lunes, 12 de mayo de 2025

El Espíritu Santo es Dios en libertad.

El Espíritu Santo es Dios en libertad 

El Espíritu, el misterioso corazón del mundo, raíz de toda feminidad que hay en el cosmos, viento sobre los abismos y aliento del primer Adán, es descrito en el Evangelio especialmente a través de tres acciones: permanecerá con vosotros para siempre, os enseñará todo, os recordará todo lo que os he dicho. 

Tres verbos cargados de hermosos significados proféticos: «permanecer, enseñar y recordar». 

Permanecer, porque el Espíritu ya ha sido dado, ya está aquí, ha llenado el «cenáculo» de Jerusalén y la morada íntima del corazón. Nadie está solo, en ningún día. Aunque yo me aleje de Él, Él nunca se irá. Si yo lo olvido, Él no me olvidará. Es un viento que no nos empuja a la Iglesia, sino que nos empuja a convertirnos en Iglesia, en Templo donde está todo Jesús. 

Enseñar todo: nuevas sílabas divinas y palabras nunca antes pronunciadas, abrir un espacio de conquistas y descubrimientos. Será el recuerdo vivo de lo que sucedió «en aquellos días irrepetibles» cuando la carne humana fue la tienda de Dios, y al mismo tiempo será la genialidad para respuestas libres e inéditas, para hoy y para mañana. 

Literalmente, «enseñar» significa grabar una señal en el interior, en la intimidad de cada uno, y de hecho con alas de fuego grabó el Espíritu el corazón humano. 

Recordar: significa reavivar la memoria de cuando pasaba y sanaba la vida y decía palabras cuyo fondo no se veía; traer al corazón los gestos y las palabras de Jesús, para que sean cálidos y fragantes, que huelan como entonces a pasión y libertad. El Espíritu nos hace enamorarnos de un cristianismo que sea visión, encanto, fervor, poesía, porque «la fe sin asombro se vuelve gris» -Papa Francisco-. 

Un detalle precioso revela una característica de las tres acciones del Espíritu: permanecerá siempre con vosotros; os lo enseñará todo, lo recordará todo. 

Siempre, todo, un sentimiento de plenitud, de completitud, de totalidad, de absoluto. El Espíritu envuelve y penetra; nada escapa a sus rayos de fuego, la tierra está llena de él (Sal 103), para siempre, por una acción que no cesa y no defrauda. 

Y no excluye a nadie, no se limita a los profetas de antaño, a las jerarquías de la Iglesia o a los grandes místicos peregrinos de lo absoluto. Nos impulsa a todos nosotros, buscadores de tesoros, buscadores de perlas, que nos sentimos tocados en el corazón por el encanto de Cristo y nunca dejamos de seguir sus huellas. 

¿Qué es el Espíritu Santo? Es Dios en libertad. Es el que inventa, abre, hace cosas que no esperas. 

El que da a María un hijo fuera de la ley, a Isabel un hijo profeta. Y a nosotros nos da, para siempre, todo lo que necesitamos para convertirnos, como madres, en donantes de vida dentro de la vida. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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