Instrumento en tus manos, Señor
De todos los instrumentos musicales que conozco, personalmente tengo una cierta predilección por la guitarra.
Por eso, el gran deseo que tengo en mi corazón de ser un instrumento en las manos del Señor, trae inevitablemente a mi imaginación la imagen de Dios que… toca la guitarra. Sí. Quisiera ser como una guitarra en las manos de Dios, de la que Él, valiéndose de la divina Púa del Espíritu Santo, pueda sacar armonías que alegren, consuelen, sostengan, alienten y amen tiernamente a todos y a cada uno en particular.
Cada uno de nosotros está llamado a componer con su propia vida una melodía, bella de escuchar, agradable a los oídos de Dios y del prójimo.
“Pongámonos de acuerdo” con la voluntad de Dios, que no es otra que amarnos unos a otros como Él nos ha amado y nos ama. El título de esta pieza musical es pues: “Amor” y la interpretación “sin parar”.
Que las “pausas”, habitualmente presentes en cualquier partitura musical, sean para nosotros el tiempo en el que descansemos en el Corazón de Dios y extraigamos verdadera sabiduría de Su Palabra.
La vida aquí abajo es como un ensayo para el concierto final. Aquí aprendemos a convivir con el sonido de otros instrumentos, los que tocan nuestros hermanos.
En los ensayos y en las pruebas, como sabemos, se permiten algunos errores. Entonces, en el Cielo, habrá la sinfonía definitiva, una sinfonía maravillosa, sin errores ni notas discordantes.
Los Ángeles también participarán y se unirán a nosotros en el himno de alabanza a la gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!
Somos pequeños instrumentos, pero en las manos de Dios y con Su Gracia, podemos hacer grandes obras haciendo avanzar Su Reino que es “justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rom 4, 17).
Jesús compara el Reino de Dios a un grano de mostaza (Mc 4, 30-32). Es una semilla muy pequeña, pero crece tanto que se convierte en la planta más grande de todas las del jardín: es un crecimiento impredecible y sorprendente.
No es fácil para nosotros entrar en esta lógica de la imprevisibilidad de Dios y aceptarla en nuestras vidas. Pero el Señor nos insta a tener una actitud de fe que vaya más allá de nuestros planes, de nuestros cálculos, de nuestras previsiones: debemos dejarle actuar en nuestra vida.
No dejemos pasar ninguna de las oportunidades de bien que el Señor nos ofrece, dejémonos más bien implicar con docilidad, alegría y entusiasmo, en su dinámica de amor, de acogida y de misericordia hacia todos.
¿Qué instrumento te gustaría ser en manos de Dios?
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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