miércoles, 19 de febrero de 2025

La Inteligencia Artificial: un punto de vida creyente.

La Inteligencia Artificial: un punto de vida creyente 

El 10 de febrero de 2025, en el marco de la Cumbre sobre Inteligencia Artificial París 2025, se organizó en París la conferencia «Cuando la inteligencia artificial se encuentra con las religiones: perspectivas para la Iglesia católica». 

La primera mesa redonda corrió a cargo de Gilles Babinet, miembro del Consejo Nacional Digital, y Louis Lourme, Rector de las Facultades Loyola de París. Ambos abordaron las posibles aplicaciones de la inteligencia artificial para enriquecer la fe, cuestionando su impacto en la comprensión de la humanidad. 

La segunda mesa redonda reunió a Antoine Couret, fundador de Allonia y antiguo presidente de Hub France IA, y Laurence Devillers, profesora de inteligencia artificial en la Sorbona y presidenta de la Fundación Blaise Pascal, que reflexionaron sobre cómo la Iglesia podría diseñar una inteligencia artificial adaptada a sus misiones espirituales, respetando al mismo tiempo sus principios éticos. 

La conferencia se inscribía también en la reflexión más amplia suscitada por la publicación del documento Antiqua et Nova del 28 de enero de 2025. Este texto advierte contra el uso idolátrico de la tecnología e insiste en la importancia de la Inteligencia Artificial como complemento de la inteligencia humana. El documento subraya que la inteligencia artificial debe ayudar a los seres humanos y nunca debe degradar su dignidad o creatividad, rechazando en particular el uso de la inteligencia artificial para manipular la opinión pública, como en el caso de las fake news o deepfakes. 

Los usos prácticos de la tecnología de la inteligencia artificial en la Iglesia plantean muchas preguntas sobre su uso e integración: sacerdotes robot o aplicaciones religiosas, que ya están presentes en ciertos contextos. La Iglesia debe preguntarse cómo utilizar las nuevas tecnologías sin comprometer su misión. 

Cuestiones éticas: la conferencia ha hecho hincapié en la necesidad de enmarcar la inteligencia artificial dentro de principios cristianos fundamentales como la dignidad humana, la justicia y la solidaridad. Es crucial que la inteligencia artificial no se utilice para manipular o degradar a los seres humanos, sino para servirles de forma ética y responsable. 

Visión teológica de la inteligencia artificial: la inteligencia artificial no debe sustituir a Dios ni distorsionar el sentido común del ser humano sino que debe ser un instrumento al servicio del bien común y nunca pretender sustituir la búsqueda espiritual de la Verdad. La Iglesia debe velar por que las tecnologías utilizadas para difundir el mensaje cristiano respeten sus valores fundamentales. 

La conferencia ha brindado la oportunidad de reflexionar en profundidad sobre cómo poner la inteligencia artificial al servicio de la Iglesia, respetando los principios éticos y teológicos que sustentan su misión. En un mundo cada vez más digitalizado, la Iglesia se enfrenta a un nuevo reto: utilizar las herramientas digitales para enriquecer la fe y acompañar a los fieles en sus preguntas existenciales, preservando al mismo tiempo los valores cristianos esenciales y la fidelidad al Evangelio. 

Es innegablemente positivo que la Iglesia se interese por algunos desarrollos digitales y por los retos que plantea la inteligencia artificial. Estas tecnologías pueden ofrecer herramientas valiosas para enriquecer la vida espiritual y la atención pastoral. 

Sin embargo, es esencial que la Iglesia no pierda de vista su misión primordial: el anuncio del Evangelio. Aunque la innovación tecnológica puede ayudar a la Iglesia en su misión, nunca podrá sustituir a la oración, el culto al Señor y el compromiso personal con los pobres. 

Ha sido sorprendente ver a los obispos de Francia convertidos en buenos estudiantes, escuchando a los «eruditos» de este mundo, a menudo expertos en marketing, sociología o ciencias medioambientales. 

Personalmente, creo que no sería menos lógico que los obispos se centraran en lo esencial y enseñaran a los expertos la necesidad de cultivar una fe profunda, una atención cada vez mayor a los pobres, los marginados,…, para combatir esa propensión antihumana que parece serpentear por la política europea. Hay un índice de inhumanidad que hay que de-construir rápidamente, por el bien de todos. 

En la tradición religiosa, lo que mejor resume este peligro es el caso de la torre de Babel: los hombres se asocian y se organizan para un proyecto espléndido: construir una torre que llegue hasta el cielo, apilan sus pisos en una especie de competición mimética, sin otro objetivo que construir. Conocemos el resto de la historia: los obreros se dispersan y la torre queda inacabada. Sin objetivos éticos y sociales, la actual carrera tecnológica puede ser la nueva torre de Babel.  

Frente a este riesgo, la Iglesia, los cristianos debemos más que nunca invitar a los hombres y mujeres a volver a centrarse en lo que es verdaderamente esencial: la fraternidad, la dignidad de todo ser humano, el cuidado del planeta, la paz y la no violencia. 

La Iglesia no debería demonizar las nuevas tecnologías porque, al ser un producto de la inteligencia humana, pertenecen a la humanidad y pueden ayudarnos a estar en el mundo. 

Y, por eso mismo, la inteligencia artificial, por muy avanzada que sea, debe relativizarse y no tomarse como liberación y salvación, sino simplemente considerarse como una contribución importante al bien común, es decir, un instrumento o medio para un bien mayor. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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