Integración… ¿qué integración?
Integración. Esta es la palabra clave, utilizada con demasiada frecuencia, sin darse cuenta de su verdadero significado. El verbo "integrar" significa, en su acepción principal, "hacer entero o completo". Integrar significa, por tanto y también, hacer que algo diferente se ajuste al todo, que se asemeje. Sin embargo, tal operación se basa en un supuesto ineludible: debe haber un todo. Si quiero integrar, primero debo tener un entero de referencia. Integral es un adjetivo que se asocia a algo completo, intacto.
Esto significa que cuando hablamos de extranjeros, cuando hablamos de integración, partimos de un supuesto fundamental: nuestra sociedad, nuestra comunidad es un todo, está intacta, es un unicum en el que se comparten los mismos valores, se respetan las mismas leyes, se piensa de la misma manera. Otra cosa, por supuesto, es que los valores, las leyes, los pensamientos… también se pueden cambiar y, de hecho, se van modificando conforme, por ejemplo, las sociedades comienzan a interactuar con otras culturas, personas, sociedades,…, y conforme comienzan a albergar dentro de sí personas de otras geografías y tradiciones.
Lo que, en cambio, da que pensar son las afirmaciones según las cuales los inmigrantes que han elegido vivir en el mundo occidental tienen la obligación de ajustarse a los valores de la sociedad en la que han decidido establecerse" sabiendo perfectamente que "son diferentes" de los suyos y que "no es tolerable que el apego a los propios valores, aunque sea lícito según las leyes vigentes en el país de origen, conduzca a la violación consciente de los de la sociedad de acogida. ¿De qué valores estamos hablando? ¿De los de la sociedad occidental? En Gran Bretaña, que incluso después del Brexit creo que sigue siendo occidental, el kirpan está permitido. Creo que el velo está prohibido en lugares públicos en Francia, pero no en otros países occidentales. Para nuestros campeones locales de la abolición del velo…, esto solo se aplicaría a las mujeres islámicas, no a las monjas.
En una sociedad multiétnica la convivencia entre sujetos de distintas etnias exige necesariamente la identificación de un núcleo común en el que inmigrantes y sociedad de acogida deben reconocerse. Sí, puede ser así. Pero ¿cuál es el núcleo común? ¿Cuáles son los valores de referencia? ¿Son comunes a todos los que incluimos en el "nosotros"? En otras palabras, ¿realmente somos un "todo" tal que nos consideramos una unidad coherente? Ciertamente, hay puntos de referencia más o menos compartidos, pero no son tan fáciles ni sencillos de identificar y, sobre todo, no son exclusivos de Occidente, sino que en muchos casos son compartidos por otros.
Ya que hablamos de integración, existe también otra acepción del verbo, que significa: "completar añadiendo lo que falta o es necesario para mejorar, enriquecer o modificar". Leída en este sentido, la integración adquiere otra perspectiva, la de un proceso en el que no tenemos una parte fija, inmóvil y monolítica que absorbe a la otra, sino un intercambio dialéctico, en el que ambas partes dan y reciben, dando lugar a nuevas formas culturales, como siempre ha ocurrido en la historia de la humanidad.
Este podría ser un tema interesante, quizá incluso necesario, para una reflexión más amplia, que aborde de forma serena y no instrumental la necesidad de armonizar la carga de memoria y recuerdo que traen consigo los que llegan de fuera, con el comprensible deseo de preservar un cierto modus vivendi del anfitrión, teniendo en cuenta la ventaja de este último. Sólo así, negociando sin prejuicios, puede lograrse una convivencia pacífica, teniendo siempre presente que ninguna comunidad es nunca totalmente homogénea, ninguna es un todo.
Íntegra, por cierto, también significa honesta, incorruptible... Pero esto ya daría para otra reflexión...
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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