Una sana Tradición en la Liturgia
Como era de esperar, no hemos tenido que esperar mucho tiempo desde la elección del papa León XIV para ver surgir, en los círculos tradicionalistas, la petición de «restablecimiento» de la libertad de uso del Vetus Ordo (= VO), tal y como había sido previsto por el Motu Proprio Summorum Pontificum (= SP).
Para avanzar en esta petición se han llevado a cabo algunas acciones como atribuir el Motu Proprio Traditionis Custodes (=TC), que derogó la SP, al capricho de un Papa demasiado progresista, o invocar las intrigas de una Curia que juega con cartas marcadas, o finalmente denunciar la falta de sentido de la tradición de amplios sectores de la teología y la pastoral.
Estos son los comportamientos típicos una cierta teología y pastoral tradicionalistas, a menudo acompañados de insultos a otras ideas. No sé si hay que sorprenderse. Lo más peligroso, sin embargo, es quedarse atrapado en su narrativa, que plantea una especie de «lucha» entre diferentes textos del Motu Proprio: uno «bueno» (el de 2007) y otro malo (el de 2021); uno liberal y otro liberticida; uno acogedor y otro segregador; uno abierto y otro cerrado, etc.
Todo este relato, en realidad, no es más que un montaje, una mistificación: es simplemente una narración falsa. En realidad, la tradición litúrgica fue gravemente alterada por el MP de 2007 Summorum Pontificum, que introdujo una lógica de paralelismo litúrgico general que nunca a lo largo de la historia se había considerado concebible o razonable. El MP de 2021 Traditionis Custodes simplemente devolvió la condición litúrgica eclesial a su régimen clásico y tradicional.
Summorum Pontificum interrumpió una tradición secular que siempre consideró superado el rito anterior cuando se intervenía con una reforma general. De este modo introdujo, de forma subrepticia, un principio de apego ritual que destruye la unidad de la Iglesia. Cada sujeto y cada comunidad podía elegir, de forma sustancialmente arbitraria, qué rito utilizar para celebrar la Eucaristía y todos los demás sacramentos y sacramentales.
Traditionis Custodes supera este régimen de excepción, eliminando todo paralelismo general entre diferentes formas del mismo rito y devolviendo a la Iglesia a la normalidad de la unicidad de la lex orandi. Una sola liturgia para una sola fe: las diferencias, ciertamente necesarias, son internas a esta unicidad y se producen por traducción e inculturación.
Por eso, hoy es útil comprender que no se trata de alimentar el pulso entre dos Motus Proprios, sino de asegurar la superación completa de una cierta lógica que atenta a la unidad de la Iglesia católica en su celebración litúrgica. Con un MP se puso en tela de juicio la reforma litúrgica. Con otro MP, catorce años después, se restableció el orden litúrgico natural: esto es lo que quiere la sana tradición.
Un signo de enfermedad de la tradición es pensar en instituir «regímenes de favor» para formas de celebrar que contradicen abierta e inevitablemente al Concilio Vaticano II. La reforma litúrgica tiene una linealidad esencial que no puede ser alterada por intervenciones externas: la lex orandi querida por el Concilio Vaticano II, y aplicada por los Papas Pablo VI y Juan Pablo II, con los nuevos Ordines, no tiene en paralelo ninguna «otra forma» del rito romano. En la única forma común debemos llevar las diferentes sensibilidades y las diferentes culturas.
Las formas de la liturgia son también formas de Iglesia y, por supuesto, formas de teología. Puede ser que a no pocos se les escape el hecho de que la liturgia que es fruto de la Reforma conciliar no es simplemente una ceremonia diferente sino también una teología más rica, tanto de la Misa, como de todos los sacramentos y sacramentales.
La riqueza del nuevo Ordo Missae implica una concepción más rica y articulada de la relación entre el cuerpo sacramental de Cristo y el cuerpo eclesial de Cristo: basta pensar en la riqueza de la Liturgia de la Palabra, en la riqueza de los prefacios y de las oraciones eucarísticas, en el enriquecimiento de las palabras sobre el pan y el cáliz, en la relación estructural entre la oración eucarística y el rito de la comunión…
Una teología de los sacramentos, y sacramentales, a la altura de estos tiempos no puede retroceder a una forma ritual demasiado clerical y que, entre cosas, carece de una experiencia de la Palabra de Dios tan rica y articulada.
Y sospecho que la elección del del Vetus Ordo no es la elección de la Misa en latín: es la elección de una Iglesia y de un orden de prioridades eclesiales y espirituales que ya no existe y del que el Concilio Vaticano II se despidió oficialmente.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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