martes, 30 de septiembre de 2025

El título y la dignidad de siervo - San Lucas 17, 5-10 -.

El título y la dignidad de siervo - San Lucas 17, 5-10 -

En el Evangelio la fe se pide ante todo en una invocación y se entiende como relación con el Señor: no es fruto de la voluntad, por muy «buena» que sea, del creyente, no es obra suya. Más bien, vive en el espacio de la relación con el Señor y es necesaria para sostener las relaciones fraternas, para vivir la vida comunitaria, las relaciones eclesiales.

 

Gracias a ella, de hecho, el creyente no es en la Iglesia simplemente alguien que «presta servicios», por muy buenos, útiles y santos que sean, sino que se construye como siervo siguiendo los pasos del Señor, «que no vino para ser servido, sino para servir» (Mc 10,45; cf. Lc 22,27).

 

La oración de los «apóstoles» (Lc 17,5) «aumenta nuestra fe» es su inteligente reacción a las palabras de Jesús que hablan de la inevitabilidad de los escándalos en las comunidades cristianas y del perdón que siempre hay que renovar hacia quienes se muestran arrepentidos.

 

¿Cómo resistir a los escándalos y abusos en el ámbito eclesial? ¿Cómo renovar siempre el perdón a quienes ofenden y se arrepienten repetidamente?

 

Solo renovando la confianza en el Señor. Es manteniendo la mirada fija en la historia de Jesús como podemos no dejarnos desanimar y abatir por la visión de los escándalos y abusos; solo contemplando a Aquel que invocó el perdón incluso sobre sus crucificadores podemos encontrar la fuerza para renovar el perdón a quienes hacen el mal repetidamente, aunque ese perdón no cambie nada en el otro y al final parezca configurarse como una complicidad que permite la perpetuación de los comportamientos ofensivos.

 

Las pruebas y las fatigas que presenta la vida común y eclesial se convierten así en el horno que forja al cristiano como siervo siguiendo los pasos del Siervo Jesucristo. Y esto se expresa en la parábola que pone en escena a un amo y a un siervo. Pero, ¿quién es un «siervo» en la economía cristiana?

 

La parábola afirma que un terrateniente no se sentirá obligado hacia el siervo que, después de haber trabajado en el campo, regresa a casa y prepara la comida. La tarea del siervo es servir. El paso de la parábola a los Apóstoles los califica como siervos que, si han cumplido bien su tarea, simplemente han hecho lo que debían hacer.

 

A menudo se traduce el término griego achreîos por «inútil», que es sin duda uno de los significados de esa palabra y así se entendió en la versión latina llamada Vulgata - servi inutiles sumus - pero, esos siervos están lejos de ser inútiles.

 

El significado del término debe entenderse a la luz de la parábola y en el sentido de «siervos a los que el amo no debe ningún favor especial». «Somos simplemente siervos; somos siervos y nada más; no se nos debe nada por lo que hemos hecho»: este es el sentido de la expresión.

 

Y esto es importante porque aquí se habla de quienes desempeñan un papel de autoridad en la comunidad cristiana, es decir, de los «apóstoles».

 

Se interroga a los responsables eclesiales sobre la conciencia de su papel. Si mantienen la mirada fija en el Señor, no pueden sino considerarse simples siervos y ni siquiera se les ocurre pretender o esperar que se les reconozca y agradezca.

 

Si, en cambio, la mirada se centra en sí mismos o en las personas que les rodean, corren el riesgo de erigirse en amos y pasar de ser siervos a tener siervos (como el amo de la parábola: «si alguno tiene un siervo».

 

En verdad, en ese «ser simples siervos» está la libertad del creyente, y en particular del responsable eclesial que, al arar, pastorear el rebaño y servir no encuentra motivos de recriminación o pretensión, sino la confirmación de su camino de fe.


 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La acogida es vida que sostiene la vida.

La acogida es vida que sostiene la vida « La casa de Abraham estaba abierta a todos los seres humanos, a los viajeros y a los repatriados, y...