domingo, 16 de febrero de 2025

Una carta de Dios a tu compañero / marido.

 Una carta de Dios a tu compañero / marido

Solamente para leer despacio… cuando nadie o nada te disturbe… Yo la he titulado así: “Una carta de Dios a tu compañero / marido”. 

La mujer a tu lado, emocionada, vestida de novia, es mía. Yo la he creado. Siempre la he amado; incluso antes que a ti y aún más que a ti. Por ella no dudé en dar mi vida. Tengo grandes planes para ella. Te la confío a ti. La tomarás de mis manos y serás responsable de ella. 

Cuando la conociste la encontraste hermosa y te enamoraste de ella. Son mis manos las que moldearon su belleza, es mi corazón el que puso ternura y amor en ella, es mi sabiduría la que formó su sensibilidad e inteligencia y todas las bellas cualidades que encontraste en ella. 

Pero no basta con que disfrutes de sus encantos. Tendrás que esforzarte por responder a sus necesidades, a sus deseos. Te darás cuenta de que ella necesita muchas cosas: necesita un hogar, ropa, serenidad, alegría, equilibrio psíquico, relaciones humanas, afecto y ternura, placer y disfrute, presencia humana y diálogo, relaciones sociales y familiares, satisfacción laboral y muchas otras cosas. 

Pero debes darte cuenta de que me necesita sobre todo a mí, y a todo lo que ayuda y favorece este encuentro conmigo: la paz del corazón, la pureza del espíritu, la oración, la Palabra, el perdón, la esperanza y la confianza en mí, en mi vida. Yo soy el principio, el fin, el destino de toda su vida, no tú. 

Hagamos un pacto entre nosotros: la amaremos juntos. Yo siempre la he amado. Tú empezaste a amarla hace unos años, desde que te enamoraste de ella. Fui yo quien puso amor por ella en tu corazón. Fue la forma más hermosa de que tomaras conciencia de ella. Quería confiársela a alguien que la cuidara. Pero también quería que enriqueciera la vida de un hombre con su belleza y sus cualidades. Y ese hombre eres tú. 

Por eso hice nacer el amor por ella en tu corazón. Fue la forma más hermosa de decirte: "Toma, te la confío", y de que pudieras disfrutar de su belleza y sus cualidades. Cuando le digas: "Prometo serte fiel, amarte y respetarte el resto de mi vida", será como si le respondieras que estás feliz de acogerla en tu vida y de cuidar de ella. A partir de ese momento, seremos dos para quererla. 

Pero tenemos que ponernos de acuerdo: no es posible que tú la quieras de una manera y yo de otra. Debes sentir por ella un amor semejante al mío, y debes desear por ella las mismas cosas que yo deseo. No puedes pensar en nada más hermoso y alegre para ella. 

Si la amas de verdad, verás que estarás de acuerdo conmigo en el proyecto que he concebido para ella. Te haré comprender poco a poco cuál es mi manera de amar y te revelaré qué vida he soñado y deseado para esta criatura mía que se convertirá en tu esposa. 

Me doy cuenta de que te estoy pidiendo mucho. Pensabas que esta mujer era toda y sólo tuya, y ahora en cambio tienes la impresión de que te pido que la compartas conmigo. No es así. Yo no soy tu rival en el amor. Al contrario, soy Yo quien te ayuda a amarla apasionadamente. Por eso deseo que en tu pequeño amor esté mi gran amor. 

Con tu amor puedes hacer mucho por ella, pero siempre es demasiado poco. En cambio, Yo te hago capaz de amar desde Dios. Este es mi regalo de bodas: un suplemento de amor que transforma tu amor de criatura y lo hace capaz de producir las obras de Dios en la mujer que amas. 

Son palabras misteriosas para ti, pero las irás comprendiendo poco a poco. Te aseguro que nunca te dejaré solo en esta empresa. Estaré siempre contigo y haré de ti el instrumento de mi amor, de mi ternura; seguiré amando a mi criatura, que se ha convertido en tu esposa, a través de tus gestos de amor, de cuidado, de entrega, de perdón, de dedicación. En una palabra: os haré capaces de amar como yo amo, porque os daré una fuerza nueva para amar que es mi propio amor. 

Si os amáis así, vuestra pareja será como una fortaleza que las tormentas de la vida nunca podrán derribar. Un amor edificado sobre mi Palabra es como una casa construida sobre roca: ninguna tempestad podrá destruirla. Recordadlo, porque muchos se engañan pensando que pueden prescindir de Mí: pero si Yo no estoy con vosotros en la construcción de la casa de vuestra vida y de vuestro amor, trabajaréis en vano: como los apóstoles, que trabajaron toda la noche y por la mañana volvieron a la orilla con las redes vacías; bastó una simple intervención mía, y las redes recogieron tantos peces que se rompieron por la abundancia. Más. Si os amáis a vosotros mismos de esta manera, os convertiréis también en fuerza para los demás… para vuestros hijos, para vuestra familia, para vuestros amigos. 

Hoy en día se cree poco en el amor verdadero, el que dura para siempre, y que ofrece la propia vida al ser amado. La gente busca más las emociones amorosas que el amor. Pero las emociones nacen y mueren pronto, dejando sólo vacío y nostalgia. 

Por eso alguien ha dicho que el matrimonio es sólo una gran ilusión que pronto se disuelve. Si sabéis amaros como yo os amo, con una fidelidad que nunca falla, llegaréis a ser como la ciudad en la montaña. Seréis una esperanza para todos, porque todos verán que el amor es posible. 

Dios. 

(P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF)

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