Europa es irrelevante si no se une tras las bofetadas de Donald Trump
El Kremlin está descorchando champán por esta inesperada “rehabilitación” y por la dura postura de Trump hacia Zelenski, que llegó hasta el punto de suspender la ayuda militar a Kiev. Han estado aplaudiendo desde que el “Rey Donald” proclamó que la Unión Europea “se formó” no para garantizar la paz o promover el desarrollo económico en el Viejo Continente, sino más bien “para engañar a Estados Unidos”.
Al anunciar que “Estados Unidos aplicará aranceles del 25% a las importaciones europeas, sin distinción”, el nuevo Jefe de la Casa Blanca ha confirmado su estrategia neoimperialista, como si las de Moscú y Pekín no fueran suficientes. En su visión –a menudo alimentada por la Inteligencia Artificial, por la “imaginación” nefasta y sin escrúpulos del rey de los oligarcas, Elon Musk– todo está mezclado: deberes, diplomacia, guerras. Siguiendo la lógica de hacer acuerdos para monetizar donde sea posible. Incluso a costa de los palestinos, proponiendo –con el apoyo de vídeos impactantes– transformar la Franja de Gaza en una especie de zona turística de Oriente Medio.
Y en cuanto a los ucranianos, que quieren obligar a Zelenski (humillado como el hazmerreír en una pelea en directo por televisión) a negociar la explotación de las "tierras raras" de Ucrania como reembolso por las armas suministradas en estos tres años, para luego bloquear su aspiración de unirse a la Alianza Atlántica, que sería "la causa de todo lo ocurrido". Es decir, la razón –apoyada por Putin, y por tanto “reinstaurada” por el sucesor de Biden– que justificó la invasión hace tres años. La invasión también fue negada en los documentos votados en la ONU, firmados conjuntamente por EE.UU. y Rusia. Premisa de una próxima cumbre Trump-Putin, no sólo para hablar de paz (¿será alguna vez justa?) para Ucrania y Gaza, sino sobre todo para establecer las nuevas fronteras de un orden postoccidental, relegando a Europa a una posición marginal. Creando también con los impuestos todas las condiciones para sufrir una verdadera guerra comercial.
Si la UE quiere reaccionar a las bofetadas de Trump y superar una irrelevancia ahora demasiado evidente, debe reagruparse en torno a un papel autónomo. Encontrar un espacio propio y una nueva identidad reformista entre el soberanismo destructivo y el europeísmo conservador, tejiendo en la nueva realidad transatlántica una fuerte relación con Gran Bretaña, muy sensible a la cuestión de la defensa común. El impulso sólo puede venir de los principales países fundadores de la Unión. Especialmente con la llegada del canciller in pectore Friedrich Merz, líder de la Democracia Cristiana en Alemania; un europeísta convencido que en Bruselas –si logra formar un gobierno de coalición con el SPD en Berlín, marginando a la extrema derecha– debería reforzar el frágil liderazgo de Ursula von der Leyen.
En su momento Mario Draghi ya indicó con claridad y fuerza el camino a seguir: Europa debe encontrar inmediatamente su propia centralidad geopolítica y actuar "como si fuera un único Estado". Porque, como subrayó el ex Presidente del BCE en su discurso ante el Parlamento Europeo, la complejidad de la respuesta política que afecta a la investigación, la industria, el comercio y las finanzas requerirá un nivel de coordinación sin precedentes entre todos los actores: los gobiernos y los parlamentos nacionales, la Comisión y el Parlamento Europeo.
Esta respuesta debe ser rápida, ya que la economía de Europa está estancada mientras gran parte del mundo crece. La respuesta debe ser proporcional a la magnitud de los desafíos (se necesitan al menos 800.000 millones de euros al año en inversiones para relanzar la UE). Y debe centrarse en los sectores que impulsarán un mayor crecimiento. “La velocidad, la escala y la intensidad serán esenciales”. La rapidez es esencial mientras Rusia intenta normalizar las relaciones con EEUU (¿con el levantamiento de las sanciones?) proponiendo la reanudación de los vuelos directos Moscú-Washington.
Y hablando de los conflictos actuales en las fronteras de Europa, Draghi no ocultó el hecho de que –si las recientes declaraciones de los EE.UU. son una indicación de nuestro futuro– podemos esperar que nos dejen en gran medida solos para garantizar la seguridad en Ucrania y en la propia Europa. La UE se creó para garantizar la paz, la independencia, la seguridad, la soberanía y luego la sostenibilidad, la prosperidad, la democracia y la justicia. En estos años, a pesar de mil incertidumbres, ha conseguido garantizar todo esto. Pero ahora el mundo cómodo ha terminado. Para defender los valores fundamentales de su existencia, los 27 países que la integran deben darse cuenta de que "no se puede decir no a todo". En pocas palabras: probablemente haya que cambiar el mecanismo de unanimidad en la votación de diversos expedientes.
No hay duda: ante el escenario que dibuja la estrategia de Trump, que pone también en peligro la democracia estadounidense, todo dependerá de la estabilidad de las instituciones que han caracterizado al Occidente político desde la Segunda Guerra Mundial y de la capacidad de Europa de proponer una alternativa seria al liberalismo hegemónico impuesto por Estados Unidos.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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