viernes, 7 de marzo de 2025

La conversión de la vida, la mejor versión de uno mismo.

La conversión de la vida, la mejor versión de uno mismo 

El grito del hombre, su sufrimiento, lo absurdo del dolor causado por la arrogancia humana, por la injusticia, pero también ante las catástrofes, son realidades que hieren el corazón del hombre, lo ponen a menudo en crisis, pero que tocan también el corazón de Dios que escucha el grito de su pueblo. 

Jesús se mide ante los absurdos de las noticias que son catástrofes u obra de la crueldad del tirano, pero responde de modo hasta extraño: “¿Creéis que aquellos galileos eran mayores pecadores para sufrir semejante suerte? No, sino que si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”. Jesús parece invitarnos, cuando la vida es inexplicable, a encontrar la pregunta justa que nos permita entrar por esa puerta que el hecho abre. 

¿Pensáis que aquellos galileos eran mayores pecadores para sufrir este destino? No, sino que si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”. 

La capacidad de vivir acontecimientos aterradores y la conversión se ponen al mismo nivel. Hay algo que puede enfrentar estas cosas y es más fuerte que estas cosas. Muchas veces ante lo que nos pasa o lo que sucede en el mundo nos quedamos paralizados o resignados, pero en el fondo de todo hay una pregunta que nos interpela. 

La conversión no es tanto el momento de un cambio global en la realidad. En latín significa el cambio de dirección, de la dirección en la que camino. En hebreo significa regresar, encontrar el propio punto de origen, regresar al punto de partida. En griego significa ir más allá del pensamiento. No puedo vivir a menos que vaya más allá de mi pensamiento y regrese constantemente a mi verdadero origen. 

En las cosas que nos suceden y que nos rodean es fundamental crecer, volver a la verdad, volver a Dios. La conversión es continua porque la vida es cambio, aprendizaje, y pide entrar en diálogo con las cosas, con lo que sucede. Necesitamos ser cambiados por lo que sucede. 

La gente le presenta a Jesús acontecimientos terribles buscando un sentido en ellos y Él los invita a crecer dentro de todo lo que sucede. Si nos quedamos en el razonamiento lógico no encontramos salida: es necesario entrar en relación con Dios. Ante los acontecimientos graves de la vida, en lugar de buscar una explicación, a la que nunca llegamos definitivamente, Jesús nos empuja a preguntarnos cómo podemos dejarnos cambiar por este hecho y sólo así un acontecimiento terrible puede convertirse en un modo privilegiado de amar, de crecer, de cambiar, de…, también de hacernos cargo del prójimo. No busques el sentido sino qué me pide ser. 

Un hombre había plantado una higuera en su viña”. 

Jesús añade una parábola que habla de no dar fruto y de tener excesivo cuidado para que la higuera dé fruto. Los hechos crueles son preguntas, es el amo que viene a buscar los frutos, quizás es un llamado, una llamada al amor. El Señor nos da más tiempo, pero puedo no aprovecharlo y dirigirme hacia un corte inevitable. 

Podemos desperdiciar nuestras vidas al no permitirnos cambiar. A través de lo que no podemos explicar porque nos supera, podemos comprender que el Maestro llama a nuestra puerta incluso a través del dolor ajeno y nos llama a estar cerca de Él en el amor. 

Es mientras está en medio de la viña que el agricultor pide a Dios de tener un poco más de paciencia, de dejar la higuera, de darle un poco más de tiempo mientras continúa cuidándola. Es el estar de Jesús en medio de la viña lo que le permite vivir. El Amor Misericordioso no se rinde ante la aridez del corazón humano y continúa derramando sobre él todos los cuidados amorosos necesarios para despertar de su estado de letargo improductivo, para hacerle vivir nuevas primaveras. 

Es típico y propio del Amor tener paciencia, seguir esperando, ampliar los plazos, prolongar las esperas, conceder nuevas oportunidades, ser misericordioso, hacer continuos y repetidos sacrificios para no perder a nadie, luchar con todas las fuerzas y hasta el agotamiento para dar la propia vida, con el fin de salvar a la persona amada. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La acogida es vida que sostiene la vida.

La acogida es vida que sostiene la vida « La casa de Abraham estaba abierta a todos los seres humanos, a los viajeros y a los repatriados, y...