lunes, 12 de mayo de 2025

Permanecer, enseñar, recordar.

Permanecer, enseñar, recordar 

El Padre os dará otro «Paráclito»: nombre que significa «el que es llamado junto», «uno junto a nosotros», a nuestro favor, no «contra nosotros»; porque cuando incluso el corazón nos acuse, haya alguien más grande que nuestro corazón: nuestro Defensor. 

Porque cuando estamos estériles y tristes, esté cerca como el viento que lleva el polen de la primavera, como el fuego que ilumina la noche: Creador y Consolador. Porque cuando estamos solos, en la soledad enemiga, sea Él quien llene la casa, el Dios cercano, que envuelve, penetra, hace volar los pensamientos a nuevas alturas, da impulso a los gestos y a las palabras, a la medida de los de Cristo. 

Permanecerá con vosotros para siempre, os enseñará todo, os recordará todo lo que os he dicho. Tres verbos llenos de hermosos significados proféticos: «permanecer, enseñar y recordar». 

Que permanezca con vosotros, para siempre. El Espíritu ya está aquí, ha llenado la casa. Aunque yo no esté con Él, Él permanece conmigo. Aunque yo lo olvide, Él no me olvidará. Nadie está solo, en ningún día. 

Os enseñará todo: el Espíritu ama enseñar, acompañar hacia paisajes inexplorados, hacia pensamientos y conocimientos nuevos; impulsar hacia adelante y juntos: con Él, la verdad se convierte en comunitaria, no individual. 

Os recordará todo: os traerá al corazón los gestos y las palabras de Jesús, de cuando pasaba y sanaba la vida y decía palabras cuyo fondo no se veía. 

Pentecostés es una fiesta revolucionaria cuyo alcance aún no hemos comprendido plenamente. El relato de los Hechos de los Apóstoles lo subraya con anotaciones precisas: de repente vino del cielo un viento impetuoso y llenó toda la casa. 

La casa donde estaban reunidos los amigos. El Espíritu no se deja secuestrar en lugares particulares que consideramos reservados a lo sagrado. Aquí lo sagrado se convierte en la casa. La mía, la tuya, todas las casas son ahora el cielo de Dios. 

Llegó de repente, y los discípulos fueron tomados por sorpresa, no estaban preparados, no estaban programados. El Espíritu no soporta los esquemas, es un viento de libertad, fuente de vidas libres. 

Aparecieron lenguas de fuego que se posaron sobre cada uno. Sobre cada uno, sobre cada uno de nosotros. Nadie excluido, sin distinción alguna. 

Toca cada vida, es creador y quiere creadores; es fuego y quiere para su Iglesia conciencias encendidas y no entumecidas o complacientes. 

El Espíritu trae como don un sabor de totalidad, de plenitud, de completitud que Jesús subraya tres veces: enseñará todo, recordará todo, permanecerá para siempre. Y la liturgia se hace eco: de tu Espíritu, Señor, está llena la tierra. 

En Él, el hombre y el cosmos encuentran su plenitud: habitar el futuro y la libertad, habitar el Viento y el Fuego, como nómadas del Amor. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Carta Apostólica "In unitate fidei": retorno a lo esencial.

Carta Apostólica "In unitate fidei": retorno a lo esencial   En la solemnidad de Cristo Rey, y en vísperas de su primer viaje apos...