Ni un solo cabello se perderá -Lucas 21, 5-19-
El Evangelio nos guía a lo largo de la cresta de la historia: por un lado, el lado oscuro de la violencia, el corazón de tinieblas que destruye; por otro, el lado de la ternura que salva: ni un solo cabello de vuestra cabeza se perderá.
El Evangelio no anticipa las últimas cosas, sino que revela el sentido último de las cosas. Después de cada crisis anuncia un punto de ruptura, un giro que conduce hacia nuevos horizontes, que abre una brecha de esperanza. Vendrán guerras y atentados, revoluciones y desengaños dolorosos, ansiedades y miedos, pero levantad la cabeza, levantaos.
Pero vosotros... este «pero» es hermoso: una disyunción, una resistencia a lo que hoy parece triunfar en el mundo. Pero levantad la cabeza: actuad, no os resignéis, no os homogeneicéis, no os rindáis.
El Evangelio convoca al compromiso, al trabajo tenaz, humilde y cotidiano desde abajo que cuida de la tierra y de sus heridas, de los hombres y de sus lágrimas, eligiendo siempre lo humano frente a lo inhumano.
Es la bienaventuranza de los opositores: ellos saben que el hilo conductor de la historia está firmemente en manos de Dios. Es la bienaventuranza oculta de la oposición: en el mundo parecen ganar los más violentos, los más ricos, los más crueles, pero con Dios siempre hay un después.
Bienaventurados los opositores: los discípulos no son ni optimistas ni pesimistas, son aquellos que saben custodiar y cultivar la esperanza. Mientras la creación asciende... todo es dolor de parto, cuánto morir para que nazca la vida.
Y aunque la violencia parezca señora y dueña de la historia, levantaos, reanimaos, porque ni un solo cabello de vuestra cabeza se perderá; expresión extraordinaria reiterada por Mateo 10,30: los cabellos de vuestra cabeza están todos contados, no temáis. El hombre y la naturaleza pueden desatar todo su potencial destructivo, pero no pueden nada contra el amor. Ante la ternura de Dios son impotentes.
En el caos de la historia, su mirada está fija en mí. Él es el guardián enamorado de cada uno de mis más pequeños fragmentos.
La visión apocalíptica del Evangelio es la revelación de que el mundo tal y como lo conocemos, con su orden basado en la fuerza y la violencia, ya está empezando a ser derrocado por su propia lógica. La violencia se autodestruirá.
Lo que debe quedar grabado en los ojos del corazón es la última línea del Evangelio: levantaos, alzad la cabeza, porque vuestra liberación está cerca.
De pie, con la cabeza alta, libres, valientes: así ve el Evangelio a los discípulos de Jesús. Levantad la cabeza y mirad lejos, porque la realidad no es solo lo que se ve: hay un Libertador, su Reino viene, vendrá con el florecimiento de la vida en todas sus formas.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
No hay comentarios:
Publicar un comentario