La oración del corazón: el corazón de la oración
La oración profunda alimentada por el silencio de escucha puede abrir la puerta a la oración del corazón, que se percibe como una llamada del Señor a un conocimiento, amor, servicio, alabanza beneficiosos y fecundos.
Del siguiente texto podemos recibir algunas luces para discernir. La invocación continua de Jesús, cuando va acompañada de un deseo lleno de dulzura y alegría, hace que el espacio del corazón se llene de alegría y serenidad... Pero quien lleva a cabo la purificación del corazón es Jesucristo, pues Él mismo dice: «Yo soy Dios, que hago la paz» (Esquicio de Batos, 91).
La oración del corazón, que corresponde a la oración continua, responde a la llamada de Jesús, así como a una petición del Apóstol San Pablo: «Orad en todo momento...» (1 Tes 5,17). Consiste en pronunciar muy regularmente a lo largo del día, de manera espontánea o formal (a una hora fija o durante un tiempo determinado), el nombre de Jesús.
Este nombre designa su persona, pero también su misión, ya que significa «Dios salva». En la época de Jesús, el nombre era algo de suma importancia, y lo sigue siendo hoy en día.
Oración
Señor Jesucristo, penetra profundamente en mi mente
con tu gracia y tu amor: que sea fiel en meditar las maravillas de tu gracia.
Señor Jesucristo, penetra profundamente en mi frente con tu gracia y tu amor:
que pueda verte más allá de las apariencias de este mundo, tal como eres, en tu
esplendor y en tu gloria.
Señor Jesucristo, penetra profundamente en mis ojos
con tu gracia y tu amor: que nada me perturbe de lo que veo a mi alrededor; que
pueda mirar todo y a todos como tú miras.
Señor Jesucristo, penetra profundamente en mis oídos
con tu gracia y tu amor: entre las mil voces que me asaltan, que pueda
distinguir y escuchar tu voz y tu Palabra.
Señor Jesucristo, penetra profundamente en mi boca
con tu gracia y tu amor: que mis palabras sean siempre y solo palabras de
verdad.
Señor Jesucristo, penetra profundamente en mis
hombros con tu gracia y tu amor: que sea capaz de llevar el peso de mis
vecinos, pero, sobre todo, que sea capaz de aceptarme a mí mismo como la carga
más grande de mi vida.
Señor Jesucristo, penetra profundamente en mis manos
con tu gracia y tu amor: que todo lo que haga con ellas sea un sacrificio de
alabanza y agradecimiento a Ti.
Señor Jesucristo, penetra profundamente en mi corazón
con tu gracia y tu amor: que sea capaz de amarte por encima de todo y de todos.
Señor Jesucristo, penetra profundamente en mis pies
con tu gracia y tu amor: dondequiera que vaya, que mis pasos sean parte de esa
peregrinación que un día me llevará a verte, abrazarte y amarte por toda la
eternidad.
Señor Jesucristo, penetra profundamente en todo mi ser con tu gracia y tu amor: que yo sea un pequeño signo de tu inmenso Amor. ¡Amén!
Te invito a escuchar esta oración del corazón u oración de Jesús: https://www.youtube.com/watch?v=mfzXHDBSaIQ
Es una valiosa forma de oración, originariamente procedente de la Iglesia Oriental. Los Padres del desierto desarrollaron esta repetición sistemática de una jaculatoria, cuya forma clásica es: “Señor Jesús, Hijo de Dios, ten compasión de mí, pecador”.
La oración del corazón cantada en eslavo es: Го́споди Иису́се Христе́, Сы́не Божий, поми́луй мя гре́шнаго - Gospodi Iisuse Hristie, Sine Bozhii, pomilui mea greshnago -.
Después de ejercitarse un poco en esta oración, se va notando que, gracias a su sencillez, se presta perfectamente para rezarla en cualquier lugar y circunstancia: mientras caminamos, mientras realizamos los quehaceres de cada día, mientras estamos en la sala de espera, etc.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF


No hay comentarios:
Publicar un comentario