Bienaventurado...
Bienaventurado el corazón que da cabida a todo en su
interior
y siempre encuentra dentro de sí un rincón libre para el
último en llegar.
Bienaventurado el corazón que no puede llamar extraño incluso al
más diferente,
sino que vive la acogida como una ley fundamental, porque
esto es el Evangelio.
Bienaventurado el corazón que vive un continuo «Aquí
estoy» hacia los demás,
a Dios y a sí mismo, porque crecerá hasta la plenitud.
Bienaventurado el corazón que se solidariza de verdad con
todos y cada uno,
en toda situación, en los buenos y en los malos tiempos,
porque será el autor de la civilización del amor.
Bienaventurado el corazón que no se envanece, no se
jacta, no falta al respeto,
será dichoso porque perdiéndose se encuentra a sí mismo.
Bienaventurado el corazón que se regocija en la verdad,
la justicia y la rectitud,
porque será un espejo de Dios y una ciudad en la montaña.
Bienaventurado el corazón que se deja afectar por el
sufrimiento de los demás
y ofrece solidaridad, asilo, esperanza,
porque realizará la unidad de los hermanos.
Bienaventurado el corazón que no conoce el color de la
piel ni la diversidad de lenguas
sino sólo el lenguaje de los ojos, de la sonrisa,
del rostro y de la luz de Dios, porque será regenerador
de esperanza.
Bienaventurado el corazón que vive la atención a los demás, la
generosidad,
la autenticidad de vida y la presencia laboriosa,
porque será constructor del Reino de Dios.
Bienaventurado el corazón manso y humilde,
porque será una nueva encarnación del Corazón de Cristo.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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