lunes, 7 de julio de 2025

Edith Stein: una mujer de síntesis.

Edith Stein: una mujer de síntesis 

La memoria de Edith Stein, Santa Teresa Benedicta de la Cruz, sigue siendo tan actual hoy como siempre. Sin querer caer en los cánones o clichés de nuestra época, conviene subrayar que nos encontramos ante una personalidad muy peculiar para las décadas que vivió Edith Stein, a caballo entre finales del siglo XIX y la época del nazismo. 

Mujer, judía, convertida al cristianismo, asistente de filosofía del gran Edmund Husserl, iniciador de la fenomenología, y primera mujer aspirante a la docencia universitaria, que le fue denegada, entre otras cosas, por sus orígenes judíos. 

Durante su estancia en Gotinga en los años 10 del siglo XX, tuvo la oportunidad de colaborar con Husserl, quien apostaba por un nuevo concepto de verdad, yendo más allá del subjetivismo kantiano y recuperando el retorno al objetivismo. La fenomenología, corriente que Husserl inspiró y fundó, llevó a muchos de sus alumnos a acercarse a la fe cristiana. Edith Stein se graduó en 1916 con Husserl con una tesis titulada «Sobre el problema de la empatía». 

En esos años, durante el inicio de la Gran Guerra, la joven Edith también prestó servicio voluntario en un hospital para atender a los enfermos de tifus. 

En 1916, Edith Stein se graduó con Husserl con la mencionada tesis «Sobre el problema de la empatía», relativa a la forma de experimentar la conciencia de los demás para comprender sus razones, una obra que se sitúa entre la filosofía y la psicología. 

Edith Stein, otro elemento que hace que su biografía y su obra sean más que actuales, se comprometió profundamente con las mujeres de su época y con la lucha por los derechos de la mujer: entró a formar parte de la organización denominada «Asociación Prusiana por el Derecho al Voto de la Mujer». También dio numerosas conferencias por toda Alemania sobre estos mismos temas. 

Pensándolo bien, era una personalidad alternativa. De niña perdió la fe, que recuperó de adulta. Edith Stein no solo fue una filósofa, convertida del judaísmo al cristianismo (sin olvidar ni renegar nunca sus orígenes judíos), sino también una mística y religiosa, convencida de emprender la vida monástica de las Carmelitas, tras leer, en 1921, la autobiografía de Santa Teresa de Ávila, que supuso para ella un cambio radical. En ese momento comprendió que había encontrado la verdad. Sin embargo, no le resultó fácil emprender la vida religiosa. 

Tomó los primeros votos el 21 de abril de 1935, tras ser bautizada el 1 de enero de 1922. El 21 de abril de 1938 tomó los votos perpetuos e imprimió en la estampa de su profesión las palabras de San Juan de la Cruz (el gran místico que vivió en el siglo XVI, al que dedicaría su última obra antes de morir): «Mi única profesión será, de ahora en adelante, el amor». 

El 9 de noviembre de 1938, el odio de los nazis hacia los judíos se manifiesta ante todo el mundo. Las sinagogas arden. El terror se extiende entre la población judía. La madre priora de las Carmelitas de Colonia hace todo lo posible por llevar a la hermana Teresa Benedicta de la Cruz al extranjero. En la noche de Año Nuevo de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y es llevada al convento de las Carmelitas de Echt, en Holanda. 

Allí redacta su testamento el 9 de junio de 1939: «Ya ahora acepto con alegría, en completa sumisión y según Su santísima voluntad, la muerte que Dios me ha destinado. Ruego al Señor que acepte mi vida y mi muerte... para que el Señor sea reconocido por los suyos y que su reino venga en toda su magnificencia para la salvación de Alemania y la paz del mundo...». 

El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla, junto con las demás hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia católica y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa: «Ven, vamos a morir por nuestro pueblo». 

Edith Stein muere en Auschwitz el 9 de agosto de 1938 junto con otros 987 judíos, entre ellos su hermana Rosa. Juan Pablo II, con motivo de su beatificación, la celebró de esta manera: «Nos inclinamos profundamente ante el testimonio de la vida y la muerte de Edith Stein, ilustre hija de Israel y al mismo tiempo hija del Carmelo. Sor Teresa Benedicta de la Cruz, una personalidad que lleva en su intensa vida una síntesis dramática de nuestro siglo, una síntesis rica en heridas profundas que aún sangran...». 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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