¿Y si la estupidez es una enfermedad?
Hillary Clinton
declara estar «impresionada» por la estupidez de los personajes que pueblan el
gobierno estadounidense: ¡no basta con ser fuerte, hay que ser inteligente!
Los imbéciles
están desbordando la política: cultivan una relación estrecha, coleguil,
confidencial con la estupidez. Van de la mano. La prevalencia de los imbéciles
en la política se temía antes, hoy es una normalidad documentada: atestigua
patologías que se han convertido en el día a día que nos gobierna. Insisto, siempre
a mi manera, porque el fenómeno no habla a favor de la calidad de la política.
Lo representa,
por ejemplo, quien combina la ignorancia y la incompetencia con la seguridad en
sí mismo y la convicción de tener capacidades superiores. Una mezcla explosiva.
Pura dinamita.
Es una
distorsión cognitiva que se manifiesta con actitudes arrogantes, tendencias a
la dominación y la prepotencia, incapacidad para el diálogo. Los ministros de Donald
Trump son un espantoso ejemplo de ello. Es difícil elegir al peor.
La secretaria de
Seguridad Nacional, Kristi Noem, resume el pensamiento del comandante en jefe:
se exhibe frente a una jaula con hombres semidesnudos tratados como ganado de
matadero. El espectáculo es espantoso: exalta el desprecio por la dignidad
humana y recuerda a Guantánamo. Repugnante.
La señora Kristi
Noem es demasiado ignorante y arrogante para darse cuenta de la naturaleza de
su exhibición. Ante ciertos espectáculos ya va siendo hora de dejar de hablar
bien de la naturaleza humana.
La ostentación
de la chatarra política en boga no deja esperanzas de redención. Y pensar que
uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, Alexander Hamilton, explicó
en 1787 que el sistema de elecciones indirectas era un poco complicado, pero
tenía la ventaja de excluir a los «ignorantes y manipuladores» y de confiar el
poder a los «capaces de discernimiento», de grandes cualidades morales y
capacidades indudables.
Dados los
resultados actuales creo que sería indispensable una corrección.
Donald Trump, el
ególatra compulsivo, ha demostrado con hechos que la democracia no le conviene.
Dos eslóganes revelan sus intenciones. ¿Recuerdan «It's the economy, stupid!»,
el mensaje con el que Bill Clinton ganó las elecciones en 1992? Donald Trump lo
reinterpreta a su manera, como un loco constructor de rascacielos, y el lema se
convierte en «¡Es mi negocio, estúpido!»: Gaza se convierte en un centro
turístico sin los molestos palestinos, Ucrania interesa por los metales raros y
menos por la suerte de los ucranianos y la Groenlandia europea será americana, por
las buenas o por las malas. De forma subrepticia, hay un mensaje que anuncia la
llegada de la autocracia electiva: «¡Yo soy el Estado, estúpido!», es decir, he
sido elegido por el pueblo, mando yo y las leyes las hago yo.
¿Y nosotros, los
europeos, rebajados por el matón JD. Vance a odiosos parásitos? El gánster y matón
nos advierte de que Europa ha perdido los valores de libertad y democracia
porque impide que las fuerzas varoniles de la ultraderecha nazifascista se
expresen libremente y hagan una contribución saludable a la regeneración del
continente europeo. En resumen, las derechas antiliberales con fuertes
inyecciones de Trump son el futuro, y basta ya de amenazas de soberanía
limitada y equilibrio de poderes. ¡Eso nos dice el gáster y matón de Ohio!
Una cosa puede
ser hasta cierta: las democracias liberales se han refugiado hoy en Europa,
aplastadas entre el este y el oeste, y el veneno corroe el Estado de derecho
incluso desde dentro. Estoy convencido de que los principios de la democracia
liberal solo pueden sobrevivir con una Europa que, por fin, se convierta en
protagonista de una política común, de una defensa común de los derechos, de un
sentir común.
Sé que el
ambiente que se respira no invita al optimismo. Pero de alguna manera, si
queremos tener algo que contar, una federación de estados es necesaria para
resistir la brutal agresión en curso.
Nos lo dice
Immanuel Kant, cuyo escrito de 1795, «Sobre la paz perpetua» (https://es.wikipedia.org/wiki/Sobre_la_paz_perpetua),
es sorprendentemente actual. Conviene leerlo si aún no se ha leído: podría ser
posible algún arrepentimiento por parte de quienes consideran que el régimen
representativo debe ser desechado en favor de los despotismos disponibles en
los estantes de la estupidez.
Por cierto, Immanuel Kant se inspiró en la imagen de un gran cementerio para su proyecto de paz perpetua. Hoy en día, esta imagen es bastante recurrente: no habla a favor de un futuro brillante.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
Posdata. En este link se puede uno descargar ese escrito de Immanuel Kant: chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://www.suneo.mx/literatura/subidas/Immanuel%20Kant%20La%20paz%20perpetua.pdf
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