viernes, 18 de abril de 2025

¿Por qué yo?

¿Por qué yo? 

La desgarradora fotografía de un niño palestino de nueve años que perdió ambos brazos mientras huía de un ataque israelí en Gaza ha ganado el primer premio del concurso World Press Photo 2025. La imagen fue publicada por el New York Times. 

Tomada por la fotógrafa palestina Samar Abu Elouf, retrata al pequeño Mahmoud Ajjour, evacuado a Doha después de que una explosión le arrancara un brazo y le mutilara el otro el año pasado. 

Originaria de Gaza, la fotógrafa también fue evacuada en diciembre de 2023. Ahora toma retratos de palestinos gravemente heridos por la guerra que viven en Doha. 

«Es una foto silenciosa, pero que habla muy alto. Cuenta la historia de un niño, pero también de una guerra aún más amplia que tendrá un impacto en las generaciones futuras», declaró Joumana El Zein Khoury, directora ejecutiva de World Press Photo. 

El jurado elogió la «fuerte composición y la atención a la luz» de la foto, así como el tema que invita a la reflexión, en particular al plantear preguntas sobre el futuro de Mahmoud. 

Actualmente, el niño retratado está aprendiendo a jugar con el teléfono, a escribir y a abrir las puertas con los pies, según ha declarado el jurado. «Mahmoud tiene un sueño muy sencillo: quiere recibir prótesis y vivir su vida como cualquier otro niño», han declarado los organizadores de World Press Photo en un comunicado. 

En la foto, el niño sin brazos tiene la mirada perdida, tal vez en un recuerdo, un dolor, una pregunta que nadie ha respondido aún: «¿Por qué yo?». Esta foto transmite el peso de una verdad. 

El niño retratado no es, de hecho, un caso aislado. En Gaza, la pérdida de una extremidad ya no es un accidente, es una posibilidad constante. En Gaza no vuelan pájaros, sino máquinas de muerte. 

En los últimos meses, el número de niños a los que se les han amputado extremidades ha aumentado de forma aterradora. Hay quienes han perdido un pie mientras jugaban delante de su casa o una mano mientras llevaban el pan. Pero lo más trágico es que los niños que han sobrevivido a los misiles no han sobrevivido a la guerra. 

Esta foto muestra a un niño que ha escapado de un ataque aéreo, pero no de la guerra, que seguirá viviendo para siempre en su cuerpo: en su incapacidad para vestirse sin ayuda, en la forma en que la gente lo mirará, en su sueño, ahora más pequeño que su edad, que es sostener un vaso de agua por sí mismo. 

El mundo aplaude la foto. Algunos lloran. Otros la comparten en las redes sociales. Y luego la mayoría continúa con su día. Pero el niño sigue allí, con un cuerpo mutilado y un mundo que lo mira sin mover un dedo. ¿Cambiará algo esta foto? Quizás. ¿Cambiará el destino de un niño que sigue vivo pero sin una cama de hospital? ¿Impedirá que los aviones bombardeen su barrio? 

Vemos a este niño, a tantos niños, y nos quedamos con la pregunta en los labios. Sus cuerpos responden por sí solos y sus ojos revelan todo lo que el mundo intenta ocultar. 

Esta foto es un premio para la conciencia. Pero también es una condena: del silencio del mundo, de la cobardía de la política y de quienes aceptan documentar el dolor en lugar de detenerlo. Porque las fotos no bastan. Porque los niños no sobreviven de aplausos, sino de cuidados, protección y justicia. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

 

Posdata:

 

Hace años - allá por el 2 de septiembre de 2015 - vimos la imagen de otro niño… una imagen y un niño que quizá ya hemos olvidado... Se llamaba Aylan Kurdi y tenía algo más de tres añitos.



Todo ello para decirnos que no será por falta de imágenes silenciosamente elocuentes que siguen apelando a nuestra conciencia.




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