El amor de Dios es el remedio para nuestra tristeza - Mateo 4, 12-23 -
Juan el Bautista acaba de ser arrestado, ha ocurrido algo amenazador que, en lugar de asustar y hacer prudente a Jesús, lo lleva a salir a la luz, a tomar el relevo de Juan.
Abandona a su familia, su casa, su trabajo, deja
Nazaret por Cafarnaúm, no lleva nada consigo, solo un anuncio.
Vuelve a partir desde donde Juan se había detenido:
convertíos porque el Reino de los cielos está cerca. Son las palabras
inaugurales del Evangelio, generadoras de todo lo demás.
Convertíos.
Nosotros lo interpretamos como «arrepentíos», mientras que es una invitación a revolucionar
la vida: cambiad de lógica, moveos, ¿no veis adónde os lleva este
camino? Es la oferta de una oportunidad: venid conmigo, aquí el cielo
es más azul, el sol más cálido, las personas más sanas, la vida más verdadera.
Y enseguida añade el motivo, la razón de la
conversión: el Reino se ha acercado.
¿Qué es el Reino de los cielos, o de Dios? Es la vida
que florece en todas sus formas, una oferta de luminosidad. El Reino es de
Dios, pero es para los hombres, para una nueva arquitectura del mundo y de las
relaciones humanas, para una tierra como Dios la sueña.
Este Reino se ha acercado. Es como si Jesús dijera:
mantened los ojos bien abiertos porque ha sucedido algo muy importante: volveos
hacia la luz, porque la luz ya está aquí. Dios está aquí, como una fuerza que
ahora circula, que no se detiene, como una levadura, una semilla, un fermento.
El Evangelio termina con la llamada de los cuatro
pescadores y la promesa: os haré pescadores de hombres.
¿Con qué, con qué red pescarán a los hombres?
Escucha, alguien tiene algo muy hermoso que decirte,
tan hermoso que parece increíble, tan fascinante que los pescadores quedan
seducidos, lo abandonan todo, como quien encuentra un tesoro.
La hermosa noticia es esta: la felicidad es posible y
está cerca. Y el Evangelio tiene la clave. Y la clave es esta: nuestra tristeza
infinita solo se cura con un amor infinito - Evangelii gaudium -.
El Evangelio es la clave: es posible vivir mejor, para
todos, porque su palabra responde a las necesidades más profundas de las
personas.
Porque cuando se narra adecuadamente y con belleza, el
Evangelio responde sin duda a las necesidades más profundas de los corazones y
pone a disposición un tesoro de vida y de amor, que no engaña, que no
decepciona.
La conclusión del pasaje de hoy es una síntesis
fascinante de la vida de Jesús.
Jesús caminaba y anunciaba la buena nueva, caminaba y
sanaba la vida.
Jesús camina hacia nosotros, gente de la calle, hacia
nosotros, gente de vida ordinaria, y muestra con cada uno de sus gestos que
Dios está aquí, con amor.
Y esto es lo único que sana la vida. Este será también
el anuncio a cada uno: Dios está contigo, con amor.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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