sábado, 25 de enero de 2025

San José, el padre justo.

San José, el padre justo 

Lo único que nos dice el Evangelio de San José es que era un hombre justo. Ante esta falta de información, la imaginación devota se puso inmediatamente a trabajar, creando una figura en realidad bastante confusa, también porque los elementos que podemos deducir de los evangelios apócrifos se contradicen entre sí. Pero en esta definición sintética, justa, ya está todo lo que necesitamos saber. 

¿O no es cierto que lo primero que le pedimos a un padre es que sea justo? El padre, mucho más que la madre, representa la autoridad. Y la autoridad, si realmente quiere ser ella misma, es decir, una fuerza que hace crecer (la palabra “autoridad” viene del latín “augeo”, hacer crecer precisamente), debe ser ante todo justa, no sólo equitativa, es decir, ni simplemente recto, sino verdaderamente justo, donde la justicia no es simplemente tratar a todos por igual, es decir la equidad, ni conformarse a un deber, es decir la rectitud, sino una cualidad casi metafísica, que apela a una verdad superior al hombre y a la ley que la gobierna, que apunta a la esencia de la realidad y sabe captarla y simplificarla para poder e-ducar, es decir, conducir al hombre fuera de sí mismo y de su egoísmo hacia un bien objetivo y superior. 

Por eso, el mundo probablemente ya no conoce la justicia, sino como mucho su copia fea, que es la legalidad, porque ha perdido de vista ese bien objetivo y superior. Cuánto lamento, incluso en boca de muchas personas de Iglesia, esta decadencia del lenguaje en el que las palabras verdaderas ya no se atreven y se sustituyen por versiones menos exigentes porque son menos absolutas, por lo que cada vez más a menudo se oye a algunos recomendar ciertas formas de buenismo solidario… en lugar de la virtud de caridad, o la legalidad en lugar de la justicia… 

Hay un bello episodio en el Evangelio de Mateo que muestra cómo la justicia de José no era simplemente legalidad o rectitud ciega. 

Así pues, María, su prometida, se encuentra encinta. Por ley, debería ser lapidada. Si José fuera simplemente justo debería exponerla públicamente y así firmar su propia condenación. Pero José ama tiernamente a María y no puede resignarse a verla morir, aunque está convencido de que ha sido traicionado (el ángel aún no le ha hablado en el sueño) no puede aceptar su muerte. 

Siendo recto, sin embargo, al mismo tiempo no puede aceptar ser padre de un hijo que no es suyo y tal vez le repugna vivir con una mujer que lo traiciona, y entonces su justicia le sugiere la solución para satisfacer simultáneamente las divergentes exigencias de la ley y de la justicia: la repudiará en secreto, para no tener que acusarla públicamente. Poco importa que al hacerlo así se condene al celibato, sin poder volver a casarse, porque el amor y la justicia no calculan el sacrificio, sino que lo prevén explícitamente y precisamente en esto se hacen verdaderos. 

Quizás por eso el buenismo solidario… ha suplantado a la caridad, y la legalidad a la justicia, porque la caridad y la justicia se pagan en persona, no remiten a un sistema objetivo, sino que me involucran, me interpelan en lo más íntimo y exigen una implicación personal, una voluntad al sacrificio. 

José el justo no se tiene en cuenta a sí mismo, no hay egoísmo en él, las exigencias de la justicia y del amor están antes de su bienestar y precisamente por esto se convierte en el modelo universal de toda paternidad. Con su sacrificio me enseña la verdad sobre la justicia y el amor, y así me enseña a ser hombre y padre en plenitud. 

No hay amor sin justicia y no hay amor ni justicia sin sacrificio. Sólo así un padre puede ser autoritario y creíble, porque sólo así puede ayudar a crecer a las personas que confían en él. ¡Cómo me gustaría poder amar así! 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sois uno en Cristo Jesús - Gálatas 3,28 -.

Sois uno en Cristo Jesús - Gálatas 3,28 - El fenómeno de los extranjeros, los migrantes, aquellos que por diversas razones, ambientales, mil...