La devoción eucarística: entre ingenuidad y responsabilidad
La figura del joven Carlo Acutis, que será canonizado el 7 de septiembre de 2025, me ofrece algunos motivos de reflexión. De algunos de ellos ya he reflexionado en otros momentos de mi blog.
Entre ellos se encuentra, sin duda, una referencia a los «milagros eucarísticos» que marcaron su interés por la «presencia del Señor» entre los suyos, con la colección más amplia posible de este fenómeno particular, llamado precisamente «milagro eucarístico», en el que la presencia sustancial (siempre invisible e imperceptible por dogma) se hace visible y tangible (como sangre, como carne, como ...).
Carlo Acutis, cuando alimentó este interés, tenía 13 y 14 años. La «exposición» de los milagros eucarísticos aparece así como una colección organizada por un niño con una fuerte demanda espiritual, pero con instrumentos de análisis y formas de cultura totalmente elementales y muy unilaterales: por eso poco contrastadas y sopesadas.
Esto es válido para el joven Carlo Acutis, de forma clara. Y también debiera ser para la Asociación que apoyó su causa de beatificación tras su muerte y para la Congregación de los Santos que elaboró el proceso de beatificación y canonización.
Sería injusto atribuir a Carlo Acutis intenciones «antijudías». Carlo Acutis ni siquiera era consciente de las raíces y las consecuencias antijudías de algunos de los llamados «milagros eucarísticos» que coleccionó con entusiasmo, sin plantearse muchas disquisiciones, ni ningún problema, sobre lo que coleccionaba.
Dicho lo anterior, hasta puede ser no poco superficial el tratamiento de algunos episodios concretos que presentan objetivamente un componente antijudío, que no se puede superar simplemente omitiendo la identidad de los sujetos implicados en el asunto. Se trataría de un aspecto grave, que no puede dejar de señalarse y que habría merecido una mayor cautela, incluso con un discernimiento más preciso y consciente de los «casos de milagro».
La inocente superficialidad que se puede perdonar, valga la expresión, a un joven de 14 años, que no posee los criterios para discernir adecuadamente en su pasión por la «colección» de milagros eucarísticos, no es aceptable en los adultos que lo acompañaron y luego reconstruyeron su vida y sus obras.
Ciertamente, el camino inaugurado solemnemente por el documento ‘Nostra Aetate’ del Concilio Vaticano II (1965) no se ve en modo alguno cuestionado por la canonización de Carlo Acutis: la reconciliación con la tradición judía es una de las perlas preciosas del camino eclesial de los últimos 60 años.
Más bien debería preocupar a la Iglesia católica el uso que los sectores tradicionalistas, que han tratado de construir en torno a ese joven, esa atmósfera de «santidad clásica», marcada por los rasgos de una cierta apologética clásica, retomando de manera acrítica los modelos modernos y medievales de la cultura católica, incluidos sus rasgos marcados por el antijudaísmo.
Esta antigua lectura de la santidad, que la valora sobre todo por ser «contraria» (contraria a los protestantes, pero también a los no católicos y, por tanto, a cualquier otra religión), corre el riesgo de interpretar lo que Carlo Acutis concibió y estudió por fe sincera como una incitación a volver al pasado, a una negación del Concilio Vaticano II, a una restauración eclesial, a una reafirmación un tanto arrogante de la diversidad del cristianismo católico respecto a cualquier otra confesión cristiana y a cualquier otra religión.
Cierto espíritu reaccionario, presente en ciertos sectores tradicionalistas, corre el riesgo de confundir la sana tradición católica y el Evangelio con el antijudaísmo. Pero esto es un grave error que un católico no debe volver a cometer.
Entiendo ese riesgo real de malentendido no tiene que ver directamente con la figura y el perfil del joven Carlo Acutis sino con ciertas formas caricaturescas, forzadas, simplistas en las que ha podido ser presentado oficialmente y entendido. Hasta podría existir una responsabilidad institucional si ésta ha corrido el riesgo de alimentar malentendidos.
El problema no es Carlo Acutis sino la forma en que su «pasión por la Eucaristía», al no haber sido adecuadamente educada ya en vida, se ha podido simplificar aún más y se ha podido volver obtusa por el tratamiento simplista con el que se propone la reflexión sobre los milagros eucarísticos.
Hasta seguramente se puede afirmar que cierto uso antijudío de la figura de Carlo Acutis sería contrario a las intenciones del joven que será canonizado, que no tenía ningún elemento de antijudaísmo explícito en sus convicciones, salvo lo que repetía de una tradición, de la que solo captaba lo que la devoción y el sentimiento le sugerían de inmediato, sin ningún estudio histórico ni teológico. El propio Carlo Acutis podría ser víctima de las lecturas antijudías que se propusieran en el ámbito católico a partir de su testimonio.
Sin embargo, cierta apologética de los «milagros eucarísticos» hasta se podría convertir en un problema objetivo para una Iglesia del siglo XXI.
Una versión caricaturesca y tergiversada de la propia identidad eucarística de la Iglesia, sin hacer el discernimiento adecuado de su propia historia, no ayudaría a distinguir bien las tradiciones sanas de las tradiciones enfermas.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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