domingo, 16 de febrero de 2025

Jubileo de los Artistas.

Jubileo de los Artistas

El arte no reproduce aquello que es visible sino que hace visible aquello que no siempre lo es” (Paul Klee).

El “Jubileo de los Artistas” evoca inmediatamente dos palabras simples y complejas al mismo tiempo: júbilo y arte

Si bien por un lado la palabra “arte” es más conocida y utilizada, aunque a veces de manera cuestionable, por otro lado el término “júbilo” está decididamente obsoleto. No sé cuántas veces lo utilizamos para comunicarnos: yo, personalmente, nunca. ¡Y sin embargo tiene un significado muy hermoso! 

Hoy he estudiado por primera vez el significado de esta palabra antes de pensar y de escribir estas líneas y, como suele suceder a los curiosos, he descubierto múltiples significados, aplicados a diferentes ámbitos y situaciones, pero todos tienen en común "la acción activa de una alegría que sabe transformar". 

Y es hermoso reflexionar sobre cómo la expresión artística y la capacidad transformadora que tiene la alegría sobre nosotros están ligadas entre sí, cuando es tan intensa que no la podemos contener, tan plena que nos hace bellas criaturas, reflejo del corazón de Dios más allá de nuestra pequeñez espiritual y más allá de nuestras imperfecciones. 

Se trata de un concepto tan fuerte que explica por qué no todas las obras de arte tienen un impacto tan grande en nuestra vida, sino sólo aquellas capaces de suscitar en nosotros el deseo profundo de una vida más conforme a lo que experimentamos, intuimos, sentimos… como “espíritu”. 

Y esto sólo puede suceder, por ejemplo en el ámbito cristiano, si el artista une su talento creativo a una vida conforme al Evangelio, de modo que sus obras se conviertan en un camino hacia el Dios de Jesucristo, de su Espíritu, de su Reino… Pienso, obviamente, en los maravillosos iconos rusos, cuya creación está precedida por una larga oración de encomienda a la Virgen. 

La tarea del artista es utilizar su talento para educar, a través de la belleza, acerca del misterio de o real. El arte es un canto de creación y el artista es un humilde intérprete y grande actor del misterio y de la belleza divina, apasionado artesano de formas divinas. 

Me imagino cruzando la Puerta Santa de San Pedro, donde la primera obra de arte que todos encontramos es la Piedad de Miguel Ángel, una maravillosa catequesis que nos recuerda que también nosotros, encomendándonos a la Madre celestial, podemos dejarnos modelar por las manos de Dios a través de su Hijo Jesús. Quien, si somos dóciles y le dejamos trabajar para limar las asperezas, las impurezas, las fealdades de nuestro corazón, llegará tan hondo que aflorará lo mejor de nosotros. 

El artista crea, trasladando su experiencia de fe a la materia, utilizando su ingenio y sus habilidades. Cada fresco, cada escultura, cada miniatura, cada obra arquitectónica, cada partitura, cada… ha sido a lo largo de los siglos un instrumento perfecto para la enseñanza de los analfabetos, un catecismo iconográfico para los pobres, una advertencia para los pecadores, una declaración y contemplación de la gloria divina, una narración inspirada en lo divino, una predicación sin palabras, reveladora de emociones desconocidas, una invitación a la conversión. Es interesante preguntarse qué lenguajes artísticos utilizar en los tiempos modernos. 

Las imágenes siempre han tenido un profundo impacto emocional en nosotros: dejan una huella. El mundo del entretenimiento, el cine, la música, la televisión y las redes sociales también exploran el culto, los valores morales, el testimonio, y utilizan estos canales para acercar a los que están lejos, para dar esperanza, para evangelizar, para… 

El arte es un lenguaje que, si se adapta a los tiempos que vivimos, puede encontrar el camino adecuado para promover y transmitir valores y conocimientos. Y, citando al Papa Francisco, tiene la capacidad de hacernos “soñar con nuevas versiones del mundo, introduciendo novedades en la historia y trayendo al mundo algo nunca visto antes”. 

El artista tiene vocación de humilde y grande peregrino del Absoluto, capaz de narrar lo que Dios ha revelado a la humanidad en el esplendor de la creación y de la redención. De hecho, la obra de arte está llamada a elevar el sentimiento humano porque «este mundo en el que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperación». La belleza, como la verdad, alegra el corazón de los hombres -Mensaje a los artistas del Concilio Ecuménico Vaticano II, 8 de diciembre de 1965-. 

Si bien en el pasado reciente la Iglesia ha tenido dificultades para comprometerse con el arte contemporáneo, hoy se hace necesario que la Iglesia siga invitando y abriendo sus puertas a los artistas para que puedan realizar su ministerio natural y sagrado de portavoces de lo divino: «A veces os hemos puesto un manto de plomo, podemos decirlo; ¡perdonadnos! Y luego os hemos abandonado también nosotros. (...) No os hemos tenido alumnos, ni amigos, ni conversadores; por eso no nos habéis conocido. Y así vuestro lenguaje hacia el mundo era dócil, sí, pero casi atado, atrofiado, incapaz de encontrar su voz libre. Y entonces hemos sentido la insatisfacción de tal expresión artística» (Pablo VI, Discurso en el encuentro con los artistas en la Capilla Sixtina, 7 de mayo de 1964). 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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