martes, 11 de febrero de 2025

Bienaventuranzas (XI).

Bienaventurado...


    Bienaventurado el corazón que da cabida a todo en su interior

    y siempre encuentra dentro de sí un rincón libre para el último en llegar.

 

    Bienaventurado el corazón que no puede llamar extraño incluso al más diferente,

    sino que vive la acogida como una ley fundamental, porque esto es el Evangelio.

 

    Bienaventurado el corazón que vive un continuo «Aquí estoy» hacia los demás,

    a Dios y a sí mismo, porque crecerá hasta la plenitud.

 

    Bienaventurado el corazón que se solidariza de verdad con todos y cada uno,

    en toda situación, en los buenos y en los malos tiempos,

    porque será el autor de la civilización del amor.

 

    Bienaventurado el corazón que no se envanece, no se jacta, no falta al respeto,

    será dichoso porque perdiéndose se encuentra a sí mismo.

 

    Bienaventurado el corazón que se regocija en la verdad, la justicia y la rectitud,

    porque será un espejo de Dios y una ciudad en la montaña.

 

    Bienaventurado el corazón que se deja afectar por el sufrimiento de los demás

    y ofrece solidaridad, asilo, esperanza,

    porque realizará la unidad de los hermanos.

 

    Bienaventurado el corazón que no conoce el color de la piel ni la diversidad de lenguas

    sino sólo el lenguaje de los ojos, de la sonrisa,

    del rostro y de la luz de Dios, porque será regenerador de esperanza.

 

    Bienaventurado el corazón que vive la atención a los demás, la generosidad,

    la autenticidad de vida y la presencia laboriosa,

    porque será constructor del Reino de Dios.

 

    Bienaventurado el corazón manso y humilde,

    porque será una nueva encarnación del Corazón de Cristo.


P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF


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