miércoles, 2 de abril de 2025

Stabat Mater - Giovanni Battista Pergolesi -.

Stabat Mater de Giovanni Battista Pergolesi

Un propuesta estética y espiritual muy apropiada para prepararnos a los días litúrgicos de la Semana Santa es la audición y la oración con el «Stabat Mater» en el que la Virgen nos muestra cómo «estar» a los pies de la cruz y acompañar a Jesús en su camino hacia el Calvario. De hecho, el «Stabat Mater» toma su nombre de un pasaje del Evangelio de Juan: «Junto a la cruz de Jesús estaba su madre» (Jn 19,25): María «stabat», que en latín significa «permanecía de pie» a los pies de la cruz. Este detalle es importante para describir el comportamiento de la Madre en el momento de la crucifixión del Hijo: no se deja abrumar por el dolor y la negación de la voluntad de Dios, sino que permanece con su Hijo compartiendo su sufrimiento.

 

Y te propongo, más en concreto, la audición del Stabat Mater de Giovanni Battista Pergolesi.

 

La historia nos cuenta que Giovanni Battista Pergolesi compuso su Stabat Mater, una de las páginas más sublimes de toda la historia de la música sacra, solo unos meses antes de su muerte -y este hecho tal vez nos recuerda inmediatamente a la composición del Réquiem de Mozart, que tuvo lugar en las muy parecidas circunstancias-.

 

El compositor Giovanni Battista Pergolesi, que moriría de tuberculosis con solo veintiséis años, escribió rápidamente esta extraordinaria obra maestra después de recibir en 1735 el encargo de una cofradía laica napolitana, la de los Caballeros de la Virgen de los Dolores de San Luis del Palacio, que la utilizaría durante la liturgia de la Semana Santa.

 

Encerrado en su pequeña celda en el convento de los frailes capuchinos de Pozzuoli, donde se había retirado a rezar y meditar en un intento de aliviar los atroces dolores causados por la enfermedad (no hay que olvidar que desde su nacimiento Giovanni Battista Pergolesi también padecía espina bífida o poliomielitis), compuso febrilmente las páginas del manuscrito y, como en el caso de Mozart, el sufrimiento, la conciencia de la fragilidad de la vida humana frente al misterio de la muerte, le dieron la oportunidad de elaborar una página desgarradora y maravillosa que describe el dolor más terrible que puede sentir un ser humano, el de una madre que presencia la muerte de su hijo.

 

Con su Stabat Mater, construido en doce números -que describen de manera compacta y simbólica la Pasión de Cristo-, Giovanni Battista Pergolesi, aunque respetando la estructura de la época, que preveía el uso de solo arcos con bajo continuo y la presencia de solo voces de soprano y contratenor, que se alternaban en la serie de dúos y arias solistas, tiende a aligerar, a hacer menos pesado este alternarse como si la representación sacra pudiera trasladarse a un plano teatral, en el que mostrar los sentimientos del hombre y no solo la manifestación de la dimensión divina.

 

Con Giovanni Battista Pergolesi, el misterio de Dios se encarna en el hombre y en su fragilidad y, al hacerlo, el compositor fue uno de los primeros en aplicar de manera ejemplar esa figura retórica en el centro de gran parte de la música barroca, descrita en la llamada «teoría de los afectos».

 

La teoría de los afectos, como indica el propio término, tenía como objetivo suscitar y conmover los afectos de quien escuchaba una pieza musical. Ya los antiguos griegos habían comprendido que el arte musical podía suscitar fuertes emociones. Un concepto que luego fue desarrollado por los teóricos y músicos del Renacimiento, hasta el punto de que los poderes temporales y espirituales de la época, conscientes del poder de la música sobre el alma humana, la utilizaron como herramienta para difundir mejor sus mensajes.

 

A partir del siglo XVII, los teóricos de la música identificaron cada forma de afecto musical con un estado de ánimo particular (que podía expresar felicidad, melancolía, ira, dolor...). Estas figuras musicales específicas se aplicaban con un uso particular del contrapunto, los intervalos y la construcción armónica, para crear y suscitar en el oyente, en cada ocasión, una sugestión particular. Y es precisamente a principios del siglo XVIII, en pleno Barroco, cuando la teoría de los afectos alcanza su apogeo y perfección.

 

Antes de pasar directamente a la presentación más detallada de esta pieza musical, te propongo una primera audición. Por ejemplo esta versión –seguramente una de las más bellas-: https://www.youtube.com/watch?v=P65oBJBdSXM

 

01) Dúo «Stabat Mater Dolorosa» Tras la triste apertura de la obra, iniciada por el tono apagado de los arcos que sumergen al oyente en la dimensión apenada de la Virgen arrodillada a los pies de la cruz, como en una tragedia griega, entran en escena las voces que entonan polifónicamente el Stabat Mater dolorosa. Un canto que no solo involucra por su aspecto dramático, sino que también es capaz de representar las emociones de la figura materna, no solo su dolor, sino también la ternura, la preocupación, el deseo de socorrer a ese hijo que está a punto de perder.

 

02) Aria para soprano «Cujus animam gementem». La aprensión y angustia de la que es víctima la Virgen se expresan en la breve incisión orquestal de los arcos sobre la que se apoya la voz de la soprano para declamar los versos de Cujus animam gementem (los versos dicen: Y su alma gimiente, afligida y doliente, atravesaba una espada). Hay que observar cómo el timbre y el ritmo de los arcos se basan en la repetición de los versos, precisamente para resaltar el dramatismo de lo que canta la soprano.

 

03) Dúo «O quam tristi et afflicta». El sentimiento de aflicción, desolación y abandono que experimenta la madre de Jesús se destaca de manera ejemplar en este fragmento, donde las voces solistas amplían el sentimiento de dolor y angustia.

 

04) Aria para contratenor «Quae moerebat et dolebat». No nos dejemos engañar por la rítmica melodía de los arcos sobre la que se apoya el canto de la contratenor que entona el Quae moerebat et dolebat (los versos dicen: ¡Cómo se entristecía y se dolía/la piadosa Madre/ al ver los sufrimientos de su ilustre Hijo!). No se trata de alegría, sino simplemente de aceptación, la que la Virgen siente al constatar el designio divino que su hijo lleva hasta su máxima realización con su muerte.

 

05) Dúo «Quis est homo, qui non fleret». Pero el dolor, una vez más, se impone y la soprano y la contratenor entrelazan sus voces en el Quis est homo, qui non fleret, es decir, «¿Quién no lloraría al ver?», en el que la dimensión humana, destinada a sufrir penas y aflicciones, trata de comprender el porqué de tanto dolor y se pregunta cómo resistir tanto sufrimiento.

 

06) Aria para soprano «Vidit suum dulcem natum». En absoluto una de las arias más encantadoras y conmovedoras de toda la obra, el Vidit suum dulcem natumVio a su dulce Hijo»), ve a la soprano entonar un grito desgarrador y apenado al representar la visión de una madre que asiste, impotente, a la muerte de su hijo, introducida por un maravilloso tejido armónico y melódico de los arcos, que proyecta al oyente en el corazón del drama, para luego concluirlo en un triste final que parece simbolizar los últimos instantes de la vida de Cristo.

 

07) Aria para contratenor «Eja, Mater, fons amoris». La congoja, el sentimiento de compartir el dolor, el deseo de compartirlo con la Virgen se manifiestan en este pasaje en el que, con los arcos que exponen otro tema rítmico, la voz de la contratenor expresa el deseo de socorrer con sus propias lágrimas y lamentos las de la Virgen que acaba de ver morir a su hijo.

 

08) Dúo «Fac, ut ardeat cor meum». Sobre las notas de una delicadísima fuga de los arcos, se desarrolla el Fac, ut ardeat cor meum (los versos dicen: Haz que mi corazón arda en el amor a Cristo Dios para hacer lo que a él le agrada), en el que vuelve a brillar la luz de la esperanza y del amor divino. Una pieza que hasta puede definirse como una anticipación de lo que luego Mozart sabrá desarrollar con sus propias obras sacras.

 

09) Dúo «Sancta Mater, istud agas». Sin duda, nos encontramos ante la pieza más «teatral» y extensa de todo el Stabat Mater, en el que las dos voces solistas se alternan para pedir a la Virgen que comparta su dolor con el suyo, apoyadas por una maravillosa textura de los arcos.

 

10) Aria para contratenor «Fac, ut portem Christi mortem». En esta enésima pieza sublime, una vez más los arcos crean la imagen de una procesión triste y dolorosa durante la cual la voz del contratenor invoca los sufrimientos y las llagas de Cristo, con el deseo de compartirlos.

 

11) Dúo «Inflammatus et accensus». También aquí Giovanni Battista Pergolesi alterna la tristeza del tema anterior con la luz de la oración y la esperanza en esta pieza donde, una vez más, la introducción instrumental canta las dos voces solistas, pincelando la dimensión emocional de los que piden ser protegidos por la Virgen María y por la Cruz en la que Cristo murió en sacrificio.

 

12) Dúo «Quando corpus morietur». El Stabat Mater se cierra como se abrió, con una visión desolada, impregnada de dolor y consternación, en la que la fragilidad del hombre se expresa a través del canto de la soprano y el contratenor que entonan los versos Y cuando mi cuerpo muera / haz que a mi alma se le dé / la gloria del Paraíso. Amén. El miedo a la muerte, a la oscuridad, empuja una vez más al hombre a pedir consuelo y protección a quien se ha sacrificado por él, aunque en la última escena irrumpe con fuerza, como un rayo de luz que atraviesa las nubes, la invocación se transforma en una esperanza que nunca tendrá fin.

 

Hasta aquí la presentación detallada de esta pieza musical. 


Ahora, y si te parece, puedes volverla a escuchar con estas sucintas claves que he tratado de ofrecerte: https://www.youtube.com/watch?v=P65oBJBdSXM

 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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