lunes, 10 de febrero de 2025

La política de Donald Trump: una religiosidad devota.

La política de Donald Trump: una religiosidad devota 

Donald Trump ha firmado otra orden ejecutiva para establecer una “oficina de fe”. La encargada será Paula White, una predicadora que asegura haber visto a Dios en 1984. Hoy dice que “oponerse a Donald Trump es equivalente a oponerse a Dios”. 

Dios está en casa entre estos trumpianos “espirituales”. Es más, el propio Donald Trump ha afirmado en repetidas ocasiones que en el ataque de julio "fue Dios quien me salvó: una experiencia que me cambió". Y añade que Dios no sólo salvó a Donald Trump, sino que lo salvó para que él a su vez pudiera salvar a Estados Unidos. 

Hay que recordar que entre los partidarios de Donald Trump también hay católicos. El más famoso es el vicepresidente J. D. Vance, un católico ultraconservador. Pero no es el único católico ultraconservador trumpiano: también está Brian Burch, líder de CatholicVote y designado por Donald Trump como embajador ante la Santa Sede. 

Paula White no sólo es responsable de la “oficina de la fe”, sino también asesora espiritual de Donald Trump y exponente de la llamada “teología de la prosperidad”, que sostiene que Dios recompensa con riqueza y salud a quienes tienen una fe fuerte. 

Se podría decir que es la teología de la lluvia sobre lo mojado... Los ricos no sólo tienen dinero y éxito, sino que además están bendecidos por Dios. No sé si existe también una versión geopolítica de esa teología que, coherentemente, afirme que los pueblos ricos, por ejemplo los EE.UU., con su renta per cápita de 81.695 dólares, están bendecidos por Dios, mientras que Sudán, con sus 410 dólares, está maldito. 

No hace falta decir que los Estados Unidos de América tienen varios amigos, algunos de los cuales (Luxemburgo, por ejemplo) son más ricos que ellos, así como Sudán tiene muchos amigos, algunos de los cuales (Burundi, la República Centroafricana, por ejemplo) son tan pobres como ellos. 

Tal vez esta referencia teológica del trumpismo, con sus posibles extensiones geopolíticas, es muy reveladora. 

Porque aquellos que tienen éxito disfrutan de la benevolencia divina. En el Evangelio de Lucas la benevolencia aparece ya en los primeros capítulos, exactamente en el segundo capítulo, versículo 14. El evangelista narra el canto de los ángeles sobre el pesebre de Belén: "Paz en la tierra entre los hombres en quienes él se complace", literalmente: "a los hombres (objeto) de su benevolencia". Ahora, si se me permite bromear, me resulta difícil pensar que los ángeles salieron de Belén y comenzaron a cantar sobre la Oficina Oval de la Casa Blanca. 

Bromas aparte. Un cristianismo así –que, hay que reconocerlo, no es exclusivo de Donald Trump y Paula White– es un cristianismo sin cruz en el que los pobres son poco más que un obstáculo o, en el mejor de los casos, una oportunidad más que se ofrece a los ricos para demostrar que, además de ser ricos y amados por Dios, también son generosos con los pobres. La cruz, la pobreza y los pobres han desaparecido de la escena. 

Es verdad. Alguien, que yo sepa, podría objetar que la Biblia también reconoce las riquezas como un signo de elección divina. Es verdad pero…. Primero, es un tema de algunos textos del Antiguo Testamento. Segundo, incluso en el Antiguo Testamento, la fidelidad del hombre a Dios ocupa el primer lugar: la riqueza es una confirmación de esa fidelidad. En el trumpismo, sin embargo, se tiene la impresión de que las relaciones se han invertido: uno no es rico porque es santo, sino que uno es considerado santo porque es rico. 

Mientras tanto podemos leer las bienaventuranzas de Jesús de Lucas 6, 20-26. O, en su defecto, hasta estas quizá acomodadas: 

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque ellos son los reyes del mañana.

Bienaventurados los que eligen estar con los pequeños y los últimos de la fila. 

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de dignidad y derechos para todos. 

Bienaventurados los que siempre eligen lo humano sobre lo inhumano.

Bienaventurados los que salvan vidas, de la muerte, de todas las formas de muerte. 

Bienaventurados los que construyen puentes y no muros.

Bienaventurados los que: Tuve hambre y me disteis de comer, fui forastero y me acogisteis, no tenía tierra y me disteis un buen país. 

Bienaventurados los que tienen el corazón dulce, porque ellos serán los señores del mañana.

Bienaventurados los que aún saben llorar, que sienten pena por el dolor de un niño, de una mujer, de un hijo de la tierra… 

Bienaventurados los que saben sentir asombro y rabia ante los horrores del mundo.

Bienaventurados los que cuidan una existencia con su existencia. 

Bienaventurados los que sienten el mordisco del más…: más pasión, más humanidad, más derechos.

Bienaventurados los valientes: porque es mejor transgredir que ser cómplice. 

Bienaventurados los que no son mudos e inertes.

Bienaventurados los opositores, que se oponen a la ley cuando la ley se opone a la humanidad. 

Bienaventurados los que están en minoría, a contracorriente, que no siguen el pensamiento único de la mayoría. 

Bienaventurados los que no ven la vida en función de su ego, sino su ego en función de la vida.

Ellos tienen el don la vida indestructible. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿De verdad será posible una buena política?

¿De verdad será posible una buena política?   La comunicación, a cualquier nivel y desde cualquier ámbito político actual, convierte cualqui...