martes, 8 de julio de 2025

Asunción, nuestra «migración» común.

Asunción, nuestra «migración» común

María lleva nuestra carne humana al paraíso porque llevó a Dios en nuestra carne.

 

María, es la mujer donde el tiempo y la eternidad se entrelazan, donde se cruzan las fronteras: carne de mujer en el paraíso, carne de Dios en la tierra.

 

La asunción de María entona hoy el canto del valor del cuerpo. Dios no desperdicia sus maravillas y el cuerpo del hombre, que es un tejido de prodigios, tendrá, transfigurado, el mismo destino que el alma, y Dios ocupará el corazón y el cuerpo y «será todo en todos» (Col 3,11).

 

Este cuerpo tan frágil, tan sublime, tan querido, tan dolorido, sacramento de amor y a veces de violencia, en el que sentimos la densidad de la alegría, en el que sufrimos la profundidad del dolor, se convertirá, en el último día, en puerta abierta, umbral abierto a la comunión, transparencia de cristal, sacramento del encuentro perfecto.

 

María es la hermana que ha ido por delante, su destino es el nuestro, y ya desde ahora. «Vi a una mujer vestida de sol, estaba embarazada y gritaba con los dolores del parto» (Ap 12,2).

 

Hermosa imagen de la Iglesia, de la humanidad, de María, de mí, pequeño corazón aún vestido de sombras. Que revela nuestra vocación común: estar en la vida, dar vida. Ser criaturas solares, generadoras de vida, y en lucha. Contra el mal, el gran dragón rojo que devora la luz, que se come los frutos de la vida. Tener un corazón de luz, enviar solo señales de vida a nuestro alrededor y no rendirnos nunca. Porque el futuro del mundo no está cargado de muerte, sino de vida.

 

El Evangelio cuenta que «María se puso en camino, apresuradamente, hacia la montaña». Ella es la mujer del viaje apresurado, porque el amor siempre tiene prisa, no soporta retrasos; va, llevada por el futuro que toma carne y calor en ella.

 

Mujer en camino, que es siempre figura de una búsqueda interior, de un camino hacia un mundo nuevo tras las huellas de Dios y las esperanzas del corazón. Mujer en camino hacia los demás:

 

María nunca está sola en el Evangelio, nunca se ha reservado un espacio, por pequeño que sea, para sí misma. Va continuamente hacia los demás, criatura de comunión, nudo de encuentros.

 

Mujer en camino de casa en casa, que deja su casa de Nazaret y va a casa de Isabel, a casa de los esposos de Caná, a Cafarnaúm, a la habitación alta de Jerusalén, como si su casa se hubiera dilatado y abierto de par en par y se hubiera multiplicado el círculo de su corazón.

 

Mujer en camino con alegría, alegría y temor a la vez, alegría que en el encuentro con Isabel se convierte en abrazo y luego en canto. Porque la alegría, como la paz, como el amor, solo se vive compartiéndola.

 

La Asunción es la fiesta de nuestra migración común hacia la vida. Somos una humanidad dolorida, pero en camino; una humanidad herida, caída, pero en camino; una humanidad que conoce bien la traición, pero que no se rinde, que ama con la misma intensidad el cielo y la tierra.


 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Vacío por lleno - San Lucas 18, 9-14 -.

Vacío por lleno - San Lucas 18, 9-14 -   No se puede rezar a Dios y despreciar al hermano.   No se puede acudir a Él y juzgar al pecador. ...