Amor al enemigo… la diferencia cristiana
Jesús acaba de proyectar el sueño y la alternativa, ¿no será más bien rebelión?, del Evangelio. Ahora pronuncia el primero de sus “amad”. Amad a vuestros enemigos. Lo haréis inmediatamente, sin esperar; no para responder sino para anticipar; no porque así sean las cosas, sino para cambiarlas. La sabiduría humana, sin embargo, contradice a Jesús: amar a los enemigos es imposible.
Y Jesús desafía la sabiduría humana: amaos los unos a los otros u os destruiréis unos a otros. Porque la noche no puede ser vencida por ninguna otra oscuridad. El odio no puede ser derrotado por otro odio en las escalas de la historia. Jesús quiere eliminar el concepto mismo de enemigo. Todo lo que nos rodea, todo dentro de nosotros dice: huye de Caín, échalo lejos, hazlo inofensivo. Entonces viene Jesús y nos sorprende: acércate a tus enemigos, y Él transforma el miedo en protección amorosa, porque el miedo no nos libera del mal.
Y Jesús señala ocho pasos del amor, a través de la repetición de verbos concretos: cuatro dirigidos a todos: amar, hacer, bendecir, orar; y cuatro dirigidas al individuo, a mí: ofrecer, no rechazar, dar, no pedir a cambio. El amor de Jesús es activo, un amor de manos, de túnicas, de préstamos, de verbos concretos, porque no hay verdadero amor sin acción.
Ofrece la otra mejilla, baja tus defensas, desármate, no inspires miedo, demuestra que no tienes nada que defender, ni siquiera a ti mismo, y el otro comprenderá lo absurdo de ser tu enemigo.
Ofrece la otra mejilla, de lo contrario siempre ganará el más fuerte, el más armado, el más violento y el cruel.
Hazlo, no por pasividad morbosa, sino tomando la iniciativa, reconectando la relación, dando el primer paso, perdonando, empezando de nuevo, construyendo confianza.
“No le niegues ni siquiera tu túnica a quien te quita la ropa”, exhorta el Maestro dirigiéndose a quienes quizá no poseen nada más que eso. Como si dijera: dalo todo. ¡La salvación viene de abajo! Sólo quien se hace pobre salvará el mundo. Es el camino del Maestro.
Un camino muy alto. Un camino diferencial, alternativo. El Maestro no convoca a su Reino a héroes, ni a atletas llamados a hazañas imposibles. Y precisamente éste es el don de este Evangelio: como queréis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Lo que deseas para ti, hazlo para los demás: prodigiosa contracción de la ley, último recurso del mandamiento es tu deseo. El mundo que quieres, constrúyelo tú. “Sé el cambio que quieres ver en el mundo” (Mohandas Karamchad ‘Alma Grande’ Gandhi).
Lo que deseas para ti, lo que te mantiene vivo y te hace feliz, eso se lo darás a tu compañero de viaje, más allá de la eterna ilusión del equilibrio de dar y recibir. Es el buen camino de la perfección humana. Ley que agranda el corazón, medida apretada, plena y rebosante, que vierte alegría en el vientre de la vida.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
No hay comentarios:
Publicar un comentario