La “conversión” de San Pablo a la luz del diálogo ecuménico y judeo-cristiano
El 25 de enero, los católicos celebramos la llamada conversión de San Pablo. La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, iniciada el 18 de enero, concluyó el mismo día. El 26 de enero se celebró el Domingo de la Palabra de Dios y el 17 de enero tuvo lugar la Jornada del Diálogo entre católicos y judíos.
¿Qué tienen en común todas estas celebraciones? Precisamente es el momento –el kairos– de declarar “impropia”, y luego sustituir, la categoría de conversión utilizada para definir lo que sucedió en la vida de Saulo de Tarso.
Las razones están bien explicadas en una petición de hace casi tres años, aprobada por la Asamblea Ordinaria de la Secretaría de Actividades Ecuménicas (SAE) el 24 de abril de 2022, firmada por católicos, protestantes y judíos, y dirigida al Prefecto (y para su conocimiento e información al Secretario) del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
En este sentido, sería interesante saber si ha habido una respuesta definitiva o, al menos, una solución a la cuestión. Es demasiado importante para los malentendidos que genera entre el Pueblo de Dios.
De hecho, contribuye a hacer pensar de forma generalizada y casi obvia que hubo una transición de Saulo de Tarso (después Pablo) de la religión judía a la religión cristiana. Cuando, en realidad, se trataba de un asunto todavía enteramente interno al judaísmo, que lidiaba con la discusión sobre la naturaleza mesiánica (o no) de lo que entonces podía ser visto –si se me permite usar la imagen provocadora– como otro “pretendiente” al título y dignidad mesiánicos…
El Papa Benedicto XVI, en el Ángelus del 25 de enero de 2009, ya informaba del hecho de que “algunos prefieren no usar el término conversión, porque –dicen– él ya era creyente, más aún, un judío ferviente, y por tanto no pasó de la “De la no fe a la fe, de los ídolos a Dios, ni tuvo que abandonar la fe judía para adherirse a Cristo”. Pero entonces, el intento de salvar la categoría de “conversión” como clave para comprender el acontecimiento vivido por Saulo terminó aislando totalmente a Jesús el Cristo de su genealogía judía…
En efecto, si escuchamos a quienes destacan en los Hechos de los Apóstoles la llamada persecución de los cristianos por parte de Saulo, podríamos pensar verdaderamente que en los orígenes del cristianismo hubo un momento en el que una religión fuerte y mayoritaria –la judía– se dedicó a la persecución de la pequeña e indefensa comunidad cristiana naciente.
Si a esto añadiéramos el error –más que el malentendido– o el horror de la acusación de deicidio dirigida contra el pueblo judío, la tragedia sería completa y extendería sus sombras hasta nuestro pasado reciente.
Hasta puede no ser una coincidencia, creo yo, o es una coincidencia divina, que el Día de la Memoria caiga al final de esos días: el 27 de enero.
Por otra parte, sin embargo, si finalmente continuáramos el camino de una mejor traducción y tradición del acontecimiento vivido por Saulo, también seríamos capaces de leer mejor la complejidad dialéctica y el pluralismo del texto bíblico, (re)descubriendo la irrevocabilidad de la Alianza de Dios con los judíos (Rm 9-11) y la puesta de manifiesto de las verdaderas responsabilidades –del Poder (religioso y político)– en la muerte de Jesús (Mt 27,20). Al fin y al cabo, ¿no hemos procedido de manera similar con la nueva traducción del Padrenuestro?
En todo caso, como en el caso análogo de la cuestión de identificar una fecha de Pascua que sea única para todos los cristianos, espero que no haya nadie que considere tales preocupaciones secundarias o incluso superadas.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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