miércoles, 12 de febrero de 2025

El Evangelio es una tarea que nunca termina.

El Evangelio es una tarea que nunca termina 

¿Qué es el Evangelio? El Evangelio es Jesucristo. El Evangelio es su persona, su historia, su obra de salvación. 

Los primeros cristianos lo comprendieron inmediatamente y por eso para ellos predicar el Evangelio significaba predicar a Jesucristo y esta predicación oral, que luego fue puesta por escrito y dio origen a los cuatro Evangelios, tenía la función de llevar al oyente y al lector a un encuentro que salva, ayer como hoy, porque es un encuentro con una persona viva, con Jesucristo que murió y resucitó. 

Esto afirmaba el Papa Francisco en el incipit de la Evangelii Gaudium, que seguramente conocemos de memoria, pero que es necesario citar siempre: la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de quien se encuentra con Cristo; quien se deja salvar por Él queda liberado del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo la alegría nace y renace siempre. 

Si la formación y la comprensión del Evangelio, es decir, de Jesucristo, no es nunca completa, entonces es una tarea que no termina nunca, es una tarea que dura toda la vida, es una tarea en la que debemos invertir continuamente sin cansarnos, sin rendirnos, a partir de la afirmación expresada por San Pablo en la Carta a los Filipenses: "a fin de conocerle a Él, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser semejante a Él en la muerte, con la esperanza de alcanzar la resurrección de entre los muertos". Y aquí vemos entre otras cosas cómo la formación no es un puro ejercicio intelectual sino que abraza a toda la persona y por eso es necesario el estudio pero junto al estudio también todas las demás dimensiones de una experiencia que debe involucrar toda la vida del creyente. 

Que yo te conozca, Señor: éste debe ser el deseo profundo de nuestro corazón. Para conocerte, Señor: debe ser la sed ardiente que arde dentro de nosotros. Que pueda conocerte y todas las cosas que has hecho. Y esto para convertirse en anunciadores y misioneros del Evangelio que es Jesucristo. 

Aquella palabra acogida por los discípulos abrió un camino infinito que continúa todavía hoy y que involucra a cada uno de nosotros para que podamos dar a conocer al mundo todo lo que Él realizó. La misión es otro elemento fundamental de nuestra identidad evangelizadora: llevar a cada ser humano el don del amor, es decir, Jesucristo que es el amor de Dios. 

El Papa Francisco ha hablado de una “Iglesia en salida”. Quisiera sólo citar el número 27 de la Evangelii Gaudium donde el Papa Francisco escribe: “Sueño con una opción misionera capaz de transformar todo, para que las costumbres, los modos de hacer, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial puedan convertirse en un cauce adecuado para la evangelización del mundo de hoy”. Soñamos con una Iglesia que sea capaz de transformar hábitos, estilos, horarios, lenguajes, estructuras… en canales de evangelización del mundo de hoy. 

Este programa también nos muestra el camino para realizar la evangelización hoy o el camino principal porque evidentemente son muchos, son multifacéticos, y yo los identificaría en el testimonio. Repitamos las palabras de San Pablo VI que no pierden nunca su frescura aunque sean citadas muchas veces: «El hombre contemporáneo escucha con más gusto a los testigos que a los maestros, o si escucha a los maestros es porque son testigos». 

Y el Evangelio nos orienta hacia el testimonio cuando habla de los signos que acompañarán a los que creen. Jesús indica cinco condiciones que podríamos definir como los cinco caminos para ser testigos creíbles de todo lo que Él realizó. 

En mi nombre echarán fuera demonios. Los padres del desierto nos enseñan lo que significa vivir concretamente esta dimensión. Más allá de los rituales que utiliza la Iglesia para los exorcismos, se trata de una lucha diaria e ininterrumpida contra todo el mal que habita en nuestro interior: pensamientos, palabras, obras y omisiones. La obra fundamental del enemigo del maligno es precisamente instigar al hombre y al mal con sus sugestiones, y dar testimonio del Evangelio implica, por tanto, no seguir estas sugestiones sino a ser sobrios, estar vigilantes,… A permanecer firmes en la fe. 

En mi nombre hablarán nuevas lenguas. La referencia es a Pentecostés y al don de lenguas del que habla San Pablo en sus cartas a los Corintios, pero aquí en mi opinión podemos ver más bien el tema de la necesidad de encontrar las palabras justas, para dar testimonio de todas las cosas que Él realizó. Es el eterno problema del lenguaje que hoy se vuelve particularmente crucial ante la afirmación de la nueva cultura: la gente ya no nos entiende, especialmente los jóvenes. Es un problema complejo, de compleja solución, pero ciertamente debemos hacer el esfuerzo de ser testigos creíbles para encontrar el modo de anunciar el Evangelio de las maneras más comprensibles para nuestros contemporáneos y por tanto más eficaces. 

En mi nombre tomarán serpientes. Esta expresión nos recuerda la escena del capítulo cuarto del Éxodo: así como Moisés transforma el bastón en serpiente y lo toma en su mano, así asumimos los problemas del pueblo, asumimos el peso de los trabajos, entramos en los sufrimientos, no tenemos miedo de asumir los problemas de la humanidad que desgarran y afectan al mundo actual. Lo hemos visto hecho por muchos santos, tanto hombres como mujeres, y todavía lo vemos hecho hoy por muchos testigos en todo el mundo. El Papa Francisco nos recuerda en muchas ocasiones este aspecto de la vida cristiana: lo que más necesita la Iglesia hoy es la capacidad de curar las heridas y calentar el corazón de los fieles a través de la cercanía y la proximidad. 

En mi nombre si beben veneno no les hará daño. El veneno se refiere a lo que viene de fuera, al clima cultural que respiramos, al modo de pensar que muchas veces insensiblemente nos inculcan sin negar los tantos signos de bien que caracterizan nuestro mundo podemos hablar con San Juan Pablo II de una cultura de muerte y como los primeros cristianos que no se dejaron condicionar ni envenenar por su ambiente sino que supieron sembrar semillas del Evangelio que luego germinaron y dieron fruto tampoco nosotros podemos permanecer indiferentes ante las derivas antropológicas que atentan contra la dignidad del hombre y pisotean sus derechos fundamentales. 

En mi nombre pondrán las manos sobre los enfermos, y sanarán. Dar testimonio del Evangelio significa llevar consigo la curación, que es también una curación interior: la capacidad de abrir caminos de esperanza para quien ya no encuentra un lugar en este mundo, para quien ya no tiene un sentido en la vida, para quien ya no sabe quién es. 

Los teólogos dicen que Marcos transcribió los sermones de Pedro al pueblo de Roma sin elaborarlos ni interpretarlos. Por eso conserva la brillantez de un discurso o de una historia destinada al pueblo. Además, Marcos escribió en griego, la lengua más difundida en aquella época, porque el objetivo era llegar al mayor número posible de personas para ganarlas para Cristo. Nuestro objetivo también sigue siendo el mismo: formación, misión, testimonio para alcanzar al mayor número de personas posible y ganarlas para Cristo. Nuestra misión no es un entusiasmo efímero, una empresa de aficionados,…, ha sido y es un verdadero don, un sacrificio serio, un servicio entregado y generoso. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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