miércoles, 4 de junio de 2025

Pentecostés, sinónimo de alternativa, creatividad, imaginación, novedad.

Pentecostés, sinónimo de alternativa, creatividad, imaginación, novedad

Renovar: este podría ser el legado extremo del Resucitado, en el don del Espíritu. Renovar, es decir, traer novedad, devolver lo nuevo a lo que es viejo, cerrado, temeroso. 

El Evangelista Juan lo recuerda bien: Cristo resucitado llega «mientras las puertas del lugar donde se encontraban estaban cerradas». 

Para devolver el ánimo a los corazones desorientados, para refundar a los discípulos como hombres de confianza, para reconstituir en unidad lo que la Pasión había desgarrado, para volver a unir vidas que se habían roto, el Resucitado llega allí donde hay puertas cerradas y sopla el Espíritu. 

A partir de aquí, en plena continuidad con la resurrección, es otra historia, es otra vida: apertura, impulso, valor, anuncio, vínculos, relaciones. 

En el icono de los Hechos hay fuego, que devuelve palabras de comunión y recomposición: una sola lengua en la diversidad de lenguas o, como dice Pablo, en la «diversidad de carismas». 

Renovar: es una tarea a la que el cristiano está siempre llamado, en una conversión existencial que nunca termina. Es el seguimiento que llama a la novedad: de emociones, de miradas, de perspectivas, de acciones, de profecías. 

Cada vez que sentimos la tentación de la inmovilidad, de cerrar las puertas para quedarnos entre los nuestros, de la uniformidad, de la continuidad tranquilizadora que se convierte en inercia, nos hará bien retomar las lecturas de Pentecostés de hoy: renovar las vidas, las comunidades, las iglesias, en la fe de que el Espíritu permanece y sigue actuando, inspirando, excavando, construyendo, abriendo, desafiando. 

Pero ¿creemos en esto, o tenemos fe en nosotros mismos y en nuestras queridas ideas inmutables, que a menudo se convierten en ideologías? 

Hay una novedad solemne, repetida con insistencia en la Pascua del Espíritu Santo: los cielos anuncian nuevas libertades, nuevas victorias de la fe, nueva paz: son eternas, no por mérito de los hombres, sino por la gracia del Espíritu, que infunde valor, fortaleza, constancia. 

Que podamos ser verdaderamente gente nueva de nuevos cielos y nueva tierra: personas y Pueblo de Dios en camino, renovados, impulsados por el aliento del Espíritu Santo creador hacia nuevas libertades. 

Con la mirada, confiada y esperanzada, puesta en el futuro de Dios que siempre será mejor que cualquier pasado: lo mejor, Aquél que nos precede, está por venir. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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