de Dios.
«El ángel del Señor anunció a María. Y ella
concibió por obra del Espíritu Santo» (cf. Lc 1,26-35).
En
pocas palabras se nos presenta la vocación de María: a través de la obra del
Espíritu Santo, Dios establece un nuevo comienzo en la historia de la
salvación. Solo gracias a la intervención de Dios y a la venida del Espíritu
Santo puede suceder el milagro: la historia funesta del mundo se interrumpe y
se le da un nuevo comienzo al género humano.
La
historia de la relación entre Dios y el hombre es siempre una historia de
vocación: Dios se dirige a las personas como a amigos y amigas, entra en
relación con ellas porque desea invitarlas a acoger la comunión con Él. Él
llama por nombre a cada uno de nosotros.
La llamada de Dios nos llega de muchas maneras diferentes: a través de la Sagrada Escritura; a través de la voz interior que nos hace gozar del Bien; a través de las situaciones concretas de nuestra vida. Las historias bíblicas de vocación pueden mostrarnos caminos transitables y ayudarnos a comprender nuestra vocación.
«He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí
según tu palabra» (Lc 1,38).
Este
versículo bíblico recoge la respuesta de María a la llamada que Dios le dirige:
María acepta con plena confianza. En su respuesta, la madre de Jesús presenta
un programa de vida que es también un proyecto para los creyentes.
Ella
se muestra dócil para que todo suceda como Dios ha dispuesto; ve su vida a la
luz de Dios, a la luz de la vocación que Dios le ha dado. Y el mismo Jesús
reconocerá que su madre ha vivido de la Palabra de Dios. Lo subraya un relato
del Evangelio de Lucas: una mujer alaba a la madre que ha dado a luz a Jesús, y
él responde: «Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de
Dios y la observan» (Lc 11,28).
María es, pues, un ejemplo de cómo debe acogerse la vocación de Dios. A través de su escucha y de su «sí», María se convierte en imagen de la Iglesia llamada por Dios.
«Y el Verbo se hizo carne y habitó entre
nosotros» (Jn 1,14).
Este
pasaje del Evangelio de Juan nos dice que Dios nos da su cercanía. En esta
frase, cada palabra tiene un significado profundo: el Hijo de Dios es llamado
Verbo.
Nuestro
Dios es un Dios abierto al diálogo; no está lejos, sino que nos dirige su
Palabra a través de Jesús, su Hijo hecho hombre; a través de esta Palabra, una
luz ilumina nuestra vida. Él es hombre como nosotros, ha experimentado las
alegrías y los dolores de la vida humana, ha compartido nuestros sufrimientos y
nuestras esperanzas.
Jesús
comprende a las personas y por eso puede acompañarlas en su camino. En su
travesía por el desierto, el pueblo de Israel siempre buscó la cercanía de
Dios, que plantó su tienda entre los hombres, según la expresión utilizada en
la Biblia. Había muchas tiendas en las que vivía el pueblo y había una tienda
en la que las personas se encontraban con Dios.
El Hijo de Dios «habitó entre nosotros», se deja encontrar por nosotros. Desde entonces, muchas personas se han puesto en busca de Jesús, como nos cuenta el Evangelista Juan en una historia de vocación. Dos discípulos del Bautista preguntaron a Jesús: «¿Dónde vives?». Y Jesús los invitó: «Venid y veréis». Fueron y vieron dónde vivía y ese día se quedaron con él; era la hora décima (Jn 1,38-39). Buscaron y encontraron a Jesús.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Después
de la narración, en la oración nos dirigimos a la Madre de Dios: «Ruega
por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de las promesas de nuestro
Señor Jesucristo».
La oración final muestra la promesa de Jesucristo para nuestra vida; es un recuerdo breve y conciso del don de la salvación y, al mismo tiempo, una respuesta a la petición de felicidad. Estamos llamados a la vida que noes menos que la vida feliz y plena. Para los creyentes, el mensaje de vida, resurrección y relación con el Dios vivo es una promesa de felicidad. A través de nuestra vocación, estamos invitados a recorrer el camino de la esperanza.
Las campanas del Ángelus son una invitación al silencio. El triple repique diario de las campanas del Ángelus nos invita a reflexionar sobre el sentido de nuestra vida, sobre nuestra vocación y sobre las tareas que se nos presentan. Durante muchos siglos, la llamada al Ángelus ha marcado la vida cotidiana de los pueblos cristianos y el repique de las campanas era un importante punto de referencia para medir el paso del tiempo. En nuestra vida frenética necesitamos momentos de calma y reflexión. El Ángelus, por su brevedad, puede encontrar fácilmente un lugar en la vida cotidiana del cristiano, incluso en una época tan inquieta y acelerada como la nuestra.
https://www.youtube.com/watch?v=gDC-g5osZWA
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