Aprender del camino sinodal de la Iglesia italiana
Lo que ha ocurrido en la presente etapa sinodal de la Iglesia de Italia hasta puede recordar vagamente lo que sucedió en la primavera de 1789 en Versalles durante la reunión de los Estados Generales, cuando los burgueses laicos del Tercer Estado se rebelaron contra el rey, el clero y los nobles.
De hecho, los participantes en la segunda asamblea sinodal de la Iglesia italiana (1008 personas, de las cuales 530 eran laicos, en su mayoría mujeres) han rechazado el texto del documento final preparado por la presidencia, que debía ser la síntesis del debate y de las propuestas maduradas en los cuatro años de trabajo del camino sinodal – y han aprobado por amplia mayoría una moción que compromete a la misma presidencia a reescribir el documento desde el principio, «acogiendo las enmiendas, prioridades y contribuciones que han surgido», y que al mismo tiempo fija una nueva asamblea para el próximo 25 de octubre de 2025.
Se trata de un epílogo inédito, que pone de manifiesto una fuerte desconexión entre la base y la cúpula de la Iglesia en este caso italiana. Es decir, entre lo que, a pesar de todas sus limitaciones, ha sido debatido y propuesto por la base en las diversas fases del larguísimo camino sinodal -iniciado en octubre de 2021 sobre todo por la insistencia del papa Francisco ante una Conferencia Episcopal Italiana bastante reacia, si no recalcitrante- y el documento final de síntesis articulado en cincuenta «Preposiciones» redactado desde la presidencia.
Un texto que la asamblea, reunida desde el 31 de marzo hasta el 4 de abril, ha juzgado vago y genérico y que, sobre todo, ha eliminado o anestesiado las propuestas más avanzadas: un mayor reconocimiento de la función de la mujer, valorando también el acceso a nuevos ministerios; una apertura real a las personas homosexuales y lgbtq (acrónimo no utilizado en el documento, pero ampliamente utilizado en el debate y en las propuestas); una acción más decidida para combatir el delito de abuso sexual y, sobre todo, de transparencia -la Conferencia Episcopal Italiana, a diferencia de otras conferencias episcopales europeas, siempre ha rechazado una investigación independiente sobre el tema-; mayor claridad y participación en relación con los aspectos económicos y financieros; la desmilitarización de los capellanes militares; un mayor compromiso en temas sociales.
Omisiones causadas por una «excesiva» síntesis, intentó explicar monseñor Erio Castellucci, arzobispo de Módena y presidente del Comité Nacional del Camino Sinodal. La Presidencia había preparado un texto de 74.000 caracteres, pero hace unas semanas el Consejo Episcopal Permanente -una especie de ejecutivo de la Conferencia Episcopal Italiana- pidió una «reducción drástica», y así el documento se redujo a 46.000 caracteres.
Algunos la han definido como una asamblea «rebelde» a lo que otros creemos que fue una asamblea viva, crítica, leal y apasionada por la Iglesia y su misión.
El hecho es que cuando la presidencia se dio cuenta de que el desacuerdo era fuerte, en lugar de seguir adelante con una votación que probablemente habría rechazado muchas propuestas, prefirió retirar el texto para reescribirlo desde el principio, saltándose el calendario ya establecido. De hecho, en mayo, la asamblea general de los obispos italianos debería haber aprobado definitivamente el documento y adoptarlo como brújula para el camino de la Iglesia italiana en las próximas décadas. Ahora todo se ha pospuesto seis meses, salvo nuevos incidentes en el camino.
«Aprovecharemos las dificultades» ha comentado el Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Cardenal Matteo Zuppi. Los próximos meses serán decisivos, pero seguramente en octubre de 2025 no se podrá volver a presentar un documento fotocopia del actual, para no arriesgarse a una nueva descalificación.
No, no será la revolución, como en 1789, pero muchos esperan al menos una reforma profunda y radical de una Iglesia italiana inmóvil desde hace décadas.
Si hago esta reflexión es porque, creo, será bueno tener en cuenta y necesario aprender cuando en nuestra Iglesia de España, y en nuestras Diócesis, se quiera discernir la sinodalidad propuesta por el Papa Francisco después del último Sínodo de la Iglesia sobre la sinodalidad. ¿Qué complejidades y/o dificultades nos encontraremos a la hora de leer, interpretar, traducir, concretar la sinodalidad efectiva y real en las Diócesis de nuestra Iglesia en España?
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
No hay comentarios:
Publicar un comentario