domingo, 16 de febrero de 2025

Mi miedo a la creciente ignorancia.

Mi miedo a la creciente ignorancia 

Muchos autores han recurrido a la etiqueta "sociedad de la información" para definir el mundo en el que vivimos. Sin embargo, quizá no sea éste el rasgo más distintivo de este mundo, si bien es cierto que cada vez estamos más inundados de noticias y mensajes de todo tipo. Y también es cierto que, paradójicamente, todo ello, en lugar de crear personas informadas y seguras de sí mismas, está creando personas desinformadas y desorientadas. 

La cuestión de la ignorancia es un problema social que tiene una larga historia detrás y que puede considerarse "sistémico" en el sentido de que está causado por una multiplicidad de factores. 

Soy de los que creen que uno de nuestros más preocupantes retos es el de la ignorancia porque es especialmente grave y, por tanto, debe abordarse cuanto antes, ya que socava el funcionamiento de los principios básicos de la vida democrática. Desgraciadamente, por el contrario, y lo digo con sorpresa desconcertada, la ignorancia se considera tantas veces incluso positiva, mientras que la competencia se ha convertido en un disvalor. Y esto lo compartimos la población en su conjunto, pero también los intelectuales y la clase dirigente. 

Y es un asunto especialmente grave, ya que estas personas, debido al papel social que desempeñan, deberían intentar promover la difusión de la cultura. En cambio -se piensa con esnobismo- se entiende que para que un producto cultural tenga éxito hay que evitarlo a toda costa. Por lo tanto, en lugar de preocuparse por difundir el placer del conocimiento, convierten la cultura en un objeto aburrido y poco atractivo. 

Por otra parte, el deseo de mantener a la población en la ignorancia parece estar en el corazón del proyecto populista que persigue desde hace algunos años una gran parte del mundo político contemporáneo. Aunque promete hacer participar a la gente, de hecho, la política actual le quita aquellas herramientas culturales sin las cuales es incapaz de alcanzar un nivel real de participación. Así, o bien se desmantela la educación, o bien se debilitan las instituciones culturales (al privarlas de una financiación adecuada), o bien se obstaculiza el desarrollo de la información libre y, sobre todo, se hace desaparecer cualquier contenido cultural de los medios de comunicación. 

Y, al mismo tiempo, se favorece la progresiva instalación en la sociedad de lo que se ha llamado ‘hegemonía subcultural’, es decir, un conjunto bien surtido de noticias criminales, noticias rosa, cotilleos y noticias VIP que tiende a dominar toda la esfera cultural y provoca progresivamente, a veces casi sin darnos cuenta, la desaparición de la cultura mediática de calidad. El resto de la ignorancia no concierne sólo a nuestro entorno más inmediato sino que está generado por un sistema económico y social de tipo capitalista, liberal o neoliberal, que funciona en todo el mundo occidental. 

También me preocupa que la situación actual probablemente empeore aún más en el futuro, ya que el creciente uso de las redes incluso empuja cada vez más a los individuos a compartir un auténtico mito de la opinión del común de los mortales. Un mito que tiende a eliminar la necesidad de una cultura de calidad. Un mito que se rige por una especie de "dictadura de la mediocridad". 

Es decir, por la voluntad de la masa, que se impone con la fuerza de su cantidad, gracias a los algoritmos de los motores de búsqueda, que premian todo lo que es más frecuentado y, por tanto, más popular. 

Con el resultado final, fatal y triste, de que la masa de ignorantes se impone a las personas que han estudiado y están dotadas de verdadera competencia. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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